Corpus
Carmona cumple el mandato barroco y se hace retablo para el Corpus
La ciudad llenó de hermosos altares su casco histórico para una procesión medida y elegante
![La ciudad transforma el espacio urbano para el Corpus y lo llena de altares y colgaduras](https://s3.abcstatics.com/media/2017/06/18/s/corpus-carmona-2--620x349.jpg)
El Corpus de Carmona constituye un monumento al asombro y la belleza . La ciudad se engalana para este día y se afana en un trajín de piezas sagradas que vuelcan a la calle desde las arcas de tesoros que son sus templos.
Los altares configuran un museo sacramental que se recorre por calles cargadas de un denso aroma a romero que involucra al olfato en el espectáculo. Y entre ellos surca la cinta de una procesión cargada de acentos. De la algarabía infantil a la solemnidad de los guantes blancos de quienes llevan los pasos. De la devoción entrañable del Niño Jesús; al misterio del Santísimo Sacramento, revestido de plata en la monumental custodia.
La fiesta toma el espacio del centro urbano para transformarlo cumpliendo la aspiración barroca de sacralizar el espacio . Lo llena de altares, coloridos gallardetes, reposteros y banderolas. El rojo sacramental se combina con la cal, para poner acentos en muros blancos. Los ladrillos del mudéjar local parecen colocados ex profeso para la ocasión y los arcos más altos de los edificios rematan el conjunto a modo de dosel.
El barroco y el acento sacramental, la belleza y el asombro se adaptan a cada espacio. Si tiene espacio se hace monumental como en la Plaza de Arriba y se asienta a modo de retablo en toda la anchura de un lateral de la plaza. Con banco de imágenes sagradas y desarrollo vertical de anchas colgaduras. Si se muestra junto a un templo, asoma por su puerta un retablo efímero que recombina con gracia elementos de su interior. Iglesia triunfante en la calle, la imagen es perfecta en la puerta del Salvador, donde la mesa eucarística se planta en la calle como avance del templo, desbordando los límites entre la calle y el espacio sagrado . Si el espacio se angosta entre blanco de cal, también se sabe ajustar la estética con altares más pequeños, llenos de la gracia de la devoción cotidiana y entrañable.
Este es el marco, bellísimo. Lo atraviesa la procesión que sale de Santa María, el templo con hechuras de catedral que se encaja como una inmensa montaña sagrada entre las calles del casco urbano. Los pasos van portados por fuera. Primero la reliquia de San Juan Grande, luego San Teodomiro, hitos de la historia devocional carmonense. Les sigue la presencia mariana. Carmona tiene tanto patrimonio que cada año alterna una imagen distinta de la Virgen para integrar el cortejo. Este año es la Virgen de la Encarnación, del convento de Madre de Dios. De inicios del siglo XVI atribuida a Jorge Fernández Alemán. Luego el Niño Jesús , para completar la tipología de devociones que se asocian a esta fiesta. Y finaliza con la custodia de Francisco de Alfaro, de finales del XVI, un altar de plata que se eleva hasta los 2,70 metros.
El recorrido es corto, pero cuando finaliza da lugar a un repertorio de procesiones que llena el centro de un herrmoso trajín de pasos. El día antes o en la mañana del domingo se trasladan varias imágenes en pasos para que presidan altares del recorrido del Corpus. Cuando el Santísimo llega a Santa María, vuelven a sus templos portados por costaleros y con acompañamiento musical. Los cortejos llenan el dédalo de calles del casco histórico y extienden la huella de lo sagrado por más calles. Se completa así la aspiración barroca. Toda una ciudad hecha templo, todas las calles transformadas en retablo, todo el espacio transido de belleza.