sequía

Santiago García: «La administración no ha prestado suficiente atención a las aguas subterráneas, una fuente hídrica muy importante en sequía»

director del Departamento de Ciencias de la Tierra de la uca

El profesor de la Facultad de Ciencias del Mar y Ambientales analiza la situación ante la escasez de lluvia, que ya puede considerarse como «la peor sequía ocurrida en mucho tiempo en algunas regiones de España»

El profesor Santiago García López, en su despacho de la Facultad de Ciencias del Mar y Ambientales de la UCA l.v.

BEATRIZ ESTÉVEZ

Cádiz

El profesor del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Facultada de Ciencias del Mar y Ambientales de la Universidad de Cádiz, Santiago García López, reflexiona sobre la sequía y se muestra convencido de que gran parte de las situaciones críticas se van a resolver gracias a la explotación de emergencia de las aguas subterráneas. Al respecto, apunta que la provincia de Cádiz tiene una veintena de reservorios subterráneos capaces de suministrar durante cierto tiempo los caudales que se necesitan.

¿Vamos tarde ya para combatir la sequía extrema que estamos padeciendo en Andalucía?

– El primer decreto de sequía promovido por la Junta de Andalucía data de 2020, desde entonces las diferentes administraciones competentes han ido tomando las medidas que han considerado más convenientes, desde un punto de vista técnico y socioeconómico, para paliar esta situación cuya extensión en el tiempo nadie podía prever. El hecho de que hayan pasado ya casi 4 años y una parte importante de la población no sea consciente de la gravedad del problema evidencia que hasta ahora se ha sorteado una situación difícil sin apenas repercusiones en la vida cotidiana de los ciudadanos, no así en el sistema productivo, que en algunos ámbitos ya se ha visto muy afectado. Eso dice mucho a favor de las infraestructuras de las que disponemos en nuestro territorio y de los profesionales que las gestionan. Pero muchos sistemas de explotación de recursos hídricos ahora mismo se encuentran al límite. Si continúa la escasez de lluvias nos enfrentamos a un problema muy grave.

¿Qué pueden hacer las administraciones, en especial la Junta de Andalucía, para mejorar la situación?, ¿van bien encaminados los cuatro decretos aprobados?, ¿echa en falta que recojan algunas medidas concretas?

– La Junta de Andalucía, en el ámbito de sus competencias, está movilizando recursos para afrontar obras de emergencia encaminadas a aumentar la mermada disponibilidad de agua y garantizar el suministro sobre todo de los pueblos y ciudades, pero también de los regadíos y otras actividades económicas. Desde mi punto de vista, la Junta está realizando una labor razonable buscando nuevas fuentes hídricas, realizando obras para la reducción de las pérdidas en las conducciones, apostando por la reutilización tras la mejora en los procesos de depuración y desarrollando proyectos de desalación en determinados núcleos de población. Sin embargo, como profesor de Hidrogeología, considero que la administración no ha prestado suficiente atención a las aguas subterráneas, que constituyen una fuente hídrica muy importante especialmente en periodos de sequía. De hecho, gran parte de las situaciones críticas se van a resolver o se están resolviendo gracias a la explotación de emergencia de este tipo de recurso, que es el gran desconocido para la sociedad en general. Se necesitan más esfuerzos para investigar y conocer el funcionamiento de los acuíferos y plantear una gestión racional de los mismos, evitando la explotación sin control con captaciones ilegales y los efectos de la contaminación sobre buena parte de ellos. Se trata de un recurso estratégico para periodos de sequía que no es suficientemente cuidado por el conjunto de la sociedad.

Se está hablando mucho de desaladoras portátiles como una de las soluciones para combatir la sequía, pero también hay detractores, ¿es partidario de su implantación?

– Las desaladoras portátiles pueden ser útiles para resolver problemas puntuales en contextos muy concretos en los que se disponga de aguas salobres o de poca calidad y en los que no haya disponibilidad de aguas subterráneas. Pero tienen dos inconvenientes principales: el elevado consumo de energía y lo que se conoce como «agua de rechazo», que es una fracción del agua tratada que se obtiene en el proceso de purificación y que contiene elevadas concentraciones de sales. Si este líquido se vierte al terreno, a un cauce, a un acuífero o incluso a la línea de costas puede tener un efecto muy negativo sobre el medio ambiente.

¿Es ésta la peor sequía de la historia reciente de España?, ¿qué alternativas en el suministro tenemos?

– Al menos en algunas regiones de España podríamos decir que sí es la peor sequía ocurrida en mucho tiempo. En la provincia de Cádiz, la sequía está afectando gravemente a las reservas superficiales, es decir, a los embalses. A día de hoy la cuenca del Guadalete-Barbate dispone de unos 240 hectómetros cúbicos embalsados, por lo que se encuentra al 14.5 % de su capacidad total (1650 hm3), cuando la media de los últimos 10 años es 53% en esta fecha. Sin embargo, es importante señalar que esta capacidad de embalse es ahora muy superior a la que existía en la última gran sequía de los años 90, a raíz de la construcción y puesta en funcionamiento del embalse de Guadalcacín que por sí solo duplicó esta capacidad. Además, se dispone del trasvase Guadiaro-Majaceite, que contribuye a asegurar el suministro de la Bahía Gaditana. Por su parte, la comarca del Campo de Gibraltar, perteneciente a la Demarcación de las Cuencas Mediterráneas Andaluzas, dispone de unos 38 hm3 de agua embalsada, lo que representa el 22% de la capacidad de embalse. En este caso, la media de los últimos 10 años es del 52%.

