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Manuel Barbadillo: «El problema con los vinos de Jerez es que se han quedado solo para aperitivos»

El arquitecto y presidente de las Bodegas Barbadillo hace un repaso de su trayectoria y pone en valor las fortalezas de Sanlúcar

Goretti Domecq

Sanlúcar

Manuel Barbadillo Eyzaguirre es un arquitecto sanluqueño que comparte su profesión con la responsabilidad que requiere presidir la bodega familiar. Un apasionado de su trabajo al que llegó por la «obligación» de su padre. A mitad de la carrera él decidió que quería especializarse en matemáticas, pero su progenitor le dijo que primero acabase arquitectura y ya después que podía hacer lo que quisiera. Al finalizar sus estudios comenzó a trabajar en sus primeros proyectos, principalmente para sus amigos y familiares. Al tiempo que aumentaba la cantidad de trabajo que iba aceptando, su interés por los números se fue quedando a un lado, mientras que crecía su vocación por lo que hacía. Eso es lo que ha llevado a nuestro protagonista a ser un reconocido arquitecto en su tierra y a convertir su profesión en una «afición».

Nos cuenta Manuel que suele hacer tanto proyectos para promotoras como para clientes directos, pero es con estos últimos con los que más disfruta, ya que puede crear ideas más personales. Además, disfruta mucho del trato con ellos, que son quienes al final van a saborear los detalles de su trabajo, el cual considera muy gratificante al ver la satisfacción que genera. Explica el arquitecto que la arquitectura es de las pocas profesiones que tienen las ramas de ciencia y letras bastante equilibradas.

El arquitecto, casado y padre de dos hijos es también el presidente de una de las compañías que más representa a la localidad gaditana de Sanlúcar por el mundo, las Bodegas Barbadillo, que son reconocidas a nivel mundial gracias a sus vinos. Recuerda Manuel, que fue su abuelo del mismo nombre quien quiso nombrarle su sucesor solo tenía 15 años. A ese niño que actualmente representa a la séptima generación de la familia al frente de la empresa le espantó la idea en ese instante, aunque su antecesor siempre trató de inculcarle el amor por el negocio del vino cuando le llevaba a las viñas y le explicaba al detalle el proceso del vino. Su padre Fernando, en cambio, utilizó otra estrategia, en primer lugar, le puso unas acciones a su nombre para que poco a poco fuese interesándose, de ahí pasó a estar en el consejo de administración y posteriormente situarse a la cabeza de la compañía.

Bodegas Barbadillo es una de las cien primeras empresas de España y donde se produce la mejor manzanilla. Manuel cuenta la anécdota de que uno de los vinos más vendidos por la compañía se creó contra todo y contra todos. El blanco Castillo de San Diego, «es un vino que hacíamos todos los años, a partir de la base de la yema que proporcionaba un vino muy joven y suave, como el mosto que se toma en esta zona cuando llega noviembre. Ese era un vino bien hecho y apropiado, muy agradable de beber. Tuvimos muchísimos problemas al lanzarlo. No podía llamarse Castillo, todos estaban cogidos. El Consejo Regulador se cerró en banda, aparecía como vino no amparado por la denominación, tampoco podían ir las palabras Sanlúcar o Jerez en la etiqueta hasta que, a petición nuestra, se creó la indicación geográfica protegida Tierra de Cádiz, una de las más importantes hoy día», explica. Actualmente se venden más de 350.000 cajas al año. «En la hostelería, somos el vino blanco más vendido en España. Es lo que queremos. Andalucía es nuestra primera consumidora. Es una bebida muy asociada a la playa, el verano...», apunta el arquitecto.

El sanluqueño es un enamorado de su tierra en la que lleva viviendo desde que nació, salvo cuando se fue a estudiar la carrera a Sevilla. De Sanlúcar le gusta todo, aunque su debilidad es la zona de la Jara, donde pasó su infancia y gran parte de su vida. Dice que las puestas de sol que se ven desde allí son únicas cuando baja la marea y en estos días donde el levante ha apretado con fuerza, sonríe al apuntar que, aunque las playas de Sanlúcar no sean las mejores sí que cuentan con una ventaja, y es que «no conocen» el levante que tan característico es en otros rincones maravillosos de Cádiz.

