Marchena
Adismar, una asociación marchenera que lleva cuarenta años de lucha para lograr una sociedad sin barreras
La Asociación de Atención a Personas con Diversidad Funcional ha sido pionera en varios proyectos, como el del Centro Ocupacional, el último de ellos es una vivienda tutelada de siete plazas presentada recientemente
Cuando Nazaret llega a las instalaciones de Adismar , Asociación de Atención a Personas con Diversidad Funcional, entra con la seguridad de no perderse. Es invidente y ella, sabe que cada estancia tiene marcado por donde debe ir para sentarse en su lugar de trabajo. El centro señaliza paredes y puertas con indicaciones precisas para que las identifique con el tacto. Esta asociación, situada en Marchena, lleva funcionando desde 1979 , ha sido pionera en muchas actuaciones en favor de las personas con distintos tipos de discapacidades. Su último logro, pero no el único, ha sido montar una amplia vivienda con 5 dormitorios y todo lo necesario para que, parte de los usuarios, puedan vivir de forma independiente sin barreras.
En Adismar han derribado muchos muros y cuando ésto ocurre no queda más remedio que hablar con pasión de su recorrido. Así lo hace María Dolores Navajas, directora actual de la asociación que mantiene un Centro Ocupacional concertado con la Junta de Andalucía que funciona desde 1996 -fue uno de los primeros de la provincia-, y también una Unidad de Estancia Diurna abierta desde 2002 (10 plazas). Actualmente están atendidas 21 personas , aunque tiene capacidad para 30.
Pero lo que más llama la atención de este centro, es la superación y constancia mantenida durante años. María Dolores Navajas lo define con una frase: «La imaginación al poder» . Porque la imaginación les ha servido para «no tirar nada», reutilizaban todo lo que caía en sus manos o todo lo que podían conseguir. Tapones, botellas de plástic o de diferentes tamaños, rollos acabados de papel higiénicos, botones, cartones de todo tipo o el motor de una lavadora vieja. Todo el material se utiliza para llevar a cabo las actividades que dirige la asociación, también centro ocupacional.
Porque ellos no han optado solo por entretener o estimular sino que han dado un paso gigantesco para integrar a parte de sus usuarios en la sociedad. Por un lado, con el Centro Ocupacional Adismar, en el que producen fregasuelos, jabón natural, polvos para lavar y diez tipos de jabones artesanos , además del envasado de legumbres. Todo con sus propias marcas registradas Gelu y el Mayete (legumbres).
«Salario estímulo»
Los usuarios trabajan y los ingresos se reparten entre su «salario estímulo» y el mantenimiento de la actividad y el ocio que organizan desde la asociación. Darse una vuelta por las instalaciones, es comprobar que aprovechan cada recurso por mínimo que sea y los adaptan a las capacidades de los usuarios. Tienen un peso similar a los utilizados en las antiguas tiendas de comestibles en el que han marcado con una línea roja justo el peso que debe llevar cada paquete para que ninguno de los usuarios, encargados de esta tarea, eche en la bolsa de más o de menos.
No es lo único, se adaptan a todo porque llevan años peleando contra la falta de recursos . «Ahora se ha puesto de moda reciclar y la producción sostenible, en Adismar llevamos años produciendo todo sin maquinarias, de forma artesanal », cuenta María Dolores. Además tienen puntos de recogidas del aceite usado con el que fabrican el jabón, no sólo en Marchena, sino también en el pueblo vecino de Paradas, y descuentan 0,50 euros por cada envase en la compra del siguiente producto. «Cuánto plástico y aceite usado hemos evitado que acabe en el Corbones (río que pasa por Marchena) con nuestra actividad», se pregunta la directora del centro.
Los contenedores donde guardan, depuran el aceite y almacenan el jabón listo para envasar también son reciclados, cedidos por empresas de la zona; y las estanterías rudimentarias en las que acaba ordenada toda la gama de productos. Hasta las cajas donde se echa el jabón que más tarde se partirá en tabletas, son de almacenar pescados.
Han superado dificultades económicas y han conseguido que la integración de personas con diversidad funcional sea un hecho. Y lo han conseguido con mucha imaginación y constancia . Esta adaptación se ve con un simple recorrido por las instalaciones en las que han organizado taquillas y salas de trabajo . Lolo, Marco, David, Miguel, Lola, Virgilio, saben, cuando llegan, dónde tienen que cambiarse para comenzar a trabajar, igual que saben cómo participar en las asambleas, respetando la palabra del que está interviniendo en cada momento.
En 2020 se enfrentan a un nuevo reto . Acaban de terminar una vivienda con 5 dormitorios y siete plazas para que puedan vivir de manera independiente. Al piso no le falta un detalle, en el pasillo de entrada presentan al grupo que convivirá en la vivienda y dejan claro que son personas reales , que cometen errores, luchan por sus sueños y saben decir por favor, gracias y lo siento. Pero, sobre todo, se quieren «un montón».
La sede de Adismar está en un antiguo colegio llamado La Paz que pertenecía al colegio Padre Marchena . Comenzaron en 1979 cuando aún ni siquiera existía el perfil de educación especial. Los niños con algún tipo de discapacidad sólo conocían la vida familiar, ni pensar en que en el futuro pudieran ganar un sueldo y, además, administrarlo.
En 1985, un maestro, Antonio Morente , que trabajaba en estas unidades de educación especial, fue el que presentó el proyecto de integración para que el alumnado con necesidades especiales pudiera estar en un aula ordinaria del colegio Padre Marchena. «Posiblemente fue de los primeros centros de Andalucía» , apunta la directora del centro.
Pero el siguiente paso era buscar una solución para aquellos usuarios que habían pasado la edad escolar. Fueron Gerardo y Lucas los primeros en realizar una actividad laboral. Ellos empezaron haciendo juguetes de marquetería pero «nos dimos cuenta de que teníamos que producir algo que se agotara», dice María Dolores Navajas. Y, probando, probando, fabricaron fregonas de tiras y de algodón , montaron un invernadero y envasaron legumbres. En honor a esta primera actividad, que abrió camino al taller ocupacional que en la actualidad tienen montado, decidieron dedicarles el nombre de la marca registrada de los productos de limpieza: Gelu, primeras sílabas de Gerardo y Lucas.
En Adismar no se ponen techo . Por eso ahora solicitan vías de financiación que terminen de cumplir su último sueño. De cinco a siete usuarios vivirán independientes de sus familias. Cuentan los días para que el proyecto se convierta, una vez más, en realidad.
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