IX Congreso de la Lengua
El español se pone prosaico: los planes para que la lengua salga bien
La ministra Calviño explica en el congreso de Cádiz la estrategia para fomentar el valor del idioma en el contexto de la era digital
Una oda sólo es buena de un billete del Banco al dorso escrita. Este prosaico hipérbaton (correspondiente a la rima XXVI de Gustavo Adolfo Bécquer) podría servir para resumir en parte la sesión plenaria llamada 'Diversidad y unidad de la lengua española. Actividades y proyectos del Instituto Cervantes', que ha tenido lugar en la mañana de este miércoles 29 de marzo en la tercera jornada del IX Congreso Internacional de la Lengua Española. En el encuentro se ha hablado sin tapujos de las inversiones y del esfuerzo que se están realizando desde esta institución, en colaboración con otras entidades, para que el español sea una lengua que, además de rimas y leyendas, aporte un valor extra a la economía española, en especial, en el reto de la digitalización y la globalización.
La mesa no podía calificarse de menor. En ella se sentaban, metafóricamente, Luis García Montero, director del Instituto Cervantes; Carmen Pastor Villalba, directora académica del Instituto Cervantes; y Raquel Caleya Caña, directora cultural de la Institución. Además, en la mesa participó la ministra Nadia Calviño, titular de Asuntos Económicos y Transformación Digital.
Los focos estaban puestos en la ministra, que fue quien cerró la sesión plenaria. Fiel a su estilo pragmático, Calviño estuvo más prolija en proyectos que en lucimientos. Apostó mucho más por la prosa que por el verso ante el reto del «inmenso valor que tiene una lengua con 600 millones de hablantes en el mundo y que es la segunda, nivel mundial, como lengua materna«.
Calviño -que agradeció a todas las personas que «de forma visible y, sobre todo, invisible han conseguido organizar el Congreso en tiempo récord y convertir España y Cádiz en este punto de encuentro«- valoró las »extraordinarias oportunidades de nuestra lengua« en el contexto actual. »Las nuevas tecnologías suponen la posibilidad de fomentar su unidad y su valor global, además de preservar su identidad. Esta idea de unidad y diversidad se proyecta de manera especial se produce un cambio tecnológico como es la digitalización«. Como se ha repetido en las distintas sesiones del este IX Congreso Internacional de la Lengua, hay que dejar de ver la digitalización como una amenaza: debe ser un aliado.
Tan aliado es el proceso de globalización que la ministra quiso destacar los esfuerzos del Instituto Cervantes por mejorar la penetración del idioma en la India, «un mercado con 1.3000 millones de personas». Así, se están potenciando programas para formar profesores y que, incluso, puedan venir a España a completar su formación. El interés no es sólo cultural, que también, sino por el retorno que puede generar este poder blando del idioma tanto en futuras inversiones como en el turismo.
Calviño resaltó que una de las fortalezas del español es su capacidad para «adaptarse a las diversidades culturales y a los nuevos tiempos«. »Para eso hemos lanzado el PERTE, un proyecto estratégico para que la inteligencia artificial no solo hable y comprenda el español, sino que piense en español y comprenda esa riqueza«. Esta batalla en la red por preservar el español cuenta con inversiones de unos 340 millones de euros y entronca con los proyectos de los Next Generation.
Ese programa que pretende que las nuevas tecnologías no arrinconen nuestras lengua lleva aparejada una fuerte inversión económica, con la que se pretende que, a medio plazo. repercuta «en la economía de la ciudadanía«. Que las máquinas hablen español sería un reto, precisamente, para que los hispanohablantes no se queden atrás.
Eso sí, no hay que pensar que la intervención de Calviño estuvo desprovista de alma. También llamó a preservar el patrimonio lingüístico, «que es más que cuidar el vocabulario, es salvaguardar uno de nuestros elementos de identidad, uno de nuestros elementos más preciados». Pero la ministra no se olvidó tampoco de la otra parte, que se ha mostrado sin complejos en este IX Congreso de la Lengua: «nuestra lengua es un motor económico y de progreso social«.