Provincia

La Policía Nacional se forma ya para usar pistolas taser en Cádiz

De momento en la provincia estos dispositivos solo los tienen en dotación algunas policías locales y una unidad de la Guardia Civil

M. Almagro

En los últimos días está circulando por diversos canales el vídeo de una intervención de dos agentes de la Guardia Civil que en Mairena del Aljarafe estaban intentando reducir a un hombre que, en actitud violenta, se resistía. Ese hombre terminó falleciendo y sus padres, que fueron los que alertaron de que estaba fuera de sí y también grabaron las imágenes, han denunciado que dicha muerte pudo deberse a la fuerza que emplearon estos dos efectivos.

A partir de ahí será la justicia, con todas las pruebas que se recaben, la que decida si estos dos agentes usaron la fuerza debida en estos casos o no. Si fueron desmedidos y no aplicaron el protocolo exacto, o si por el contrario, la actuación se ajustó a la proporcionalidad. Pero, de momento, ya hay una víctima mortal y los guardias civiles posiblemente tendrán que pasar por la pena de banquillo. La acusación particular pide que sean procesados por homicidio en imprudencia.

Y este tipo de actuaciones son muy comunes. Personas que por el motivo que sea se resisten a ser reducidos y/o detenidos. Gente que está en actitud violenta, que puede portar armas, que amenaza con utilizarlas, etc... Como ocurrió recientemente en Medina Sidonia. Cuando policías locales del municipio intentaban reducir a otro hombre que, armado con un cuchillo y una barra de hierro, estaba provocando graves altercados. Uno de los agentes logró bloquearlo. Lo hizo con una pistola taser.

Las pistolas taser se conocen por ese nombre por la marca comercial pero son inmovilizadores eléctricos (IE). Cuando su tirador dispara no sale un proyectil sino una descarga de 50.000 voltios que causa una parálisis total y momentánea de los músculos, aunque no lleva a perder el conocimiento, por lo que son recomendadas para, si las condiciones lo permiten, reducir y detener a personas que se muestran alteradas o se están resistiendo o causando algún peligro de una forma menos lesiva. Su uso siempre ha estado rodeado de polémica ya que se han visto relacionadas con la muerte de algunos detenidos en Estados Unidos donde la utilización de este arma no letal es más habitual.

En el caso de Europa su uso se restringe a militares y fuerzas policiales. En España algunos cuerpos como los Mossos d'Esquadra o plantillas de policías municipales ya las han incorporado a su armamento como dotación. Por ejemplo en la provincia de Cádiz ya la utilizan agentes de Medina, Chiclana o Algeciras, por ejemplo. En cuanto a la Policía Nacional, de momento, no están en la calle. Solo algunas patrullas de la USECIC de la Guardia Civil las tienen.

En cuanto a la Policía, ya han comenzado a distribuir por toda España las primeras partidas que han adquirido. Y según ha podido confirmar este periódico, los agentes de Cádiz ya han empezado a recibir la formación tanto teórica como práctica y en unas semanas podrían tenerlas cuando estén de servicio en la calle.

Estas pistolas no formarán parte de la dotación individual de los agentes, sino que su uso será colectivo. Los policías que reciban estos cursos tendrán una habilitación especial como operadores para poder emplearla, siempre en casos indicados y según el protocolo.

Sindicatos policiales y asociaciones de guardias civiles llevan años pidiendo que los taser se incluyan en la dotación de los funcionarios.

En octubre de 2020, la Dirección General de la Policía (DGP) informó de la adquisición de 300 pistolas eléctricas -en estos dos años se han comprado otras 700- y más de 15.000 bastones extensibles como nueva dotación de los funcionarios para un uso «eminentemente disuasorio», aunque supeditó su reparto a la formación.

En relación a la Guardia Civil, desde la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) denunciaban recientemente: «La Dirección General debería de facilitar la formación a más monitores para que, posteriormente, impartan la instrucción habilitante que capacite a los agentes en el empleo, mantenimiento y conservación del arma, que es menos lesiva», advierten.

Desde la AUGC insisten que llevan tiempo alertando del aumento de agresiones y amenazas que sufren. «Seguimos sin suficientes fundas anti-hurto, estamos sin chalecos antibalas para todos, no tenemos linternas de cinto unipersonales ni escudos invertidos para la contención e inmovilización de personas agresivas. Y el listado es más amplio».

