INDUSTRIA
El BAM se eterniza
La obra de este buque de apoyo a submarinos en Puerto Real no se prevé hasta el horizonte de 2024
Los requisitos técnicos de su diseño impiden arrancar los trabajos en el primer semestre de 2023 como se había anunciado
Navantia y la Armada firmaron el pasado septiembre la revisión de su diseño, que pasa ahora a fase de ingeniería
La carga de trabajo en el astillero puertorrealeño depende de las reparaciones de barcos y de la llegada de encargos eólicos
La obra del Buque de Acción Marítima (BAM-IS) para apoyo a submarinos se eterniza. El proyecto de construcción de este barco, el séptimo de la serie, para la Armada española se aprobó en junio de 2021, sin embargo, las exigencias técnicas de la Armada, así como las modificaciones introducidas en su diseño, han llevado a dilatar una obra cuyo arranque estaba previsto para 2022 y luego se anunció para el primer semestre de 2023. El barco se construirá en el astillero de Puerto Real y cuenta con financiación en los Presupuestos Generales del Estado. De hecho, el Gobierno ha reservado una partida de 69,9 millones de euros para 2023. También destinó 58 millones en 2022 y 53 en el presupuesto de 2021. La inversión para esta barco de altas capacidades tecnológicas de 183 millones de euros
Todo apunta, con estas expectativas, a que la obra no arrancará hasta 2024, después de que el pasado septiembre quedara aprobada la revisión inicial de su diseño definitivo. El principal objetivo de esta revisión no ha sido otro que superar una primera fase de ingeniería de consolidación del diseño, con la aprobación de su configuración y de sus sistemas clave. El presidente del comité de empresa de Puerto Real, Juan Escamilla, reconoce que el proyecto, aunque sigue su curso, no arrancará en los talleres del astillero hasta 2024. De hecho, la industria auxiliar gaditana no tiene constancia aún de fecha de inicio ni de preparativos para la licitación de las secciones del barco.
Mientras tanto, el desánimo cunde en la factoría puertorrealeña que ve como su futuro más inmediato se encadena a las reparaciones de cruceros y gaseros que desvía el astillero de Cádiz y a la espera de que cristalice el contrato eólico marino entre Navantia y Ocean Winds.
El acuerdo con Ocean Winds
Cabe recordar que Ocean Winds, una empresa española dedicada a energía eólica marina, firmó el pasado junio con Navantia un acuerdo de reserva de capacidad para construir dos cimentaciones tipo jacket y pilotes asociados para las subestaciones de dos parques eólicos marinos en Francia: 'îles d'Yeu et Noirmoutier' y 'Dieppe Le Tréport', con una capacidad de generación de 496 MW cada uno y entrada en operación a partir de 2025.
Distintas fuentes consultadas por LA VOZ han advertido de que el acuerdo aún no cuenta con la bendición definitiva. Se trata, de momento, de una reserva previa a la formalización del contrato. Las jackets se construirán en Puerto Real, donde generarán aproximadamente 380.000 horas de trabajo.
Los trabajos iniciales de ingeniería ya han comenzado y la entrada en carga de astillero será temprana. La construcción de las jackets, según la propia Navantia, se iniciará a principios de 2023. Ambas estructuras se entregarán en 2024 y 2025.
Se trata del primer acuerdo anunciado por Navantia desde que, el pasado mes de abril, presentó su marca comercial
Navantia Seanergies para impulsar su actividad en el sector de las energías verdes, con foco en los mercados de la energía eólica marina offshore y el hidrógeno.
La obra que no llega
La obra que aguarda el astillero con especial impaciencia es la BAM-IS, que supondrá una inversión de 183 millones, con un impacto de un millón de horas y 1.115 empleos entre directos e indirectos al año.
La reactivación de Puerto Real es uno de los retos que asumió el nuevo presidente de la compañía, Ricardo Domínguez, nombrado en abril de 2021 en sustitución de Belén Gualda , que pasó a presidir la SEPI, la sociedad estatal de la que depende Navantia.
La situación en el astillero de Puerto Real se complica. Lleva dos años bajo mínimos. Culminó a lo largo de 2020 los tres proyectos offshore que tenía entre manos. Desde entonces, su actividad se ha centrado en servir de complemento al astillero de Cádiz en la reparación de cruceros, gaseros y petroleros.
En julio de 2020, la planta de Puerto Real terminó la construcción de las 20 jackets para el parque eólico Monray Firth East, mientras que en octubre de ese año acabó la subestación encargada por las noreugas Equinor y Aibel para el campo petrolífero de Johan Sverdrup. En noviembre del mismo año la construcción civil se remató en el astillero puertorrealeño con la salida de una estructura flotante para el campo eólico marino Kincardine. Estos tres proyectos han sido los últimos trabajos de construcción civil que ha realizado el astillero de Puerto Real.
Desde enero de 2021 hasta ahora se ha dedicado a la reparación de ocho grandes cruceros, dos petroleros y un gasero. De nuevo, las luces rojas se han encendido y el comité de empresa de la factoría ha dado la voz de alarma y exige a la dirección de Navantia que se suba al tren de la construcción de gaseros y petroleros. De hecho, su comité ha recordado que los astilleros asiáticos están desbordados con la llegada de nuevos encargos y no pueden absorber más peticiones hasta 2025.
La crisis energética, favorecida por la guerra de Ucrania y las tensiones con Argelia, uno de los principales suministradores de gas de España, han llevado a las grandes compañías energéticas a invertir en tanqueros para el transporte por mar de gas y petróleo. Los astilleros gaditanos han construido este tipo de buques a lo largo de su historia. De hecho, entre 2016 y 2019, el astillero de Puerto Real construyó cuatro petroleros para el grupo vasco Ibaizábal, sin embargo, la competencia asiática en este negocio obliga a ajustar muy a la baja los precios. La propia Navantia aclara que no está cerrada a la obra civil de gaseros y petroleros, pero se debe llevar a cabo bajo los criterios de competitividad.