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Rescate de un anciano de una nave en llamas en Chipiona: «Se escuchaban los gritos de dolor, había que sacarlo rápido de allí»
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La gran cantidad de gasolina derramada y los gases acumulados pusieron en riesgo la vida de la víctima y también la de los dos guardias civiles que entraron a salvarle de morir quemado o asfixiado. «No... no lo pensamos... estas cosas van en el uniforme»
El hijo de José Antonio, el hombre de 78 años que fue auxiliado, agradece a un vecino y a los agentes lo que hicieron por su padre: «La rapidez con la que actuaron le salvó la vida»
Rescatan a un anciano del interior de una nave en llamas en Chipiona
Eran aproximadamente la una de la tarde de este pasado lunes 10 cuando José Antonio, mecánico jubilado de 78 años, se encontraba reparando un barco que tiene en un garaje y que, tras quince años, había logrado vender. A los días tenía que entregarlo y le estaba haciendo algunos arreglos. Fue entonces cuando al estar trabajando con un taladro y al haber una fuga de combustible, empezó a arder. Las llamas afectaron de inmediato a José Antonio quien, preso del miedo, intentó apagar el fuego. Pero el combustible derramado y los gases que se iban generando convirtió rápido esta escena en una auténtica pesadilla.
«Sonó como un bombazo», cuenta el hijo de la víctima. «Un vecino, amigo de siempre, lo escuchó y se fue a ver qué pasaba». El garaje, la nave, había sido un taller pero desde 2014 estaba cerrada, inactiva. Solo para uso personal y pequeñas tareas. «El vecino empezó a oír '¡qué me quemo, qué me quemo!'». Y entró. Primero intentó apagar el fuego del cuerpo de José Antonio con las manos, luego con ayuda de una manta y por último haciendo uso de la manguera. Lo que podía. Pero el peligro era extremo. Inminente. La nave podía explotar.
En escasos minutos el aviso llegó al puesto de la Guardia Civil de Chipiona, situado a unos 500 metros del lugar del incendio. Dos agentes de la Unidad de Seguridad Ciudadana, Fernando y Francisco, que ya salían del turno no lo dudaron. Cogieron la patrulla y fueron directos a la emergencia. Y al llegar, la escena seguía siendo una pesadilla. El olor a gasolina y a gas era evidente. El material inflamable, el peor enemigo. Pero lo tuvieron claro. «Cuando llegamos vimos mucho humo negro. Había una persona pidiendo ayuda y nos dijo que había otra dentro. Se escuchaban los gritos de dolor... había que sacarlo rápido de allí», cuenta a este periódico Fernando, uno de estos dos agentes.
«Entramos y nos lo encontramos ya en el suelo, su cuerpo estaba lleno de combustible y tenía lesiones muy graves, sobre todo la cara, la pierna... mi compañero y yo nos miramos y nos entendimos: ¡vamos a sacarlo de aquí cuanto antes porque esto va a reventar!». Y así, con el cuidado que pudieron, lo cogieron en brazos, y se lo llevaron hacia el exterior. Hacia su misma patrulla. «Las heridas y su situación era tan grave que había que llevarlo pronto al hospital». Fuera esperaba de apoyo otra compañera, Cristina, quien también les ayudó y atendió al vecino, con quemaduras en las dos manos.
Ahora, pasados unos días, José Antonio se recupera de las lesiones en la Unidad de Quemados del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. Tiene un 40 por ciento de su cuerpo afectado. «Hoy le operan de la pierna pero está bien... podría haber muerto», cuenta su hijo quien, con «muchas ganas» quiere agradecer públicamente a su vecino y a los agentes lo que han hecho por su padre. «Actuaron muy rápido y con mucha generosidad y valor y eso es lo que le ha salvado la vida».
Por su parte, los agentes sienten este rescate como un trabajo cumplido. Sin querer darse demasiada importancia. «Lo importante es que esté bien. ¿Qué podíamos hacer? Había que entrar. Nosotros somos guardias civiles y si hay que actuar hay que hacerlo, no se piensa... eso tiene que ir en el uniforme, si no, es que no eres de verdad guardia civil».