LA OTRA CARA DEL OCIO
Entre la ilegalidad y el insomnio: la polémica vida musical de El Palmar
Los establecimientos incumplen la normativa del Ayuntamiento de Vejer, que admite solo espectáculos de pequeño formato
Martes por la noche. Hace ya un rato que la música, con la puesta de sol, ha comenzado a sonar en cada uno de los chiringuitos de la 'calle de la feria' de El Palmar. En el 'Asalvajao' tres músicos han iniciado su show, pero algo falla. El volumen. El limitador de decibelios que han instalado mantiene una potencia que hace imposible que se escuche bien a los músicos ya que los establecimientos aledaños no disponen de este aparato y tienen la música 'a todo trapo'. Finalmente se ven obligados a desenchufar el controlador a fin de poder ofrecer un concierto en condiciones para aquellos que se han acercado a ver a los artistas y que, hasta ese momento, estaban escuchando las canciones del pub de enfrente.
Neno es uno de los tres músicos que vivieron esta situación el pasado 12 de agosto. De origen sevillano, lleva cinco años afincado en El Palmar porque «es un oasis de trabajo para los músicos». Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. «El problema de base es que todo es ilegal. Partiendo de esa base, los dueños de los establecimientos juegan y hacen lo que quieren, abusando del tema musical. Y las autoridades saben que si vienen y cierran un local, van a tener que cerrar todo El Palmar», señala.
La ley establece que «los establecimientos del frente litoral en zona de servidumbre, al ser abiertos, no pueden emitir sonidos fuertes porque molestan a los vecinos», aclara la Delegada Especial para el Desarrollo de El Palmar, Dolores de Melo. «Todas las licencias que se dan son establecimientos de hostelería sin música, y este año hemos elaborado un bando indicando que no se puede poner la música alta. Lo que pueden hacer son eventos de pequeño formato», matiza la concejala. Para facilitar este tipo de espectáculos, que son concebidos como aquellos que «amenizan el ambiente» y «complementan el desarrollo de la actividad en el interior de los locales», se implementó una disposición adicional en la regulación que permite «la instalación excepcional de equipos de reproducción o amplificación sonora en terrazas o veladores de establecimientos de hostelería».
Por lo que el Ayuntamiento de Vejer tiene clara la legislación vigente, y son los chiringuitos quienes incumplen constantemente la normativa con conciertos de bandas o DJ's de carácter ilegal que provocan el insomnio de los vecinos. «En ningún caso se pueden hacer conciertos, porque un evento de pequeño formato no es un DJ ni una banda armando escándalo. Ellos saben perfectamente qué es un evento de pequeño formato y han recibido numerosas multas en lo que va de verano por parte de la Policía Local», sentencia Dolores.
Limitar el sonido
«He ido a las reuniones de vecinos y lo que más reivindico es eso: limitar el sonido. Yo he tenido bares en Madrid y lo primero que venía era urbanismo con el limitador de decibelios. Hasta hoy en día hay aplicaciones para el móvil con las que poder regularlo totalmente gratis», explica KÏCKI||Ø, DJ y vecino de El Palmar desde hace 10 años.
«Lo que hay ahora son muchos bares que tienen licencia de Kiosko-Bar y a pesar de ello ponen música. Lo que no es normal es que todo el mundo sea una discoteca, y la calle parezca una feria de a ver quién lo pone más alto, sin gusto y mal ecualizado», critica el artista. Como habitante de esta pedanía, conoce las largas noches sin pegar ojo por el ruido de los locales hasta altas horas de la madrugada. «Aquí dependiendo del viento, si hay levante o poniente, el sonido puede llegar hasta casi dos kilómetros desde la línea de costa», detalla.
Otro de los aspectos que señala el DJ es la pérdida de esencia al haber tantos establecimientos compitiendo por poner música. «Ha provocado que pinche cualquiera que se lleve una lista de temazos, poniendo ese top 50, la 'Potra Salvaje' y a correr. Se ha terminado la esencia del DJ de por aquí que había antaño, y quienes la conservamos no estamos trabajando porque no hacemos algo comercial. Con ello se mata la esencia del músico, y yo me considero un artista porque creo un set, intento jugar y llevar a la gente a un estado dependiendo del público, la hora, el momento, para que escuchen algo que no han escuchado antes». Con esta reflexión dispara un dardo a quienes «van a pinchar por un plato de comida o hacerse publicidad en Instagram».
Esa competencia repercute en que los cachés que cobran los músicos por hacer su trabajo se desvaloricen en muchas ocasiones, algo en lo que coincide Andrés Roldán. «Yo tomé la decisión de valorar mis funciones y elijo donde y con quien trabajo. Además, no solo desempeño el trabajo de artista, la mayoría de las veces tengo que hacer el rol de técnico llevando un equipo de sonido, montando, desmontando y dirigiendo el sonido y, a mayores, hago el espectáculo. La mayoría de chiringuitos demandan conciertos de versiones y cada vez escucho más críticas del público sobre esto, pues están hartos de escuchar las mismas canciones de siempre sin arte ni personalidad», contextualiza.
Lleva más de 20 años en la música, ha trabajado seis años con Kiko Veneno y conoce bien el funcionamiento de este 'mundillo'. «Los vatios que empleo cuando trabajo no dañan el entorno pues los equipos de sonido que uso están preparados para un aforo de 100 personas como mucho y un concierto que dura 1 hora y 30 minutos. La mayoría de la música enlatada que escucho en El Palmar cuando voy a realizar mis conciertos amartilla el cerebro, es difícil escuchar a DJ's que pinchen música orgánica de raíz», apunta.
El propio Andrés se ha visto afectado por la actuación de las autoridades en varios de los locales de esta playa. «Han puesto una denuncia a uno por tener música en vivo y se me han cancelado varios bolos en diferentes locales del litoral sufriendo pérdidas por no haber una ordenación formal y estable por parte del Ayuntamiento. La música es mi sustento, soy autónomo y padre de familia, y hay un tejido social importante entorno a la actividad musical que debería ser sostenible y bien tratado, pues muchas familias viven de ello. Es necesaria una regularización por parte del Ayuntamiento de Vejer», reclama.
Esta situación, extrapolable a Caños de Meca, Barbate, Zahara de los Atunes y Tarifa, ha vivido su máximo exponente en el puente de agosto, pico más alto de la temporada estival. La regularización de la música en la costa gaditana requiere del compromiso político y del control de las autoridades para encontrar una solución que logre conciliar el disfrute de los turistas, el descanso de los vecinos y la subsistencia de músicos, artistas y locales de hostelería.