Incendio en Puerto Real
Experto en ecología del fuego afirma que «el desastre ecológico» en Puerto Real «no lo es tanto»
Fernando Ojeda, catedrático de Botánica de la Universidad de Cádiz, señala que «la continuidad paisajística de pinos» era el principal amenaza en Las Canteras, ya que se trata de «una especie tremendamente inflamable»
«En la primavera que viene, hablo entre febrero y mayo del año 2024, esa zona quemada va a estar preciosa»
El incendio en el parque de Las Canteras de Puerto Real puede ser «una ventana de oportunidad». Así lo manifiesta para LA VOZ Fernando Ojeda Copete, catedrático de Botánica de la Universidad de Cádiz (UCA). Según sus propias palabras, el principal problema existente en el pinar era la propia «continuidad paisajística de pinos», que se trata de «una especie tremendamente inflamable», y «cuando hay un fuego en verano, con menos humedad relativa y con un fuerte viento de levante, todo eso es yesca, eso arde un montón», y añade, «cuando hay una zona con una continuidad muy grande de pinos», como era el caso en Puerto Real, «eso ya está alterando de algún modo la biodiversidad».
«¿Por qué se queman 30.000 hectáreas en Sierra Bermeja?, o ¿Por qué arden 80 hectáreas en Puerto Real?. Por una continuidad de plantaciones forestales», afirma. «En el caso de Puerto Real, está claro que el inicio del incendio es provocado, pero no hay nadie que se haya puesto con una linterna de fuego en las ochenta hectáreas, lo han iniciado en uno, dos o tres focos, eso es lo que han hecho quienes han provocado el fuego, pero el resto es consecuencia de la propia estructura del paisaje, que era una continuidad de masa forestal, de pinos, que han ardido», argumenta, y agrega que «cuando el fuego llegó a zona de marismas secas como en Las Aletas, ha ardido por alguna parte, pero al ser una zona de estepa, ahí el fuego se para, o es más fácil pararlo».
«Yo no tengo nada en contra de los pinos, me parecen especies muy interesantes con un importante papel ecológico en su medio natural. Estoy en contra de plantaciones forestales monoespecíficas, y sobre todo, de una continuidad paisajística de pinares densos de forma artificial. Esa es una de las principales causas de los grandes incendios forestales», señala.
Apunta que en Puerto Real «hay mucho apego por ese pinar», por lo que «yo volvería a poner pinos en el parque de Las Canteras si la sociedad lo demanda», pero lo haría «bien gestionado, con un paisaje más abierto, más en mosaico».
«Hay evidencias científicas suficientes que avalan que muchos paisajes mediterráneos (como es el pinar de Las Canteras), se ven favorecidos por la ocurrencia esporádica de incendios, no solo las plantas, también animales, por extraño que parezca», y afirma que «es indudable que un incendio es un riesgo para las personas, pero rara vez es un desastre ecológico y, cuando lo es, ese desastre estaba ya antes del fuego «. «En muchos pinares densos de nuestra geografía el desastre ecológico ya estaba antes de que ardieran. Esas masas continuas de pinar, en muchos casos pobremente gestionadas, son un desierto verde y suponen una amenaza porque, como alguien o algo los prenda, provocan megaincendios, fuegos inextinguibles que los ingenieros forestales denominan fuegos de sexta generación. Su existencia se atribuye al cambio climático, quien no es más que el perfecto aliado de una continuidad paisajística de biomasa inflamable». Y añade que «es sorprendente la aparente discrepancia entre el conocimiento científico sobre las consecuencias positivas del fuego en ecosistemas Mediterráneos y la información que desde la gestión y los medios de comunicación se le da a la sociedad. A veces pienso que la razón es evitar malentendidos que puedan provocar su proliferación (no olvidemos que los fuegos son peligrosos para las personas). Pero no se debe tratar a la sociedad de forma condescendiente y paternalista ocultándole información. El acceso al conocimiento es un derecho universal, como lo es la educación».
La regeneración y futuro de Las Canteras
Aunque pueda parecer sorprendente, para Fernando Ojeda «en la primavera que viene, hablo entre febrero y mayo del año 2024, esa zona que ardía va a estar preciosa», debido a que «va a haber una ebullición de vida sin necesidad de hacer prácticamente nada». Anima a los puertorrealeños a que, en primavera «vayan a pasear a Las Canteras y vean lo que hay porque es probable que vean muchas especies en flor y otras especies que antes no se veían o eran menos frecuentes».
Sobre si hay que tomar algún tipo de actuación de reforestación en Las Canteras, puntualiza que «en principio no hay que plantar nada». «Hay plantas leñosas como el lentisco o la coscoja que no mueren tras el fuego; se quema su parte aérea pero las raíces viven y la planta rebrota, y luego hay otras como las jaras que sí mueren abrasadas por el fuego, pero tienen un banco de semillas en el suelo; no hay que plantar nada, la misma naturaleza ya ha plantado y va a salir», recalca.
Los protocolos en restauración post-incendio «aconsejan que en el primer año no hay que hacer nada, salvo controlar que no haya una gran cantidad de ganado pastando que pisotee y se coma los rebrotes, ya que eso sí puede comprometer el proceso de regeneración natural. Tras un incendio, el suelo es susceptible de sufrir compactación por pisoteo. Por ello, creo que es muy acertado el bando municipal de pedir a la población que, de momento, no acceda al parque de las Canteras. Más adelante podría abrirse el acceso, restringiendo el paseo a caminos marcados«.
«La regeneración natural no hay que subestimarla, hay que dejarla actuar. El incendio es una perturbación natural y, después del fuego, habrá especies que vivan en esa ventana temporal de dos o tres años post-incendio; hablamos por ejemplo de hongos e insectos xilófageos que se alimentan de la madera quemada y predadores de esos insectos, como arañas, aves, reptiles y pequeños mamíferos».
Es complicado dar una fecha para que Las Canteras presente la misma imagen previa al incendio. «Yo creo que pueden ser cinco o diez años, pero ojo, no es que en cinco años eso vaya a estar desolado, a lo mejor esos años son una maravilla por la presencia transitoria de otras especies» y advierte que actuaciones silvícolas que impliquen «maquinaria pesada sí podrían comprometer la vida que puede estar gestándose ahora en el suelo quemado». Para volver a como estaba antes del incendio «pueden pasar cinco o diez años, pero ahora va a seguir estando; no voy a decir mejor, pero sí diferente. Y en la diferencia radica la biodiversidad».
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