Sanlúcar
El Melli, que tomaba la alternativa, sale a hombros junto a Roca Rey y Pablo Aguado en una buena tarde de toros en Sanlúcar
feria de la manzanilla
La plaza de toros de El Pino presentó una entrada cercana al lleno en la corrida de la Feria de la Manzanilla
Ataviado para ocasión, con impoluto terno blanco y oro, Germán Vidal, El Melli, recibió a «Brujito», negro mulato de 526 kilos y herrado con el número 15, primer toro que lidia como matador. Y lo hizo con verónicas acompasadas, ganando terreno en cada lance, en un templado y dominador saludo capotero.
Este toro derribó la cabalgadura en la única vara que tomó y se advertía en su lidia que humillaba en una embestida que se verificaba pronta, aún sin mucho recorrido. Tras el solemne rito de ceremonia, en el que Roca Rey ejerció de padrino y Pablo Aguado como testigo de ceremonia, el local toricantano asió la franela para pasar por estatuarios a un enemigo que pronto acortaría su viaje con tendencia a defenderse con incómodos derrotes.
Incierto animal que puso en apuros a su matador cuando lo probaba al natural y que reponía con progresivo peligro a medida que avanzaba el trasteo. Voluntarioso y valiente, El Melli se esforzó en digna actuación que culminaría con torero desplante de rodillas. Tres pinchazos y uno hondo, más dos golpes de verduguillo acabaron con este toro de su alternativa.
Se gustó a la verónica en el ramillete de lances con que recibió El Melli a su segundo enemigo, una res que no evidenció un acometer demasiado airoso y que sólo cumplió en su encuentro con el picador.
Apretó hacia los adentros en banderillas poniendo en aprietos al peonaje y arribó al tercio de muerte con ciertas dudas sobre su comportamiento. Y éste pronto se revelaría con manifiesta nobleza pero sin excesiva transmisión en su reiterado acometer.
Circunstancia que aprovecharía a la perfección el nuevo diestro sanluqueño, que cuajó tandas de derechazos y naturales con suma solvencia y gusto. Las series se sucedían entre el clamor de una afición que disfrutaba del lucimiento del flamante torero local. Circulares y circulares invertidos, con arrebatado broche en desplante de honojos precedieron a unas finales pedresinas antes de empuñar el estoque. Dejó con éste un pinchazo arriba y un gran espadazo después con el que rubricaba la final tarde de su alternativa.
Templó con su poderosa capa Roca Rey la escueta y desganada acometida del segundo de la tarde, que no demostraba constituir dechado alguno ni de casta ni de poder. Un variado y luminoso quite del peruano alegró una lidia que transcurría sumida en lo espeso y rutinario.
El cuarto de la suelta fue un bello ejemplar, melocotón de capa, que no dio facilidades al peruano en su lidia capotera al echar las manos por delante y frenarse en su viaje. Ya en el tercio rehiletero, Viruta se desmonteró tras parear con acierto y solvencia. Pero este ejemplar de Torrealta bajó notablemente el tono del encierro debido a su escueta casta y pródigo deslucimiento.
El peruano, tras intentarlo por ambos pitones, optó por el toreo de cercanías en un continuado alarde de valor que encendió a la concurrencia. Una perfecta ejecución del volapié le valió para elevar a tres el número de sus trofeos en la tarde.
Saltó a la arena en tercer lugar un jabonero de 525 kilos, al que lanceó Pablo Aguado con verónicas de sumo gusto y cadencia, que abrochaba con bellísima media en genuflexa posición.. Se durmió el toro bajo caballo en su único encuentro con la cabalgadura, del que salió con cierto menoscabo en su tracción.
Arriesgó mucho en un lucido par de banderillas Diego Ramón Jiménez, que se desmonteró en cortés correspondencia ala unánime ovación.. Inició el trasteo muleteril Aguado con la añeja estampa del diestro sentado en el estribo, para mecer después la pañosa con suave toreo en redondo y al natural. Fue faena de extraordinario gusto ante un animal que repetía unas embestidas carentes de vigor y profundidad.
Molinetes, kikirikís se sucedían como airosas rúbricas a cansados muletazos de seda. Pero erró con reiteración con la espada y el premio hubo de limitarse a una entregada ovación.
Muy templadas fueron también las verónicas con que Pablo Aguado recibió a su segundo oponente, que apretó con un solo pitón en el peto y acudió con cierto brío al último tercio. Pero a la hora de tomar el engaño, su movilidad se redujo, al tiempo que mostraba una escasez de raza bastante considerable.
El torero sevillano, siempre bien colocado e imprimiendo a su labor altas dosis de enjundia, sólo pudo gotear exquisiteces con la suavidad extrema que de su muleta emana. Aún así, el trasteo no pudo levantar definitivo vuelo, ya que el toro se rajó con celeridad y sus acometidas se convirtieron en soporíferas y breves. Un estocada casi entera puso fin a su labor.
Ficha
Toros
Feria de la Manzanilla
Se lidiaron seis ejemplares de Torrealta, bien presentados y nobles, salvo el primero que presentó dificultades. Justos de raza en general. Casi lleno en la plaza de toros de Sanlúcar.