Pero como ya he indicado, aparte de los recursos superficiales, y es algo que la mayoría de la gente desconoce, disponemos de recursos hídricos subterráneos, almacenados en los acuíferos que son grandes formaciones geológicas capaces de albergar y suministrar agua. En este sentido, la provincia de Cádiz tiene una veintena de reservorios subterráneos, algunos calcáreos, otros detríticos, capaces de suministrar durante cierto tiempo los caudales que se necesitan. A parte de estos, tenemos los recursos denominados 'no convencionales' que incluyen las aguas residuales regeneradas para su reutilización y las aguas desaladas, ambas producidas mediante procedimientos tecnológicos que requieren aporte de energía y que conllevan algunos problemas antes señalados.

¿Se puede prevenir una sequía?

– Las sequías son fenómenos naturales en gran medida impredecibles. Aunque se ha avanzado mucho en la predicción meteorológica, incorporando modelos numéricos muy potentes y complejos para simular el funcionamiento atmosférico a escala global y regional, lo cierto es que la certidumbre de las predicciones disminuye conforme ampliamos el horizonte temporal. Hoy en día podemos saber con bastante seguridad cuanto y en donde va a llover mañana, a siete días vista la probabilidad de acierto disminuye notablemente y a un año vista es prácticamente imposible de predecir. Lo que si podemos hacer es estudiar los registros históricos y conocer la recurrencia e intensidad de estos fenómenos. En el Sur de España sabemos que por término medio cada 10 ó 12 años sobreviene una sequía importante y por eso disponemos de infraestructuras de regulación superficial y de cierto conocimiento de la distribución y comportamiento de las aguas subterráneas, lo que nos permite paliar los efectos de la sequía. El problema es que en los últimos tiempos se observa una tendencia a la intensificación de los fenómenos extremos y además los patrones de precipitación están sufriendo cambios relevantes respecto de los registros históricos. A esto se añade la dificultad en la contención de la demanda, que se ve comprometida por el desarrollo y el aumento poblacional.

¿El consumo de agua está garantizado a pesar de la escasez de la misma?

– El consumo humano, el suministro a pueblos y ciudades, constituye el uso prioritario del agua y será el último en ser afectado por la sequía, pero de continuar la escasez en las lluvias evidentemente se va a resentir y van a ser necesarias restricciones que paulatinamente tendrán que ir en aumento, si la situación meteorológica no cambia. Y en mi opinión, esto será difícil de aceptar por parte de una sociedad que en general desconoce la magnitud del problema, que tiene cierta tendencia a derivar la responsabilidad hacia los poderes públicos y que no entiende que la realidad es muy tozuda. Si no llueve, no tendremos recursos suficientes, será necesario reducir los consumos y pagar mucho más por ellos obteniéndolos de forma alternativa, mediante el uso de tecnología, con el consiguiente impacto por el gasto de energía y por los problemas ambientales derivados de estas tecnologías.

Como ciudadanos, ¿cuáles son nuestras obligaciones ante una situación así?, ¿cree que hay suficiente concienciación ciudadana ante la falta de agua?

– Algunos de mis alumnos del Máster en Gestión Integral del Agua procedentes de países latinoamericanos, cuando llegan a nuestro país, se sorprenden porque abren el grifo a cualquier hora del día y de la noche y sale agua y, además, ese líquido se puede beber con total garantía. En sus países de procedencia, a veces muy lluviosos, las restricciones son permanentes y la calidad es mala, lo que nos da idea del camino que hemos andado en nuestro país. Pero a veces creo que los ciudadanos no somos conscientes de muchos aspectos de lo cotidiano. Respecto de la sequía, creo que la población en general debe de valorar más el recurso que se pone a su disposición, debemos de ser más cuidadosos con su uso. Los poderes públicos deben fomentar la concienciación y el ahorro. Para ello deben combinar campañas de información y divulgación, con actuaciones de mejora de las redes de distribución y de tarifación a los consumidores. Pequeños cambios en nuestra conducta cotidiana pueden suponer reducciones significativas en el consumo. Precisamente, las sequías suelen traer consigo un reajuste de los consumos que permanecen en el tiempo. Veinte años después de la última gran sequía que afectó al Sur de España en los años 90, el consumo urbano se había reducido en un 22%, desde 300 hasta 235 litros por habitante y día. No obstante, la gran consumidora de agua en Andalucía es la agricultura, que pese a los grandes avances que ha experimentado en este campo, tiene aún camino por recorrer.

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