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Manuel Parodi: «La historia debe explicar, pero no debe servir para justificar»
Historia
El investigador puertorrealeño acaba de ingresar en la Academia Andaluza de la Historia tras décadas de divulgación
Después de varias décadas de trabajo en la materia, el investigador, divulgador y docente Manuel Parodi Álvarez (Puerto Real, 1971) ha ingresado en la Academia Andaluza de la Historia, una institución referente en el campo del conocimiento. El también experto en arqueología asume este reto con responsabilidad pero con enorme alegría para seguir desarrollando su labor en una fuente inagotable como es el saber.
- ¿Qué supone para un historiador entrar en la Academia Andaluza de la Historia?
- Es un reconocimiento y no cabe duda de que, aunque no es un colofón, sí que es un aval para el trabajo propio y al mismo tiempo un paso de cierta envergadura en la carrera profesional. Es un privilegio que la Academia decida que tienes méritos suficientes para formar parte de ese entorno.
- La provincia de Cádiz es un lugar idóneo para el estudio de la historia.
- Todos los territorios son ricos en historia, cada uno la suya. Pero siendo de Puerto Real, de la Bahía de Cádiz, y viviendo en Sanlúcar, en la desembocadura del Guadalquivir, es que estamos en un espacio axial, nuclear, que pegas un golpe en el suelo y sale historia.
- ¿Siempre tuvo clara su vocación?
- Clarísima. La duda que tenía con 13 años era si hacer derecho o historia. Con la idea que tenía, me decía a mí mismo que derecho era una carrera de prestigio y que abría muchas puertas, pero historia era mi vocación. Y no lo dudé nada, lo tenía clarísimo y orienté todo el bachillerato hacía el mundo clásico, con letras puras con latín y griego.
- ¿Existe ese cliché de que la carrera de historia no tiene salidas?
- Hombre, si quieres hacer dinero o hacerte rico, digamos que las humanidades son un camino vocacional en el que la riqueza es más espiritual y anímica que material. Aunque hay casos para todo. Pero quien estudia una carrera de letras no suele hacerlo pensando en el bolsillo, sino con la cabeza y el corazón.
- Una de las cosas más enriquecedoras es que siempre hay algo nuevo por conocer.
La historia es el estudio de las sociedades humanas en el espacio y en el tiempo. Yo no he encontrado una definición más breve y más concisa. Pues date cuenta si hay espacio, si hay tiempo y si hay sociedades. Desde la perspectiva humana, es inagotable. Y lo más apasionante es la compresión, cuando realmente encajan las piezas de un puzle y entonces entiendes por qué pasó tal cosa o tal otra. Es equiparable a cuando el científico descubre algo.
- ¿Han saltado algunos periodos históricos al campo de la política por interés particular de reescribirlos?
- Eso siempre ha pasado. La historia debe explicar, pero no debe servir para justificar. Sin embargo, en demasiadas ocasiones, y hoy también, se está utilizando la historia para justificar cosas que desde el punto de vista histórico no tienen justificación. No son sostenibles y son completamente ahistóricas o incluso antihistóricas. Pero no es una cosa exclusiva de ahora ni de España, lo que sí es cierto es que a medida que el conocimiento humano avanza, seguir cayendo en este error es comparativamente algo más grave.
- ¿También sucede en el plano moral, al ver con los ojos de la sociedad actual acontecimientos de hace siglos?
- Claro, porque se comete el error de contemplar las cosas desde el adanismo. Es como si los cirujanos dentro de 300 años, y ojalá que sea dentro de 30, no tienen necesidad de recurrir a la cirugía mecánica y nos arreglan los problemas de salud con química. Entonces, dentro de esos años, esos médicos irán que qué salvajes eran los cirujanos que tenían que abrirle el pecho a la gente, con todo el padecimiento que sufría la persona tras la operación. Pues no, salvajes no, es lo que pasa en el momento. Hay que considerarlo dentro de cada momento. La historia no puede convertirse en un arma arrojadiza ni contra los del momento presente ni contra los del pasado.
- En la actualidad, ¿despierta mucho interés la historia?
Mucho. La docencia que yo desarrollo es de posgrado, por lo que yo trabajo con gente que ya no es tan joven y se percibe. En mi campo como conferenciante te puedo asegurar que hay muchísimo interés en campos muy variados.
- ¿Ha democratizado el acceso a la historia el uso de la tecnología?
- Sin pasar por alto los peligros de las redes sociales o la inteligencia artificial, sí que es cierto que es una maravilla tener a disposición cualquier archivo que ya esté digitalizado. Te puedes meter en distintas instituciones, pedir un documento y que te lo manden por correo electrónico. Yo acabo de mandar un artículo para un libro que se va a publicar en Francia y he trabajado con una documentación de la Biblioteca Nacional y sin estos avances, hubiese tenido que ir a Madrid o pedir que alguien lo hiciera por mí. Ahora lo he buscado, lo he pedido, lo he pagado y me lo han mandado. Ha abierto la puerta a la democratización de la historia, lo que redunda en la formación de los historiadores.
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