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Las empresas gaditanas que el viento se llevó

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Aunque la creación de empresas repunta tras el impacto de la pandemia, muchas no han soportado la precaria situación que arrastraban en el último lustro

Desmantelamiento de las antiguas naves de Altadis, ahora de Zona Franca. NACHO FRADE

Álvaro Mogollo

Cádiz

El cierre de una empresa histórica como La Ibense pone de manifiesto las dificultades que han sufrido distintas compañías que fueron emblemáticas en sus respectivos sectores durante mucho tiempo. Las que resistieron a la crisis de 2008 no pudieron hacer lo propio con la pandemia, si es que lograron llegar en pie a 2020.

Aunque durante la crisis sanitaria del coronavirus, que afectó de manera casi generalizada a las empresas, quienes más lo sufrieron fueron las pymes, cerrando casi una de cada cinco a nivel nacional. Aunque no todas las grandes empresas lograron surfear la ola.

A una provincia ya castigada por el desempleo, el desmantelamiento de auténticos referentes complicó más la situación de muchos trabajadores que se vieron en el paro tras llevar años estabilizados en sus puestos. Como sucedió con Delphi, sonado cierre que se ejecutó hace ya tres lustros y que dejó en la calle a más de 1.500 empleados.

Cádiz cuenta con un largo y negro historial de motores económicos que acabaron bajando la persiana. Tabacalera es otro de los ejemplos más claros, que tras 273 años de historia en la Bahía y dando empleo a miles de trabajadores, cerró en 2013 bajo la firma de Altadis, de la británica Imperial Tobacco.

También fue mediático el cierre de Cádiz Electrónica, empresa filial de la americana Visteon, en 2011. El centro de trabajo situado en El Puerto dejó a casi 400 empleados en paro.

El ladrillo también se ha cobrado importantes víctimas en la provincia con la quiebra de constructoras muy potentes, siendo una de las más conocidas el Grupo JALE. La empresa tenía diversificada su línea de negocio y era propietaria de importantes establecimientos como el Hotel Monasterio o Las Beatillas en El Puerto o el famoso Incosol en Marbella y un millar de empleados se quedaron sin trabajo. El propietario, José Antonio López Esteras, libró una cruzada judicial para intentar demostrar que el concurso de acreedores presentado en 2008 no fue fraudulento y la justicia le dio la razón en 2019.

La cadena de supermercados Supersol, fundada por el que fuese presidente del Cádiz C.F. Antonio Muñoz Vera, era un clásico en los municipios de la provincia y fue en progresivo declive desde hace años hasta que acabó siendo absorbida por la multinacional Carrefour el año pasado. 272 trabajadores quedaron en el paro en la fusión con la empresa francesa.

La empresa de productos congelados Procosur, radicada en la Zona Franca y con tiendas en diversas localidades, entró en concurso de acreedores en 2014 por una deuda que tuvo su principal motivación en una inversión de 20 millones en sus instalaciones de producción.

Y no se puede olvidar al pequeño y mediano comercio, que ha sido la gran víctima de las dos crisis económicas vividas en los últimos 15 años. Muchos pequeños negocios invirtieron con la esperanza de vender lo suficiente para hacer rentable el comercio de cercanía. Pero en muchos casos, la subida generalizada de los alquileres unido al alza de los precios de los suministros como la electricidad o el encarecimiento de las materias primeras debido a la inflación, ha hecho que no puedan satisfacer los gastos y sacar un margen mínimo con el que hacer rentable su actividad y se han visto obligados a desistir.

Sin embargo, las estadísticas indican que la situación general no es del todo negativa puesto que la apertura de nuevas empresas supera a los cierres. Pero con un matiz, esos registros empresariales contemplan a aquellos autónomos que han emprendido por su cuenta, algo que se ha disparado tras la pandemia.

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