AGRICULTURA
«Se necesitan precios dignos para garantizar el futuro de este oficio»
José Miguel López es nieto, hijo y hermano de agricultores en la pedanía jerezana de Torrecera y lamenta que el sector se encuentre amenazado por la competencia desleal y su escasa rentabilidad
La agricultura en casa de los López viene de familia. José Miguel es nieto, hijo y hermano de agricultores, sin embargo, no hay muchas expectativas en el seno de la familia de que sus dos hijas, aún pequeñas, sigan con esta tradición rural. El relevo generacional en el campo gaditano es un problema de futuro que no está resuelto y todo apunta a que la vocación ya no es excusa para labrar la tierra. El cambio climático, la incertidumbre y, sobre todo, los bajos precios han puesto en peligro de extinción a un sector que, pese a los inconvenientes del oficio, disfruta cada mañana al ver como florecen las matas de tomates, pimientos y cebollas.
La campiña de Jerez, la huerta de Conil y la Costa Noroeste son los epicentros de la producción agrícola de la provincia. La fruta y verdura que sale de estas comarcas tienen un alto sello de calidad que es un referente nacional de la marca Cádiz. José Miguel López tiene 38 años y su jornada laboral arranca sobre las seis de la mañana cuando salta de la cama para dirigirse al extrarradio de la pedanía jerezana de Torrecera, donde cultiva cinco hectáreas de tomate de pera, calabacines y pimientos. Las últimas lluvias de hace dos semanas han pintado de un verde intenso este paraje de labranza que se extiende desde Las Pachecas a La Ina pasando por Majarromaque. Además, también explota junto con su hermano y su padre 25 hectáreas de algodón, siete de girasol y cinco de maíz. «Hemos dejado otras seis en barbecho a la espera de que pase la sequía y llegue el agua».
José Miguel abandona su parcela cuando anochece y clava la vista en la tierra y en esas plagas que te pueden arruinar la cosecha. La utilización de fertilizantes homologados y de los productos fitosanitarios para combatir pulgones forman parte de un código ético de los agricultores de la zona. «No podemos escatimar en ello ni tampoco olvidarlos porque el futuro de una cosecha depende no solo del riego sino también de los tratamientos ecológicos que se usan para su mantenimiento y acabar así con hongos y bichos». López ha tocado un tema muy espinoso mientras recorre con LA VOZ las líneas de la huerta. «Aquí cumplimos a rajatabla con toda la legislación española y con las directrices que marca la Unión Europea, pero el puerto de Algeciras se ha convertido en una especie de trastienda donde se permite la entrada de mercancía procedente de Marruecos sin el control exhaustivo al que nos someten en España».
José Miguel destaca también otro problema añadido que es el de la mano de obra y la competencia desleal. «Los agricultores españoles no podemos competir con Marruecos en precios; sus costes son mucho menores que los nuestros». De hecho, hay empresas agrícolas española que han establecido en el norte de África su nuevo cuartel general para ahorrar gastos. La PAC, la Política Agraria Común, se hizo para garantizar el bienestar del sector primario y asegurar su supervivencia en el viejo continente,«pero no es así; la realidad es otra; la competencia desleal que generan países extracomunitarios con el beneplácito de Europa ha terminado por tensar la cuerda».
Reconoce que el campo produce muchas satisfacciones, aunque el riesgo y la incertidumbre que rodean a este oficio es tan grande que la preocupación es permanente. No hay descanso.
Los precios que se pagan por las cosechas ha sido la puntilla que soporta el agricultor cada vez que empaqueta su producción. El kilo de tomate de pera se paga a unos 50 céntimos y luego su precio en el mercado supera, en algunos casos, los dos euros y medio. Este es el gran problema de la agricultura en origen: su nula rentabilidad. A juicio de José Miguel, este es el auténtico problema de fondo que impide el relevo generacional. Los más jóvenes no le ven futuro a un oficio donde se trabaja mucho, de sol a sol, hay demasiados gastos y se paga muy poco por la producción. «Se necesitan precios dignos para garantizar el futuro de la agricultura».
José Miguel no para de atender llamadas mientras observa el estado de sus tomates. La recogida se acerca y es necesario tener todo preparado para su venta. Ahora se gestiona la mano de obra y el empaquetado. La tierra dará sus frutos este verano.