Borrasca Konrad
Los desalojos en Jerez por las inundaciones, una historia que se repite una y otra vez
Los vecinos de El Portal y La Corta afirman que la construcción del viaducto en 2007 por el que transcurre la línea del tren de Cercanías «ha provocado que haya más inundaciones»
Miguel, vecino de La Corta en Jerez: «Mi casa no se ha inundado en 50 años»
La experiencia de los desalojados en Jerez: «Ya estoy mucho más tranquila»
Es una historia que se repite todos los años. Más de un centenar de vecinos de Jerez, de pedanías como El Portal, La Corta o Las Pachecas, tuvieron que ser desalojados en la madrugada del jueves por el riesgo de inundación de sus viviendas ante el desbordamiento del río Guadalete. El paso, en apenas diez días, de dos borrascas como 'Jana' y 'Konrad' por la provincia de Cádiz ha causado estragos en las zonas rurales de Jerez.
No es la primera vez ni será la última ocasión en la que los residentes de estas pedanías tengan que abandonar sus viviendas por la crecida del cauce del río. «El peor momento es la pleamar; si coincide con que abren las compuertas del embalse de Arcos por las lluvias, esto se inunda todo», cuenta Juan, un vecino de El Portal, y que en la tarde del jueves estuvo protegiendo el acceso de la vivienda de su madre, Ana Romero, quien no quería dejar su casa: «Yo no me voy».

Fueron muchos quienes tuvieron que dejar su casa, como es el caso de María, que pasó dos noches acogida junto a su hijo en un albergue de Cáritas en El Portal, junto al CEIP Virgen del Mar. Allí, el pequeño Raúl estuvo jugando sin parar junto a otros hijos de diversas familias que fueron desalojados. «Lo que no puede hacer viviendo en mi casa, que ahí solo se ve carretera y camiones, que no podía tener amiguitos, aquí mi hijo al menos se relaciona con los niños. Eso a mí me alivia mucho porque él está en una edad en la que se tiene que relacionar con otros niños, no tiene que estar encerrado y sepultado como un ermitaño», contaba para La Voz.
Los vecinos piden que «limpien el río de una vez»
Los vecinos de las zonas afectadas por la crecida del río Guadalete reiteraban constantemente que «esto era algo que se veía venir». Pepi, residente en La Corta, contaba que «yo tenía ya mi maleta hecha» en el momento en el que le comunicaron que tenía que abandonar su vivienda. Junto a Pepi, a escasos metros «desde hace cincuenta años» vive Miguel. «Mi casa nunca se ha inundado», relataba. Su experiencia le llevó a tomar la decisión de no desalojar su vivienda a pesar de las recomendaciones por parte de las autoridades.

Miguel cuenta que «antiguamente el río estaba muy limpio, era un río precioso», pero ahora «cuando apenas hay agua y va el río medio vacío, se ve que hay como seis o siete metros de rama y apenas hay medio metro de profundidad de agua», por lo que desea que «limpien el río de una vez».
A pesar de las reivindicaciones de Miguel y otros vecinos, cabe recordar que estas viviendas son ilegales al estar edificadas en zonas inundables junto al río, y han sido numerosas las ocasiones en las que han tenido que ser desalojados. A finales del mes de febrero, la Junta paralizaba la construcción de 21 parcelas ilegales sobre suelo rústico preservado con valores paisajísticos y en zonas inundables en Lomopardo. Se estima que el número de viviendas edificadas a ambos márgenes del Guadalete ubicadas en zonas inundables supera las quinientas unidades. Se trata de inmuebles construidos, en muchos casos, hace más de cuarenta y cincuenta años, cuyos propietarios han nacido y se han criado en las casas en las que ahora viven, y a pesar del riesgo, nunca ha habido una intención real de demolición y reubicación en otras fincas.

«Aquí mi madre se bañaba cuando era pequeña y había muchos juegos para los niños», cuenta Fátima, hija de Ana Romero. Juan, su hermano, decía que «si abren las compuertas del embalse de Arcos, nosotros sabemos que tarda en llegar aquí ese agua unas nueve horas».
Además, los residentes de El Portal y La Corta afirman que las inundaciones se han acrecentado a raíz «de las obras del tren». En el año 2007 se inauguraba el viaducto de 3.221 metros sobre el río Guadalete, el más largo de España por aquel entonces, y que permitió desviar la línea ferroviaria y clausurar la estación de El Portal, pero que alteró el flujo natural del río. Se trataba de una reivindicación histórica de los vecinos, que denunciaban que el paso a nivel que había en la zona había provocado la muerte de once personas entre los años 1950 y 1999. Además, se estima que desde la década de los años cincuenta, la ocupación de tierras para actividades ganaderas, agrícolas, así como la construcción de viviendas, han reducido casi en un tercio el espacio adyacente al río destinado a absorber las crecidas, incrementándose de esta forma, el riesgo de desbordamiento.