Tribuna Libre

Prevenir para no lamentar: mirando a Chipiona

Gregorio Gómez Pina es Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos

Cádiz recuerda el maremoto del 1 de noviembre de 1755. L.V.

Gregorio Gómez Pina

Cádiz

Como todos los años, acudo nuevamente al recuerdo del maremoto del 1 de noviembre de 1755 escribiendo en este periódico. Son ya dieciocho los artículos que he publicado desde la catástrofe del tsunami del Índico, posiblemente la mayor de la historia moderna. Entonces me propuse difundir este «extraño» y, afortunadamente, poco frecuente fenómeno, de la forma más pedagógica posible, sin sensacionalismo y con rigor científico. Me han invitado a dar conferencias en diferentes sitios: colegios e institutos, asociaciones, colegios profesionales y ayuntamientos, y lo he hecho con sumo agrado, sobre todo por el interés y respuesta de la audiencia. La última fue, por cierto, este año en la Escuela Oficial de Idiomas de Cádiz. En mis cursos, mis alumnos tienen siempre que dar contestación a un par de cuestiones: ¿qué tiempo tendrías para salvarte, si allá en el horizonte ves una masa «extraña» de agua que se avecina? ¿Qué debes hacer? La solución no es trivial, requiere saber teoría del oleaje, pero les adelanto la solución: ¡tienen sólo unos cuatro minutos! Y no deben quedarse mirando esa montaña de agua que avanza para hacerse algún selfie. ¡Salgan corriendo y suban a una altura equivalente a un 3er/4º piso! Al final, en todas estas conferencias, los asistentes se interesan, con razón, y te preguntan qué deben hacer, cómo sabrán si se va a producir un maremoto, quién emite las alertas, de cuánto tiempo disponen… Preguntas muy lógicas para un ciudadano que viva o esté de vacaciones en la costa.

En España se está avanzando, lentamente, eso sí, en dar respuesta a todas esas cuestiones que se hacen los ciudadanos interesados en este asunto un tanto «extraño» y lejano de los tsunamis. En particular, son los que viven en el Golfo de Cádiz, que tienen conocimiento del maremoto del 1 de noviembre de 1755, tras el terremoto de Lisboa. En el resto de la costa española el desconocimiento o interés ciudadano es mínimo, salvo quizás, en Baleares. Háblenle a un veraneante en Chiclana o en El Puerto de Santa María sobre qué hacer si viniera un tsunami y verán, en general, su cara de extrañeza. ¿Pero esas cosas pueden pasar aquí? –posiblemente le contestarán–.

Aquí en Cádiz siempre ha habido un 'pequeño grupo' –entre los que me incluyo– que hemos intentado, con mayor o menor éxito, concienciar a la ciudadanía y a los organismos competentes sobre la necesidad de prepararse ante un posible riesgo de un tsunami. Éramos vistos, por algunos estamentos, como un tanto 'agoreros', incluso guardo un artículo de un conocido periodista local criticándonos, con ironía. Pienso que había también políticos que pensaban lo mismo. No se quería que se hablara de ello por miedo a crear 'alarma social', que además se pensaba que era perjudicial para el turismo. Recuerdo cuando Cádiz ciudad fue elegida como 'usuario final' dentro del Programa Europeo Transfer (2003-2007), en donde participaron 30 organismos internacionales, dirigido por el prestigioso centro IH Cantabria, y en donde se proporcionaron mapas de inundación, vulnerabilidad y riesgo, fundamentales para el desarrollo de un futuro sistema de alerta frente a un tsunami, y también para el desarrollo y ordenamiento territorial. No le debieron prestar atención alguna dentro del Ayuntamiento de Cádiz, ni en aquella época, ni posteriormente, me consta.

En 2016, y gracias al Instituto Español Para la Reducción de Desastres Naturales con su entusiasta presidente José Antonio Aparicio al frente, y a la colaboración del CEI·MAR (UCA), se realizaron unas jornadas técnicas de muy alto nivel. Durante los descansos de estas conferencias los ponentes fuimos entrevistados y parte de ese material se utilizó en el documental 'La gran ola', dirigida por Fernando Ayuso, que ganó diferentes premios. Curiosamente, Canal Sur tardó mucho en emitirla y, cuando lo hizo, fue a una hora de muy poca audiencia. Estaba claro que existía miedo a crear cierta alarma social.

Afortunadamente, las cosas han ido cambiando y se han ido poniendo, sucesivamente, las bases para prevenir y alertar a la población sobre el riesgo de un maremoto, a nivel estatal, territorial y local. Así se estableció en el 2015 el Proyecto de Directriz Básica de Planificación de Protección Civil ante el Riesgo de Maremotos y en 2021 (demasiado tiempo después, en mi opinión) el Plan Estatal de Protección Civil ante el Riesgo de Maremotos, y en donde ya se establecía el Sistema Nacional de Alerta por Maremotos (SINAM), encargado de emitir los mensajes de alerta por el Instituto Geográfico Nacional. En él se decía que las comunidades y municipios deberían comenzar a prepararse para recibir mensajes de alerta y responder frente a un tsunami. En junio de 2023 la Junta de Andalucía aprobó el Plan de Emergencias ante maremotos, el primero de España de estas características. Se realizó en colaboración con la Agencia Espacial Europea, el GREA y la Universidad de Málaga. En él se han introducido elementos muy interesantes, como la vulnerabilidad edificatoria, rutas de evacuación y puntos de reunión en cada municipio, introduciéndose el sistema 112 inverso, que permite enviar directamente a los teléfonos móviles de la población de una determinada zona un mensaje de aviso de maremoto, así como recomendaciones sobre las medidas a adoptar para protegerse. Esperamos que se exponga en detalle muy pronto y, sobre todo, que se ponga en funcionamiento en todos los municipios costeros.

Chipiona, por otro lado, ha ido avanzando, como municipio piloto en España, en el Programa TsunamiReady ('Preparándose para un tsunami') europeo, con el apoyo de la UNESCO y de la mano del grupo IH Cantabria. El objetivo es minimizar el riesgo que representan los tsunamis y salvar vidas a través de una mejor planificación, educación, sensibilización y comunicación de las alertas. Muchos han sido los trabajos allí realizados, como los mapas de inundación, para conocer dónde se concentra y evacúa la gente, qué rutas deben seguir, en qué zonas se deben refugiar y qué tiempo tardan. Todo ello en talleres, para evaluar dichos mapas y en donde interviene la policía local, protección civil y muestras de la población, por edades, para evaluar los tiempos de evacuación en las distintas rutas señalizadas. Este ayuntamiento cuenta además con el Edificio San Fernando, desde donde se coordinan todas las actividades relacionadas con TsunamiReady. En ese sentido, hay un completo programa de actividades relacionadas con la efeméride del maremoto desde el día 30 de octubre, incluyendo la popular procesión del Santísimo Cristo de las Misericordias para el 1 de noviembre.

Ojalá que, para el próximo aniversario del maremoto de Cádiz, sepamos cómo actuar, bajo el lema 'Prevenir, para no lamentar', mirando siempre a Chipiona como un municipio costero que se ha estado preparando a conciencia.

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