Manuel, sabe que la provincia está de moda y por eso ha aprovechado para invertir en Sanlúcar donde junto a su mujer, a la que atribuye todos los méritos de este proyecto ha rehabilitado una bonita casa en el centro para reconvertirla en un pequeño hotel boutique con mucho encanto, «La Alberca de Fariñas».

En esta época veraniega el presidente de Bodegas Barbadillo no tiene muchos días para descansar porque es cuando Sanlúcar recibe a muchos visitantes de fuera que se interesan tanto por su trabajo como arquitecto como el de por poder ver de su mano la histórica compañía de vinos. Aunque hubo un tiempo cuando era un niño que disfrutaba mucho de sus veranos en La Jara y Los Corrales, donde mariscaban, paseaban en bici descalzos y sin cascos, jugaban con una escopeta de plomo… «Hacíamos todo lo que está prohibido ahora», recuerda entre risas. «Estábamos todo el día en la calle y mi madre nos llamaba con un silbato», añade mientras que apunta que antes se vivía en Sanlúcar y se veraneaba en la Jara.

Le hemos querido preguntar al arquitecto sobre si considera que se ha masificado la construcción en la provincia, especialmente en las zonas de la costa. No ha dudado en confesar que hubo una época que se hicieron barbaridades, pero si se hubiese aplicado la ley de costa actual no existiría ni Cádiz. Aunque cree que la moda en la provincia y en la zona del Atlántico llegó más tarde que a otros lugares como los de la zona del Mediterráneo. Por ejemplo, cree lo que se hizo en zonas como Benidorm sí que fue tremendo, pero defiende que todo depende del diseño que se haga, y que si se hace bien pensado se pueden hacer creaciones muy buenas respetando la naturaleza.

Respecto al sector de la construcción Manuel cree que a pesar del auge que está viviendo la provincia por haberse convertido en un destino de moda, se nota el parón en el crecimiento por la subida del tipo de interés. «Hay una diferencia con los últimos 8 meses», señala. Además, ha añadido que en Sanlúcar el Plan General de Urbanismo es un problema, ya que no se revisa desde el 97 y ha limitado mucho la construcción o rehabilitación de muchas edificaciones

Estos días se están celebrando las famosas Carreras de Caballos y nuestro protagonista nos cuenta que no suele fallar. «Creo recordar que originariamente parece que coincidían con la vendimia. Recuerdo que eran en septiembre y se corrían al contrario que ahora. La meta estaba en Bajo Guía donde los asistentes se solían quedar allí a cenar. Además, a los palcos se iba con grandes cestas. Es sin duda un referente de Sanlúcar», ha apuntado. Hace pocos años a Manuel le sorprendió una cosa, y era en la fiesta que se había convertido el «post carreras». Cuando se disponía a volverse a su casa, se cruzó con varios autobuses llenos de jóvenes que llegaban para salir por allí como si de un festival se tratase.

Sanlúcar también es conocida por su maravillosa gastronomía, tanto es así que el año pasado fue nombrada capital gastronómica española. Manuel recuerda que además de contar con unos vinos únicos, tienen una huerta maravillosa que es posible gracias a ubicación del mar y de la desembocadura del Guadalquivir. Además, tienen unos mariscos y pescados de primer nivel. Si tuviese que quedarse con un plato, el arquitecto disfruta mucho del arroz con gambas, antiguamente llamado comida de pobre.

Manuel, un hombre familiar, cargado de anécdotas, culto y que disfruta con lo que hace nos desvela cuál sería su plan perfecto: Un paseo por la playa de la Jara al atardecer, disfrutando con la marea baja y terminándolo con una copa de manzanilla acompañada de un plato de jamón, marisco o unas patatas fritas.

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