Cádiz
La flor cortada gaditana pide ayuda ahogada por la sequía y los temporales
El sector afronta una de las campañas más fuertes del año «con los invernaderos repletos de flores» pero asfixiado por la escasa rentabilidad de los cultivos
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Las floristerías gaditanas bullen en actividad con los preparativos para la festividad de Todos los Santos y el día de los Difuntos, fechas señaladas en el calendario familiar para recordar a los fallecidos y rendirles tributo visitando los cementerios para ornamentar y enlucir lápidas y nichos.
Una tradición, que se mantiene pese a la creciente colonización de Halloween, y que se oficializó cuando en el siglo IX el Papa Gregorio III estableció el 1 de noviembre como el día para esta festividad que ya venía celebrándose siglos atrás y que conmemoraba a los mártires. Si bien es cierto que mucho antes, en enterramientos de entre 11.000 y 13.000 años de antigüedad, ya se han hallado restos de flores coloridas y plantas aromáticas.
Las flores nos acompañan desde tiempos inmemoriales durante todas las etapas de la vida y son un elemento fundamental para fijar recuerdos importantes. Y es en Cádiz donde se cultiva el 65% de la producción española. «La Costa Noroeste es el epicentro del comercio de la flor cortada a nivel nacional«, explica Luis Manuel Rivera. El responsable de Flor Cortada de COAG Andalucía recuerda que Chipiona, Rota y Sanlúcar (junto con la zona del Bajo Guadalquivir) son el núcleo de una industria muy profesionalizada, que tiene una tradición de más de 50 años y que ahora atraviesa uno de sus momentos más complicados tras haber perdido más de la mitad de la superficie cultivada y soportar primero la pertinaz sequía y posteriormente el paso de las destructivas borrascas 'Aline' y 'Bernard' por la provincia. «Los daños del temporal han sido numerosos y han afectado tanto a cultivos como a infraestructuras. En muchos casos los invernaderos se han venido abajo, dejando parte de la producción a la intemperie ante el temporal«, lamenta Rivera que respalda con cifras la difícil situación que soportan los agricultores de la flor cortada. »Antes de la pandemia había cerca de 450 hectáreas cultivadas y ahora no se alcanzan las 250«.
El sector lucha por sobrevivir contra viento (como el ha dañado parte de invernaderos en Chipiona hace unas semanas) y marea (por los altos costes de producción, la sequía y la competencia desleal de las flores importadas). No es fácil porque «estos destrozos han afectado a la flor cortada a escasos días de que este sector viva una de las fechas clave», con el Día de todos los Santos y el de Difuntos cuando se producen el 30% de las ventas anuales.
Implicación de todos
Los agricultores reclaman una mayor implicación de las administraciones públicas, Ayuntamientos, Diputaciones, Junta Central para aportar ayudas y lograr que este sector no desaparezca: «Nuestros floricultores necesitan el apoyo de todos, ahora más que nunca. Desde las instituciones hasta los ciudadanos. Es necesario que no se pierda la tradición de regalar y comprar flores«.
Las flores frescas de Andalucía tienen un «valor añadido porque generan empleo« en una provincia con una la tasa de paro del 21,8%, según los datos de la EPA publicados el pasado jueves. Es por ello que el responsable de Flor Cortada de COAG Andalucía insiste en que «necesitamos un respaldo decidido y no puntual de las administraciones para seguir manteniendo el sector. Las inversiones que tenemos que hacer son importantes y la incertidumbre siempre juega en nuestra contra. Trabajamos a merced del tiempo y de la climatología; nos afectó la pandemia pero también la invasión de Ucrania por Rusia porque ese mercado importaba nuestras flores y ha cerrado; además no somos ajenos a la subida de los costes de producción porque nos repercute en la luz y la calefacción que empleamos para las plantas, en los abonos, el transporte...«, enumera Rivera. Por si fuera poco, también influyen los hábitos de vida y los cambios en la mentalidad de la sociedad. Y es que cada vez son más personas las que prefieren la incineración y no todas las cenizas se conservan en columbarios. «Todo esto se nota negativamente en las ventas de flores» y aunque existen líneas de Agroseguro para este tipo de producciones, su aceptación por parte del sector es muy baja, por lo que las ayudas diseñadas por las administraciones que tengan como requisito tener suscrita póliza de seguro agrario, tienen una repercusión prácticamente nula en el sector.
De crisantemos a claveles
La variedad de flores en las plantaciones gaditana es muy amplia. No en vano, la Costa Noroeste se considera «el Jardín de España» y cultiva desde los crisantemos a los gladiolos pasando por las gerberas y matthiolas.
El crisantemo es la flor del Día de Difuntos porque su breve floración coincide con el final del otoño (entre octubre y diciembre) y ninguna otra planta evoca tan claramente que la vida tan sólo es un tránsito. Simbolizan el amor, la longevidad, la eternidad y el respeto. La emperatriz Josefina de Francia la bautizó como «flor de oro» uniendo Chrysos (oro) con anthemos (flor). Es la flor icónica en estas fechas pero no es la única. La rosa (simboliza amor, belleza y el cariño), el clavel (admiración y homenaje) y el gladiolo (transmiten la idea de sinceridad) son muy habituales.
«Antes existía la tradición de llevar crisantemos al cementerio pero las actuales generaciones han cambiado y se piden todo tipo de flores« como el anthurium, las orquídeas y los 'bouquet' que llevan una gran variedad de flores y se pueden confeccionar a gusto del cliente. »La mayoría buscan que la flor sea de gran durabilidad«, explica Rivera que insiste en la necesidad de «regalar vida» y apoyar a las familias y a la economía local «comprando las flores naturales» y no de plástico.