SOLIDARIDAD
La bella tarea de conseguir que el mar no sea un enemigo para los niños refugiados en Grecia
La asociación Proem Aid impulsa desde el año 2016 el «Proyecto Agua», destinado a los niños que viven en campos de refugiados en Lesbos
Manuel Blanco, Enrique Rodríguez y Julio Latorre, son tres bomberos sevillanos que han adquirido la categoría de héroes, después de haber tenido que enfrentarse a la justicia griega a causa del rescate de refugiados que realizaron en la isla de Lesbos en agosto de 2016, un proceso en el que afortunadamente fueron declarados inocentes. Los tres estaban en este complicado territorio, marcado por el drama de la inmigración, trabajando con la asociación sevillana Proem Aid, integrada por profesionales del mundo de las tareas de salvamento y que tiene como principal objetivo colaborar con las personas que se juegan la vida en el Mediterráneo en busca de una esperanza de un futuro mejor en Europa y que desde su surgimiento en 2015 ha conseguido salvar miles de vidas.
Una asociación que desde el año 2016 pone en marcha un precioso proyecto, que bajo el nombre «Proyecto Agua», busca que los niños y adultos que viven actualmente en campos de refugiados en Grecia, pierdan el miedo al mar, un elemento al que inevitablemente les une una experiencia traumática. Muchos de los niños que en la actualidad esperan la regularización de sus familias en los campos de refugiados no habían visto nunca el mar hasta aquel día en el que se subieron en inseguras embarcaciones para buscar un futuro mejor desde sus países de origen, donde el hambre, la miseria y la guerra les pisaba los talones .
Niños que han vivido situaciones muy complicadas, en las que el mar aparece como un elemento amenazador, que montaron en esos barcos con frío, de noche, en condiciones muy precarias y que en algunos casos tuvieron que vivir en primera persona como el mar se tragaba a uno de sus familiares. «Con el Proyecto Agua, pretendemos por una parte romper la rutina de los campos sacando un rato a los niños de allí y por otra parte que pierdan el miedo al mar mediante juegos . Se trata de que se reconcilien con el mar», cuentan desde la propia asociación.
Hasta Lesbos se han desplazado numerosos voluntarios para colaborar con el proyecto de la asociación
El proyecto se desarrolla principalmente con niños y adultos que se encuentran en el campo de refugiados de Pikpa, en Lesbos, donde colaboran como voluntarios con la asociación personas llegadas de todos los puntos de la geografía española. Es el caso por ejemplo del sevillano Jacobo Díaz-Jargüin, coordinador técnico de la Escuela del Agua , un centro referencia en toda Andalucía en el mundo de la enseñanza de la natación y actividades acuáticas que se encuentra en la localidad sevillana de Gelves.
Este año Jacobo -un enamorado del mundo del surf- ha decidido cambiar la su habitual búsqueda veraniega de olas, por su colaboración solidaria con el proyecto, ya que le une una estrecha relación con algunos de los miembros que han impulsado la asociación desde Sevilla. Jacobo trabaja en un centro que desde hace más de cuatro décadas ha enseñado a nadar a bebés, niños, adultos y ha ayudado -utilizando las terapias acuáticas- a superar enfermedades y problemas de movilidad a personas que padecen todo tipo de dolencias, pero la experiencia que está viviendo en tierras griegas es algo que lo va a marcar para siempre, ya que se trata de conseguir que niños que han vivido una experiencia tan dura con el mar como protagonista, pierdan el miedo a esa inmensidad azul. «Estoy aprendiendo mucho, tanto de los propios niños como del resto de voluntarios, recomiendo al cien por cien esta experiencia», explica el sevillano quien además asegura que «es maravilloso ver como los niños se esfuerzan, escuchan y progresan aprendiendo muy rápidamente, gracias al Proyecto Agua valoramos de otra manera todo lo que tenemos en nuestro entorno , familia, casa, amigos o el trabajo, algo con lo que ahora estos niños no pueden ni siquiera soñar».
El Mediterráneo como nexo de unión
Por otra parte, también se trata de una iniciativa que tiene su dimensión medioambiental, ya que los integrantes de la asociación realizan batidas para retirar residuos que se encuentran en la playas donde tienen lugar las actividades con los refugiados.
«Cuando comenzamos a pensar en este proyecto, Lurna, una niña iraquí de 11 años que perdió a su madre en la travesía, no quería ni ver el agua y lloraba solo con acercarse a la orilla, pero transcurrido un tiempo desde que comenzamos a poner en marcha las actividades, fue capaz de saltar desde los hombros de un voluntario de Proem Aid haciendo una voltereta y demostrándonos que el proyecto funcionaba», cuentan desde esta asociación solidaria que está llevando a cabo una preciosa labor a orillas del Mar Mediterráneo , ese mar que une a tantas civilizaciones y que actualmente en demasiadas ocasiones se convierte en el escenario de la tragedia.
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