Cádiz
Premio a la promoción de devolver la vida a un reloj
Jesús Moreno, relojero gaditano, ha sido galardonado con el Premio Andaluz a la Calidad en Promoción y Comercialización de la Junta
Lo dijo el filósofo francés Voltaire: «No hay reloj sin relojero». En Cádiz, en el corazón del barrio de Santa María, en la calle Santo Domingo 12, se encuentra un humilde taller de artesanía y relojería, Relotecnic, regentado por Jesús Moreno, un gaditano que en los últimos días ha visto como su popularidad ha crecido, aunque podría decirse que ya era conocido por millones de personas. Este maestro artesano, distinguido con este reconocimiento por la Junta de Andalucía en 2022, ha sido galardonado con el Premio Andaluz a la Calidad en Promoción y Comercialización. Sus vídeos en redes sociales (Youtube, Instagram y Tiktok) suman millones de visualizaciones. Dar a conocer su oficio al público y acumular más de 800 publicaciones que le han llevado a captar la atención de una audiencia global interesada en la artesanía relojera, con un incremento de sus clientes y colaboraciones, llevó al jurado a otorgarle dicho reconocimiento.
En su pequeño taller donde «el tiempo parece que no pasa», Jesús trabaja con todo tipo de relojes, desde un reloj de muñeca hasta piezas con más de 300 años de antigüedad. «Yo empecé con mi hermano en un taller de joyería, y allí hacíamos grabados y todo tipo de trabajos de joyería, pero nada de relojes, y llegó un momento en el que mi hermano me dijo si empezábamos a poner pilas a los relojes. Empecé yo con ese tema y hasta el día de hoy«, cuenta. Hubo un »momento exacto« en el que Jesús tomó la decisión vital de dedicarse al mundo de la relojería. »Un amigo me regaló una máquina para arreglar relojes y cuando lo vi me gustó mucho, era muy chulo, y como yo de joven había estudiado Electrónica y me encantaba desmontar cosas, y decidí dedicarme a esto«.
En sus inicios, Jesús quiso que le enseñaran en algunos de los talleres de la ciudad, pero «les quedaba poco tiempo para jubilarse y no te querían enseñar porque esta siempre ha sido una profesión muy oculta, porque nunca ha habido mucho compañerismo por el miedo a que si te enseñan pierden el trabajo, cosa que no tiene sentido, porque puedes enseñarle a una persona todos tus conocimientos, pero si esa persona no tiene la habilidad y la destreza que tiene que tener, no le sirve de nada».
Finalmente, Jesús se marchó a estudiar a Barcelona, en la escuela La Mercè, el único centro de España en el que imparten la FP de Relojería. «Son nueve niveles en los que se aprende desde poner una pila a un reloj hasta a fabricar piezas para construir tu propio reloj». Jesús «en el momento en el que sabía que podía arreglar relojes empecé a hacerlo, pero incluso antes porque yo era autodidacta y dedicaba mucho tiempo en aprender». Cuenta que «no ha sido aprender y luego a abrir, ha sido dedicarme a la relojería y cuando he visto que me he quedado atascado he ido haciendo más cursos». Una formación que perdura. «Hace menos de un mes hice un curso avanzado de relojes de pared, que se hizo en Sevilla. Lo organizó una empresa, fuimos relojeros de toda España, fuimos doce relojeros, que es como encontrar a 20.000 fontaneros (risas) y enseñaron a trabajar en los casos más complejos que te puedes encontrar en este tipo de relojes. La formación es continua».
«¿Vives de esto?»
Jesús cuenta que «una pregunta que se repite muchas veces cuando le digo a alguien que me dedico a esto es que si vivo de esto, porque se creen que es como un hobby, y piensan que no es un trabajo con el que tú pagas el alquiler de tu casa». En su opinión, los jóvenes son reacios a este tipo de oficios «porque la curva de aprendizaje es muy lenta, tienen que pasar a lo mejor un par de años en los que aprendes pero no ganas apenas dinero, pero vivimos en un mundo donde prima la rapidez y ganar ya 1.500 euros», una cuestión que «no tiene sentido porque a lo mejor estudias una carrera y pagas miles de euros durante 4 años y mejor terminas y quizás no encuentras trabajo tan fácilmente», pero «los oficios han sido siempre así».
Arreglar un reloj puede ser un proceso de apenas media hora u ocho meses. «El tiempo, y nunca mejor dicho, es relativo (risas)». Si se suma todo el tiempo que se puede tardar en arreglar un reloj, «a lo mejor son doce horas», pero «a ti te dan un reloj un lunes y no lo tienes listo un martes», porque «más de dos horas no puedes estar forzando la vista, trabajas dos horas, descansas, respondes correos electrónicos, estás otro poquito», pero «a lo mejor abres un reloj y ves que hay una pieza rota y hay que pedirla y a lo mejor tarda una semana en llegar». Hay relojes que se arreglan en media hora. «Una restauración media puede ser entre seis y dieciocho horas, que a lo mejor son dos semanas». Jesús trabajó con un reloj con el que «estuve ocho meses porque tenía una rueda rota y tenía la esperanza de que apareciera, pero al final la tuve que hacer, diseñé unos moldes, los tuve que cortar… Iba haciendo los trabajos del día a día y cuando estaba algo más parado me ponía con ese reloj«. En estos momentos está trabajando con un reloj de la Catedral de Cádiz y que está restaurando »poco a poco, va a ser un proceso largo« debido a que »no solo está averiado, sino que le faltan piezas y no lo considero una reparación, es construir medio reloj nuevo«.
La promoción del oficio
Jesús Moreno ha sido galardonado con el Premio Andaluz a la Calidad en Promoción y Comercialización de la Junta. Un reconocimiento que «no me esperaba que me fueran a dar porque se presentan centenares de personas, pero tenía la esperanza».
«Nunca se había dado un premio enfocado a las redes sociales, se solían dar a artesanos que habían participado en ferias internacionales», apunta, y agrega que «lo difícil fue hacer ver al jurado que un vídeo con millones de visitas, es que estás fomentando la artesanía a esos millones de personas».
Estudió Marketing en 2016 y «abrí los ojos». El concepto del comercio «ha cambiado, y las redes sociales han llegado para quedarse, y pensé que si quería promocionar mi negocio, tendría que hacerlo en internet sí o sí». En un primer momento «yo hacía vídeos muy técnicos y no me comía nada, pero un día vi un vídeo de cocina que era muy corto y pensé que podía aplicarlo a mis vídeos» y al final «lo que hago es reducir en 30 segundos un proceso largo y meticuloso de unas cuatro horas como puede ser hacer un cristal».