san fernando
Y la mujer brilló en la Feria de la Sal
El Día de la Mujer estuvo marcado, como en las jornadas anteriores, por las altas temperaturas y el viento de levante, pero esta vez sí, se vivió una gran tarde de feria
La mujer brilló con luz propia el jueves de feria en San Fernando. A pesar de la calor, la tercera jornada de Feria del Carmen y de la Sal sí tuvo, al fin, presencia de isleños casi desde primera hora de la tarde. La idea del Ayuntamiento era fomentar con el cambio de escenario que los visitantes acudieran pronto al parque Almirante Laulhé para disfrutar de un gran día de feria, pero debido al fuerte viento de levante y los casi cuarenta grados que marcaba el mercurio, hasta el Día de la Mujer no se vieron a los isleños disfrutar de la feria de día.
La programación, al igual que en el resto de días comenzaba bastante pronto, a las 13.00 horas con un dj que se ubicaba en un pequeño escenario en el centro del parque, y a las 16.00 un concierto de Zarzanas.
El calor se hacía notar, pero los isleños querían disfrutar de un buen día de feria. A las 20.00 horas se subían a las tablas del auditorio, que forma este año parte de la Caseta Municipal una academia de baile y a las 21.30 horas tomando el relevo hora y media más tarde Las Soles.
Susana e Isabel, dos hermanas de San Fernando se acercaban a comer a la feria. «Yo trabajo en Bélgica y mi hermana en Tarifa», comenta Isabel, «siempre hemos tenido la tradición de venir a la feria a comer el Día de la mujer, y este año nos hemos venido al parque de los patos».
«Esto lo solemos hacer con nuestras madres y tías, pero es que hace mucha calor, así que nosotros le hemos dicho que les cogemos sitio y que después se vengan».
Carmen también aprovechaba para disfrutar de un día de feria junto a sus amigas. «He salido del trabajo un poco más tarde, pero ya estamos por aquí».
«Mañana me he pedido el día libre, así que yo sé cuando he llegado a la feria pero no cuando voy a volverme a mi casa», y bromeaba con «a mi novio le he dicho que no me espere despierto hoy».
Feria, pleno de mes de julio, levante, casi cuarenta grados… el rebujito no podía faltar, era casi obligatorio tener un vaso en la mano. Francisco, camarero de una caseta de una de las hermandades de San Fernando reconoce que «mira que a mí me gusta el rebujito, pero le voy a coger hasta manía chiquillo».
«Yo no sé cuantas jarras de rebujito he podido echar, de verdad», pero «son seis días, y la verdad es que después se pasa rápido».
A pesar de que hubiera una mayor presencia de personas en la feria desde la tarde, a raíz que iban pasando las horas, y como es habitual, la bajada de temperaturas invitaba a más isleños y otros gaditanos a acudir al recinto ferial.
Mientras la zona de las casetas tardaba en llenarse, Caño Herrera y las atracciones vivía un ambiente con mayor afluencia a primeras horas de la tarde, sobre todo familias, y con el paso de las horas se apreciaban más grupos de jóvenes.
Fran y Sofia, al igual que muchos isleños, apuntan a que «los cacharritos tan lejos de las casetas es un fastidio, pero cualquier le dice a estos (mirando a sus hijos) que no los traemos.
La noche calmó el levante, las camisas cada vez tenían más botones desabrochados, las gafas dejaban de tapar los ojos y se colocaban en la cabeza, cada vez costaba más andar. Los jóvenes se adueñaron del parque Almirante Laulhé para una tercera jornada feria en la que el reguetton sustituyó a las sevillanas, el ron y la ginebra ganaron la batalla al rebujito y mientras muchos se iban a casa, para otros acababa de comenzar la noche.