EL PUERTO

El ilustre escritor americano que supo lo que es vivir en El Puerto

Washington Irving, autor de 'Cuentos de la Alhambra', vivió en El Puerto durante el otoño de 1828

Placa a Washington Irving en el número 57 de la calle Palacios J.Z

Juan Zaldívar

El Puerto

El Puerto de Santa María ha llegado a ser un más que digno hogar del arte de las letras. Bien sabido que es que la ciudad es la sala de maternidad de lo mejor del teatro patrio con Pedro Muñoz Seca y una de las caras de la Generación del 27, Rafael Alberti. También es sabido por muchos la presencia Nobel de Juan Ramón Jiménez en el colegio de jesuitas de San Luis Gonzaga de El Puerto de Santa María en 1893, donde estudió durante cuatro años.

Washington Irving es uno de esos hombres de letras que supieron lo que es la vida en El Puerto. El escritor y diplomático americano estuvo en España en dos tramos distintos, un primero desde 1826 hasta 1829 y uno segundo como embajador norteamericano, de 1842 hasta 1846. Es famosa su estancia en Granada durante aproximadamente tres meses entre mayo y julio de 1828; presencia que inspiró sus famosos 'Cuentos de la Alhambra', y Granada se ha aprovechado bien de ello turísticamente hablando.

En un principio, Washington Irving viene a España en 1826 ya que le ofrecieron un puesto de agregado en la embajada de Estados Unidos en España, con la misión de traducir al inglés los textos sobre Cristóbal Colón de Martín Fernández de Navarrete. Todo eso desembocaría en el libro 'La vida y viajes de Cristóbal Colón'.

Tras pasar dos años en Madrid estudiando y leyendo archivos de historia, puso rumbo, febrero de 1828, a Andalucía. Este joven norteamericano hizo su viaje hacia la «tierra bella y fragante» que él llamaba. El ansia, las ganas y la ilusión de un joven que se enamoraba del hispanismo y quería conocer de veras el alma espiritual y cultural de España. Hizo el viaje acompañado del cónsul general ruso, Alexandre Gessler.

Se instaló en Sevilla, donde esperó meses a una autorización de la Corte para acceder al Archivo de Indias. Fue en Híspalis donde pudo disponer del ocio para trabajar en uno de los manuscritos que le habían acompañado en sus viajes, 'La conquista de Granada y La Alhambra'. Uno de esos días tuvo la gran fortuna de conocer a Cecilia Böhl de Faber, más conocida por su seudónimo 'Fernán Caballero'; también conoció a su padre Juan Nicolás, natural de Hamburgo y cónsul en España de Federico III de Prusia, también era un ferviente admirador de Calderón de la Barca. Las buenas migas, las charlas sobre el romancero y el enamoramiento hacia la hispanidad desencadenó en una invitación a El Puerto de Santa María, donde Böhl de Faber vivió durante años.

Irving llega a El Puerto el 23 de agosto de 1928, acompañado de su amigo inglés John Hall. Ambos se alojan, en primer lugar, en una casa de la calle Palacios, en el número 57, misma parcela donde se encuentra el histórico Ultramarinos La Diana. En esa estancia finalizó sus libros de Colón y de la Conquista de Granada.

Debido al bullicio del vecindario y la animada vida de la zona, no puede concentrarse para trabajar, lo que hace que ambos amigos se trasladen a la finca 'El Cerrillo'. Juan Nicolás Böhl de Faber y su esposa doña Frasquita Larrea consiguen convencer a la familia Moseley, propietaria de la finca, para la cesión de la finca al escritor y su amigo. Allí fue donde pasó la mitad de aquel otoño de 1828 hasta que la desdicha se hizo paso.

Ante la amenaza de una epidemia de fiebre amarilla que se ha desatado en Córdoba y Gibraltar, la familia Moseley vuelve y decide quedarse en su propiedad. Irving y Hall deciden marchar a Sevilla huyendo también de la epidemia. Pero Sevilla, confinada como estaba, no admite a viajeros procedentes de Córdoba o Cádiz. Irving y Hall deciden volver a El Puerto y, por mediación de unos amigos ingleses, consiguen alquilar la finca de recreo de 'El Caracol'.

En noviembre Sevilla vuelve a permitir el acceso, e Irving marcha hacia el Archivo de Indias. Su amigo Hall se queda en la finca y acaba muriendo la madrugada del 24 de noviembre tras haber caído fatalmente de su caballo. La familia de Böhl de Faber se encarga de su entierro, un sepelio íntimo cerca de la casa de «El Caracol», ya que, debido a la condición de anglicano del inglés, no se le permitía tierra en el Cementerio Católico de El Puerto.

Irving no asistió al funeral y no volvería jamás a El Puerto. Seguiría de tertulias con Cecilia por Sevilla y seguiría escribiéndose con su padre, pero no volvió a la Ciudad de los Cien Palacios. Habría que esperar 128 años para que, el embajador de los EEUU en Madrid, Mr. John Davis Lodge, presidiera el 27 de enero de 1956, un acto de homenaje a Washington Irving, diplomático norteamericano que ostentó ante la reina Isabel II la representación de su país en el siglo XIX. En conmemoración del ilustre escritor se descubrió la placa que encontramos en la calle Palacios.

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