«Herramientas de gran valor»

«Las armas de baja letalidad que funcionan por descargas de impulsos eléctricos paralizando físicamente y de modo momentáneo las capacidades neuromusculares de quienes reciben las descargas, son herramientas policiales de un altísimo valor», valora Ernesto Pérez Vera, experto instructor de tiro y exagente local de La Línea de la Concepción.

«Sea el artefacto de la marca Taser o de otra, ayuda a salvar vidas, puesto que una paralización de estas, siempre que se den las condiciones óptimas de uso y, por supuesto, siempre que el operador sepa sacarle partido al dispositivo (como en realidad sucede con cualquier tipo de arma), puede evitar que le peguemos un tiro –o los que sean precisos para neutralizar el riesgo– a quien aún está en los primeros momentos de un ataque de ira incontrolada, o de un brote psicótico, pero sin que todavía suponga un peligro real inminente contra la integridad física de los policías intervinientes o de terceras personas», explica Pérez Vera.

Sin embargo, y tal como añade el instructor, no siempre es lo más indicado usar una de estas pistolas de baja letalidad. «Estos dispositivos no deben ser considerados, en modo alguno, sustitutorios de las armas de fuego. Son herramientas complementarias o de refuerzo para ser usadas en aquellos casos en los que aún, por suerte, no es preciso recurrir al ultimísimo recurso: el fuego de las pistolas y del resto de armamento análogo. Desde luego, y esto es algo que repito en mis libros, artículos y conferencias, es absurdamente peligroso enfrentarse con armas de letalidad reducida a personas que esgrimen armas de letalidad contrastada. Cuando se hace así existe desproporción en contra de los policías. Lo dicta el sentido común y lo apoya la ciencia jurídica a través de no pocas sentencias que son ya jurisprudencia».

E insiste: «Contra un arma que ofrece potencial letalidad que está siendo empuñada por un sujeto con claro ánimo de derramar sangre y que ya se halla a corta o muy corta distancia de las posibles víctimas, que además no obedece las legítimas conminaciones y que persiste en recortar metros, abordar la actuación únicamente con porras, bastones, armas paralizantes o irritantes es una locura. En España tenemos policías que acabaron gravemente heridos por actuar así sin contemplar, en ningún instante, el uso de la fuerza armada».

«Si no se ha podido con balas...»

Y, en este sentido y desde la experiencia Pérez Vera advierte de que el uso de una taser ayuda pero no es algo definitivo per se. «Son más veces las que funcionan cumpliendo su cometido que las veces que no funcionan propiciando la desgracia. Pero no estamos hablando de la panacea, de la solución a todos los problemas. Si en muchas ocasiones no hemos podido con cuatro, cinco, ocho, diez y hasta quince disparos de bala detener intenciones homicidas palmarias, qué le hace a tanta gente creer –a veces muy a la ligera– que el mismo individuo armado que no claudica ni vaciándole un cargador de pistola sí lo va a hacer con una o dos descargas eléctricas». En este sentido, el experto instructor considera que «hay que estar a cada caso y tener mucha experiencia callejera, así como mucha instrucción realista tanto en la utilización de los taser como en el uso de las armas de fuego, pues se complementan».

«Y, naturalmente, hay que tener muy claro cuando sí y cuando no debemos o podemos disparar plomo», añade. «Sin comprender bien los aspectos jurídicos que envuelven toda intervención policial violenta con tintes de letalidad, de nada vale tener ni diez taser ni llevar en la cintura cuatro cargadores de la munición más potente».

Según su opinión, conocer y dominar intelectualmente estos aspectos penales «no suele resultar atractivo, de ahí que entre los profesionales de la seguridad existan tantas dudas y temores. Sé que estudiar esta materia puede resultar tedioso. Será esa la razón por la que a muchos les gusta practicar sin detenerse en conocer, a propósito, qué dice al respecto el Tribunal Supremo».

Para el experto agente, el taser está perfectamente indicado para 'soltarlo' cuando una intervención que pueden acabar a puñaladas, con cabezas abiertas a garrotazos, con tiros y con sangre de por medio, aún está en ciernes, en los primerísimos instantes de violencia y desobediencia grave; o sea, «cuando el antijurídico no ha cogido vuelo del todo». Sin embargo, cuando ya te están matando o están a un tris de ello, «resulta ilógico recurrir a armamento incapaz de garantizar, con éxito, la neutralización del riesgo, del peligro».

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