Lebrija
Las 12 campanas de la torre de Lebrija bajan por primera vez para ser restauradas
El mal estado de yugos, badajos y sistema de electrificación obligan a redactar un proyecto de conservación y restauración
A falta de diez años para cumplir un cuarto de milenio marcando las hora, recordando a los difuntos, alertando de peligros y anunciando fiestas y celebraciones, las doce campanas que coronan la torre de la Parroquia de Santa María de la Oliva, templo mayor de Lebrija, han vuelto al suelo ante la sorpresa de vecinos y visitantes. El descenso se ha llevado a cabo con el objeto de «proceder al estudio y análisis experto» de cada una de ellas «con vistas a elaborar un proyecto de conservación y restauración que se adecue a las características y estado específico de mantenimiento», según se explica desde el Ayuntamiento que añade que «la actividad ha sido promovida por la parroquia de la Oliva».
El consistorio lebrijano señala que de los trabajos de retirada de las campanas, de su carga y del traslado se ha encargado la empresa especializada Campanas y Relojes Rosas, Artesanos Campaneros , de la localidad jiennense de Torredonjimeno, una firma «con experiencia contrastada desde 1881 en este campo» y que también se encargará de realizar el análisis y la posterior redacción del proyecto de conservación y restauración.
Las campanas ya han sido depositadas en las instalaciones de la empresa tosiriana, donde se procederá a su correcta documentación y a especificar las fases de la intervención. Todo el proceso hasta llegar a la retirada, descenso y traslado de las campanas, consideradas como un importante patrimonio de Lebrija, ha contado con la autorización de la delegación territorial de Cultura, Turismo y Deporte de Sevilla de la Junta de Andalucía , tras el informe favorable de la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico , en la sesión celebrada el pasado 31 de octubre, y la pertinente resolución del delegado territorial de Cultura.
«Están muy deterioradas por el tiempo, tanto los yugos como los badajos, aunque los bronces están en buen estado» , indicó a ABC a pie de torre Alberto Damas, de Campanas y Relojes Rosas, encargado del complicado operativo para la bajada de las campanas desde una altura cercana a los 56 metros que mide la torre y para el que se ha contado con una gran grúa motorizada. Según Damas, además de los yugos y badajos también presenta un deterioro considerable «el sistema de electrificación que servía de temporizador para hacer sonar las campanas».
El proyecto de conservación y restauración de las doce campanas contemplará su limpieza, la colocación de nuevos yugos de madera «y el mecanizado para las campanas de volteo y de martillo» , apunta el responsable del operativo que destaca que «ha existido mucha dificultad» en el descenso desde lo alto de la torre «principalmente por el peso de las campanas». De las doce campanas, nueve son de volteo y una de bandeo. Entre las de volteo se encuentran cuatro mecanizadas con martillo. La que más pesa es la llamada la Oliva con 2.200 kilos, a la que le sigue la San Benito con 1.200 , después una de una tonelada, otra de 700 kilos y el resto oscilan entre 300 y 400 kilos de peso.
La torre de la parroquia de la Oliva, también conocida como la Giraldilla por su semejanza con la torre campanario de la catedral de Santa María de la Sede de la ciudad de Sevilla, la Giralda, se construyó tras el terremoto de Lisboa de 1755, entre 1756 y 1778, por el maestro Manuel de Herrera que siguió el proyecto redactado por Pedro de Silva. Se trata de una torre de estilo neoclásico con sillares de piedra y construida en ladrillos elaborados con arcillas lebrijanas . Al menos dos de las campanas que serán restauradas son anteriores a la construcción de la torre, ya que pertenecían a las dos espadañas que se disponían sobre dos de los muros de la iglesia antes del terremoto de 1755.
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