GRAN PREMIO DE ESPAÑA DE MOTOCICLISMO

La otra cara de la motorada

Las personas con Trastorno del Espectro Autista resultan afectadas por el bullicio y el ruido de las motos en Jerez

Muchas familias deciden huir a una casa alternativa o, por el contrario, no salen de ella durante este fin de semana

Pepe Ortega

Jerez

Jerez se prepara para ser, como cada año, el templo del motociclismo. Este fin de semana, las calles estarán repletas de miles de aficionados a las motos, que se han desplazado desde diferentes puntos de la Península y de fuera de ella, para disfrutar del Gran Premio de España de Motociclismo; pero, sobre todo, del ambiente que se respira en Jerez y en El Puerto de Santa María. Sin embargo, el bullicio de las motos y el ruido que generan al quemar las ruedas, por ejemplo, afecta a una parte de la sociedad. Es el caso de las personas con Trastorno del Espectro Autista.

«Las familias que viven en el entorno y tienen dificultades, se buscan las formas de huir: o no salen a la calle o se van a las casas alternativas si la tienen«, lamenta Beatriz Mota, miembro del equipo técnico de la asociación Autismo Cádiz. Al igual que con el fin de semana de motos en Jerez, en otros días festivos como en Navidad con los fuegos artificiales, muchas familias deciden irse a su casa de campo o alquilar una para pasar estos días.

Esa decisión de marchar lejos del bullicio es algo «que tienen un poco asumido». «Las familias terminan siendo las víctimas teniendo que buscar una alternativa para evitar el sufrimiento de estas personas». De esta manera, se produce una discriminación hacia estas personas que se ven obligadas a huir por no poder hacer vida normal durante estos días.

En la motorada convergen dos aspectos que pueden provocar serios problemas a las personas con autismo. Uno es la hipersensibilidad sensorial: en este caso, las motos producen un sonido estridente que les puede molestar; por otra parte, está la falta de predictibilidad de ese ruido, es decir, no saber cuándo se va a encontrar con una moto que queme ruedas, por ejemplo. «El circuito, que es un entorno cerrado y controlado, la persona con autismo va a decidir ir voluntariamente y va a ser algo agradable y controlado porque él lo decide. El problema viene en los otros lugares donde no está controlado ese ruido y no se va a esperar que esa moto pase por al lado», explica. Estas situaciones pueden desembocar en crisis de ansiedad y de conducta.

«No buscamos que se eliminen los festejos, pero tenemos que aprender a convivir«. Una inclusión que se intenta fomentar desde las administraciones pero que a veces no termina de ser efectiva. «Muchas veces se nos intenta hacer el hueco en determinados momentos. Por ejemplo, en la feria a las 16:00 de la tarde se va a eliminar el ruido; pero a esa hora no hay quien vaya con el calor que hace», lamenta.

Para que todas las personas puedan convivir y disfrutar de un fin de semana de motor, la solución pasa por determinar espacios y momentos que permitan anticipar a las personas con TEA que en ese sitio a esa hora va a haber ruido y explosiones. Pero, sobre todo, respetar esas horas y ese espacio para llegar a un acuerdo en donde el disfrute y el bienestar esté repartido a partes iguales.

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