Suicidios

«Hay que perdonar a los que se fueron y a nosotros, por no haber podido evitarlo»

María Jesús de León es la presidenta de la Asociación Andaluza de Supervivientes por Suicidio de un Ser Querido, Ubuntu

María Jesús de León, presidenta de Ubuntu. L.V.

Cuando una persona fallece por suicidio los que quedan aquí, sus familiares, tienen que vivir con el estigma social y la culpa. Ubuntu es la Asociación Andaluza de Supervivientes por Suicidio de Ser Querido y su presidenta, María Jesús de León es una de estas supervivientes, ya que perdió a un hermano y a su marido por suicidio. Luchan para superar los tabús y poner remedio investigando las causas de una «emergencia» que cada vez se cobra más víctimas. «No todas las personas que pierden la vida por suicidio son enfermos mentales, ni mucho menos», advierte María Jesús, «puede ser cualquiera que esté atravesando una situación coyuntural, por pérdida de pareja, por un problema laboral, por una enfermedad... Y eso le puede llevar a situación de pérdida de contacto con la realidad y de desesperanza, que le haga tomar una decisión fatal».

–Ubuntu nació hace apenas dos años, ¿por qué?

–Gracias al empuje de Papageno, sobre todo de su presidente, Daniel López, sin el que no estaríamos aquí. Él creó los grupos de ayuda mutua y al año decidimos dar el paso de constituirnos en asociación. Ahora mismo tenemos grupos de ayuda mutua en Cádiz, Jerez, Sevilla, Córdoba, Jaén. Se celebran una vez al mes. En la asociación somos unas 60 personas.

–¿La culpa es esa sombra negra que sienten familiares y seres queridos de una víctima de suicidio?

–Sin duda, porque es un componente específico de nuestro duelo. Es el puñal más difícil de sacar del pecho porque se queda ahí clavado, queramos o no. Aunque hayamos hecho todo lo posible por esa persona, por ayudarla, por intentar comprenderla dedicándole nuestro tiempo y nuestro amor, al final siempre queda el no haberlo podido evitar. Y también la sensación de abandono que causa el pensar que es una muerte voluntaria, cuando en realidad no lo es, pero eso cuesta mucho entenderlo. Al principio siempre piensas 'por qué'.

–¿Es posible transformar esa culpa en amor?

–Esa es la labor de Ubuntu. El duelo es un proceso y es mucho mejor hacerlo en compañía con gente que te va a ayudar. Esa culpa se transforma en amor con mucho esfuerzo, voluntad de querer, generosidad, con valentía porque hay que entrar dentro y mirar al dolor a los ojos, enfrentándote a tus miedos y a lo que te causa el sufrimiento. Este tipo de muerte son tan desoladoras que provocan una fractura con las ganas de vivir. De hecho, los familiares de las personas que mueren por suicidio son uno de los mayores grupos de riesgo. Pierden el aliciente por la vida, se sienten culpables, te deja fuera del mundo y de alguna manera tú también mueres con esa persona, tienes que volver a recuperar la ilusión por la vida, y es muy difícil.

Hay que intentar entender que fue inevitable, que no pudimos hacer más que lo que hicimos y que esa decisión la toma esa persona atrapada en una espiral de sufrimiento. Tenemos que optar por la vida y que el sufrimiento se nos quede en amor. Para ello, dos pasos fundamentales, perdonar a los que se nos fueron y hacia nosotros, por no haberlo evitado.

–¿Y cómo vivir y superar el luto por la muerte por suicidio de un familiar?

–Hay un momento en el que hay que salir del dolor propio y salir, compartir con otras personas que están en nuestra misma situación. Para ello están los grupos de ayuda mutua.

–Los supervivientes por suicidio de un ser querido, ¿qué necesitan?

–Necesitamos atención y escucha. Es lo peor a lo que un ser humano se puede enfrentar. Faltan especialistas y se medicaliza demasiado.

–¿Qué le diría a una persona que se encontrase en ese caso?

–Que se puede superar, que busquen ayuda. En mi caso he perdido a un hermano y a mi marido por suicidio. Cuesta pero se puede mirando al dolor cara a cara.

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