Narcotráfico | cádiz
El gran destrozo medioambiental, el otro efecto del grave daño del narcotráfico en Cádiz
Los traficantes también deterioran la naturaleza: arrojan cientos de garrafas al agua por esteros, queman lanchas en Doñana, tiran gasolina o basura... y todo ello en espacios protegidos de alto valor ecológico
El 'petaqueo' por los caños, suma y sigue: más de 15.000 litros de gasolina para narcolanchas intervenidos en horas
Narcos queman 'petaqueras' en el río Guadalquivir
Sin ley que valga, ni respeto a las normas, la responsabilidad o lógica sobre los comportamientos que se tengan no responden a ningún tipo de parámetro normal. En esos actos no se tiene en cuenta qué es lo que correcto y qué lo incorrecto. Simplemente, se hace y no importa. Por tanto, si una persona se dedica a traficar con droga sabiendo de sobra que es ilícito, todo lo que ello conlleve, no entra tampoco en una supuesta consideración o sensibilidad.
Y es que además del evidente daño que pueda causar sobre una sociedad el tráfico de sustancias estupefacientes, el deterioro en la salud de quien las consume, su posible adicción, el quebranto vecinal, familiar que provoca o cualquier otra consecuencia de ello, ese ir y venir de droga por vía marítima desde Marruecos a España pasando por el Estrecho, también esta generando en todo el litoral gaditano un importante e irreparable destrozo mediambiental.
Las imágenes de las lanchas desafiando a los cuerpos de seguridad, actuando con mayor o menos impunidad, en persecuciones, varadas, entrando a alijar, cargando, descargando... llegan y se han visto cientos de veces. El tránsito es continuo. Como también lo es la basura que dejan en ese recorrido. Tanto estas narcolanchas como todas aquellas embarcaciones que les sirven de apoyo a su logística o que forman también parte de estos grupos criminales.
Y ese mapa es claro. Cualquier orilla de fácil entrada y rápida salida al mar les vale. Da igual si es una playa, la desembocadura de un río, o un estero. Todo aquel canal que les sirva para llegar a su destino que es el poder cumplir con sus planes de entregar la mercancía en el punto acordado puede ser una parada en este cuaderno de bitácoras del delito.
Y ello es obvio cuando se observa los rastros que dejan a su paso. Siempre ha ocurrido, pero desde hace unos años que la presión sobre el uso de las narcolanchas ha ido a más, y solo el navegar en ellas puede suponerles un castigo penal sobre contrabando, el abandono de estas semirrígidas y de otras lanchas para no ser interceptados es habitual. Y atrás dejan las embarcaciones que, dependiendo del ayuntamiento en cuestión, de Costas, de los depósitos judiciales, de la posibilidad de trasladarlas, o de quien se quiera hacer cargo, pueden llevarse semanas, incluso años varadas o tiradas en arenales o espacios naturales donde aún con motores incluso o llenas de plásticos y otros materiales se van deteriorando.
Así ha ocurrido por ejemplo por la playa de Camposoto (San Fernando), playas de la Costa Noroeste, o en Cortadura, entre otros muchos lugares donde tanto por el narcotráfico como por la llegada de pateras se han podido ver estas lanchas abandonadas durante meses y años.
Del mismo modo ocurre con otras embarcaciones de madera o más pequeñas que se están utilizando para cargar en ellas el combustible que se traslada hacia mar adentro como suministro de las 'gomas'.
En este caso además se trata del traslado constante de bidones de gasolina que en muchas ocasiones se tiran al agua para que no sean interceptados con ellas si se ven sorprendidos. Es decir, tiran cientos de garrafas de plástico y gasolina en lugares tan protegidos y sensibles como los esteros que recorren Chiclana, San Fernando, Puerto Real, El Puerto...
En muchas ocasiones las fuerzas policiales se esmeran en recoger y sacar del agua estas petacas -con hasta 25-30 litros de combustible cada una- pero no siempre se puede ni se localizan, o se las llevan las mareas.
Actualmente las zonas que están sufriendo este daño en mayor medida son dos. Las más transitadas por estas 'collas' dedicadas al petaqueo. Por un lado, los caños de Sancti Petri. En toda su extensión. Sin ir más lejos estas semanas y en varias actuaciones, agentes de la Guardia Civil interceptaban en este paraje 800 garrafas, más de 16.000 litros. Bidones que fueron arrojados también al agua y abandonados en la marisma con el daño medioambiental que ello supone.
«Un día va a salir ardiendo el coto de Doñana o cualquier parque natural por culpa de esta gente»
Y por otro lado, toda la desembocadura del Guadalquivir, un estuario de alto nivel ecológico con una riqueza única de fauna y flora y que ha sido 'invadido' por estas organizaciones criminales. En este sentido, se advierte de otro peligro que se ha detectado en los últimos meses al respecto ya que muchos de estos delincuentes llegan a prender fuego a las embarcaciones antes de abandonarlas, en la orilla o cualquier recoveco al lado del parque natural.
«Un día saldrá ardiendo el Coto de Doñana por culpa de esta gente», aseguran. En otras ocasiones, el fuego está provocado por rencillas entre estas bandas y ajustes de cuentas. «Es fácil que puedan explotar los motores o haya cualquier incidente o problema que provoque un siniestro medioambiental».
También en la zona de la desembocadura del Guadalquivir se han interceptado redes y numerosos desperdicios que se arrojan o abandonan por cualquier lado. Ha ocurrido incluso en el mismo curso del río ya que se han utilizado las conocidas como 'anguleras', las plataformas flotantes que siempre se han utilizado para capturar estas especies propias del estuario, para guardar pertenencias, fardos o también petacas de gasolina.
Recientemente la Guardia Civil ponía en marcha un importante operativo para desinstalar estas plataformas que quedaban y así evitar que se siga produciendo este daño y también que les sirva a los grupos criminales como zona de repostaje y también de escondite.
Otros puntos
Pero en todo el litoral gaditano hay muchas otras zonas con un altísimo valor ecológico que también están sufriendo este 'daño colateral' del narco. Entre ellas, la zona de la Breña en Barbate, o toda el área de Guadarranque, o en la Bahía de Cádiz, el parque de los Toruños y todo el entorno del Río Guadalete hasta su llegada hacia Jerez. Por allí, por el Poblado de Doña Blanca, o por cualquiera de estos rincones también hacen estragos estos amigos del delito que también ponen a diario en riesgo un tesoro tan preciado.
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