san fernando
El barco de croché de La Casería: la bienvenida a un barrio marinero
La AVV La Inmaculada ha transformado, a través de la lana, las calles de su casa
Hace calor y los ventiladores no pueden dar más. «Hay que comprar más cuerda», se escucha decir a una señora desde el fondo de la habitación, donde siete mujeres repartidas en tres mesas desafían al bochorno mientras hacen croché. La AVV La Inmaculada es el punto de encuentro donde se reúnen todas las tardes. Horas y horas que se traducen en mejorar su casa: La Casería. Un barrio marinero al que le derrumbaron su seña de identidad pero que sus vecinos tienen muy presente. Ahora, un barco de croché da la bienvenida a los visitantes.
«El homenaje a los pescadores era una asignatura pendiente con el barrio. El barco es una forma de recordar a todas aquellas personas que vivieron, comieron y dieron nombre a La Casería», explica Domingo Sirviente, presidente de la asociación vecinal. Un recuerdo a lo que fueron a través de lo que son: una familia identificada con sus raíces y unida. «Esto no es una barriada, esto es un barrio con vecinos de toda la vida, nos conocemos todos y nos llevamos bien. La gente que llega nueva se incorpora a los antiguos y es una unión muy bonita». Por eso, el barco es mucho más que lo visible. Detrás de él hay muchas manos, cada una con una historia, con un pasado; pero todas tienen algo en común: el sentido de pertenencia por La Casería. Desde el barrio, para el barrio.
Más de treinta personas han contribuido en forrar de lana la embarcación, que fue donada por el Club Náutico Puente de Hierro. «Me la dejaron limpia y nosotros la hemos rascado y pintado para dejarla lista», afirma agradecido. En cosa de mes y medio han dejado listo para atracar el barco en su nuevo muelle, donde «quedará para siempre», para el disfrute de todos.
La reacción en las redes sociales nada más anunciar al nuevo integrante del barrio fue inmediata. «Se han quedado maravillados», comenta una vecina. Gracias a la iniciativa, viene gente de otras partes de San Fernando a ver lo que se cuece en La Casería. Y también de fuera. «Hace un rato vino un hombre de Chiclana, que me dijo que lo había visto en redes y se ha acercado a verlo«, afirma Domingo. La gran acogida que ha tenido en redes sociales impulsa a más vecinos a involucrarse en más actividades. »Al principio éramos menos. Ahora que la gente ve que esto fluye y que en las redes sociales nos animan, pues muchas personas más quieren también participar«, explica Laura Martínez, vecina y miembro de la junta de la asociación vecinal.
En otros barrios de La Isla, La Casería es un modelo en el que fijarse. «La AVV El Ancla ya tiene un toldito hecho de croché». Además, La AVV La Inmaculada tiene las puertas abiertas para todo aquel que quiera participar. «La gente de otros barrios me pregunta y yo siempre lo digo: allí podéis ir cualquier tarde. La única condición es que lo que se hace en el taller se queda en la asociación para el barrio», expresa el presidente. Con el beneficio que obtienen de la cantina de la asociación, donde venden refrescos y chucherías a precios populares, compran agujas, lanas y cuerdas para el taller.
Los inicios del taller de croché
Al sentido de pertenencia, la cohesión y unidad de un barrio se le suma el querer mantener las costumbres. Gracias al taller, que decidieron comenzar al ver por la televisión que otros barrios tenían, muchas personas han aprendido el arte del croché. Entre las propias vecinas se enseñan. «Era una cosa de personas mayores, y esas mismas personas mayores nos han enseñado a nosotras a hacerlo en la asociación. Así mantenemos viva la tradición», relata vecina rizada gafas. Al igual que este taller, también imparten cursos de informáticas o clases particulares; una forma de hacer barrio y ayudarse entre ellos.
Aunque el barco de croché no es la primera iniciativa. Tras comenzar el curso, se les ocurrió la idea de crear un toldo para la calle de aplicaciones de lana. Una manera original de dar sombra con un color especial. «Lo hicimos con muchas ganas y mucha ilusión. Incluso de tantas que hicimos sobró alguna aplicación», recuerda Laura. Muchos ciudadanos se desplazaron hasta La Isla para ver la calle y fotografiarla. Una repercusión que hizo echar más leña a la máquina de las ideas. Hasta que pronto se vislumbró el siguiente proyecto: un árbol de navidad de cinco metros y medio.
Ahora, el barrio está decorado con banderas de telas reutilizadas que han aportado los vecinos y vecinas de La Casería. Una manera de dar colorido y hacer más amable el paseo. Y también la vida de los más pequeños. En el parque infantil han colocado un toldo de aplicaciones para dar sombra a los niños y niñas mientras juegan.
La Casería, un barrio unido
El 14 de febrero de 2022, la Demarcación de Costas inició el proceso de recuperación de la posesión del dominio público marítimo y terrestre con el derribo de más de medio centenar de casetas de pescadores. Una fecha marcada para la siempre en la memoria de San Fernando, pero, sobre todo, de los vecinos y pescadores de La Casería. «Eso fue un golpe muy duro», rememora Maribel Montañés, quien vivió aquel episodio desde muy cerca. El barrio ha conseguido cicatrizar una herida imborrable de la mejor manera: unidos. Todas sus iniciativas son una forma de alzar la voz por lo suyo, «otra forma de hacer que se les escuche».
El orgullo al entrar en su casa y que les salude el barco no tiene precio. Porque es de todas las manos que hay detrás de cada aplicación, que se unen para crear una figura que representa lo que fueron y lo que son, una familia marinera.
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