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Ignacio, el ingeniero que volvió a El Puerto para presidir Osborne

Ignacio Osborne Cólogan, presidente del Grupo Osborne, compañía portuense que celebra su 250 aniversario siendo la sexta generación familiar

GORETTI DOMECQ

El Puerto

Ignacio Osborne Cólogan es el presidente del Grupo Osborne, una empresa que está de aniversario. Cumple 250 años desde su creación, siendo así una de las 100 empresas familiares más antiguas del mundo.

Además de esa reconocida faceta profesional, nuestro protagonista es un canario de nacimiento, pero portuense de adopción que se siente afortunado de la vida que le ha tocado vivir. «Intento vivirla lo mejor posible, de una forma positiva. He tenido mucha suerte por la familia que tengo, empezando por mis padres que me dieron la posibilidad de educarme y estudiar, también con mis hermanos. Cuento con una mujer estupenda que me dio la oportunidad de estar donde estoy y unos hijos que me han dado unos nietos de los que estoy disfrutando mucho en este momento», explica.

El presidente de Osborne nació en Canarias, de donde era su madre, aunque desde muy niño se mudaron a El Puerto de Santa María donde estudio en el colegio de los Jesuitas. Al terminar esta etapa siguió su formación con la misma congregación estudiando ICAI en la Universidad Pontificia de Comillas para salir con el título de Ingeniero Superior. Además, hizo un programa de Alta Dirección antes de su incorporación a la empresa portuense.

Imagen principal - Ignacio, el ingeniero que volvió a El Puerto para presidir Osborne

Cuando terminó su carrera Ignacio trabajó en una compañía petrolífera en Oslo durante siete años, después volvió a trabajar a Madrid hasta que recibió la llamada de la empresa familiar para invitarle a unirse a su proyecto en 1993, y es que, por políticas de Osborne, ya que es una familia muy extensa, los familiares no pueden trabajar en la compañía salvo que desarrollen su vida profesional externamente y sean llamados para llevar a cabo un cambio generacional, como fue el caso de nuestro protagonista. En 1996 fue nombrado con consejero delegado y es desde 2017 que la preside.

Tras más de 15 años trabajando como ingeniero a Ignacio le llegó una sorpresa que no esperaba, la de continuar su vida profesional en Osborne y cambiando así sus funciones anteriores por las de gestión en la empresa familiar. «Al principio de mi vida no esperaba trabajar en donde estoy ahora. Mi padre solía decirnos que teníamos que buscarnos la vida porque la familia era muy grande y trabajar todos en la compañía era imposible. Me sugirió que lo hiciera lo mejor posible y si la empresa creía que me necesitara pues entonces ya me llamarían. Pensaba que eso era una cosa totalmente improbable y al final mira. En la primera época de mi vida ni soñaba ni jamás pensé que pudiera estar aquí casi 30 años como llevo», nos cuenta.

Ignacio dice que el haber tenido que trabajar fuera tanto tiempo le ha dado una perspectiva para ver a Cádiz, El Puerto y la provincia de una forma mucho más crítica en el buen sentido. «Eso te hace ver que es mucho mejor de lo que piensan los que han vivido aquí toda la vida. El que ha pasado un tiempo fuera aprecia mucho más la maravilla que es esta provincia. Yo que he tenido que viajar un 'poco', creo que hay escasos sitios en el mundo mejor que este en cuanto a calidad de vida, características geográficas e incluso la gente», se atreve a decir.

Desde muy pequeño Ignacio compatibilizaba sus veranos en El Puerto, donde sus padres tenían su residencia habitual, con temporadas en el extranjero para aprender idiomas. Varias veces fue a Inglaterra y otras tantas a Francia donde se iba de intercambio. Ya más mayor cuando vivía en Noruega no siempre volvía en verano, pero cuando lo hacía iba a casa de sus padres como cuando era niño. Alguna vez también bajaba un poquito más y llegaba a Canarias para ver a su familia materna. Desde que se instalaron en El Puerto, rara vez era la ocasión en la que salían durante el verano para disfrutar de otros lugares ya que ahora su casa se ha convertido en el refugio veraniego de sus hijos y nietos. «Para mí el veraneo no es algo que implique tener que irse a un destino fuera de mi hogar, sino que lo relaciono más a lo que ha sido en mi casa de generación en generación, un tiempo de estar juntos en familia en el lugar donde hemos crecido», explica.

Nuestro protagonista se declara un enamorado de la Provincia de Cádiz y aunque viva en la costa y le encante el mar, su rincón favorito es la sierra gaditana. Cuenta que le parece un sitio distinto al resto de la comarca y es maravilloso con el conjunto de sus pueblos, aunque no se olvida del centro de Cádiz del que dice ser un lugar es único, por el encanto que tiene con el océano de fondo. «Me encanta el plan de coger el catamarán desde El Puerto y hacer una excursión por el casco histórico de la ciudad. Pasar el día admirando la cantidad de sitios que hay que ver. Nunca nos cansamos de hacerlo y cada vez que tenemos amigos en casa le organizamos ese itinerario».

Al igual que Osborne que es una empresa familiar, Ignacio cree que gran parte del éxito que está teniendo El Puerto se debe a que tiene una componente de atracción turista muy interesante que es el hecho de que haya mucha segunda vivienda. «Eso genera que la relación social y el ambiente sean muy familiar. Hay actividades interesantes para que todas las edades puedan pasarlo bien, independientemente de la tipología de la familia, cosa que no pasa en otros destinos turísticos», explica.

Según Ignacio el secreto para llevar 250 años en la palestra se debe por un lado a que en la familia Osborne el negocio siempre ha estado presente en la cabeza de todos, y que si el negocio prospera y va bien a la familia también le irá bien. Y el otro factor clave ha sido la anticipación que han tenido los antecesores en el gobierno corporativo. «Siempre se ha ido por delante de lo que era obligatorio», puntualiza.

Ignacio, cercano, humilde y trabajador. Una persona optimista que olvida rápido lo malo y se queda con la parte buena de las cosas. Reconoce que siente un gran orgullo y satisfacción por dirigir la empresa familiar donde ya son la sexta generación y lo hacen cumpliendo 250 años de existencia.

No sé podría quedar con un solo producto del grupo ya que considera que cada momento requiere de uno de ellos.

Respecto a su juventud la recuerda mucho más simple que como la viven ahora. Más barata, necesitando mucho menos recursos para pasarlo tremendamente bien y menos bienes materiales como necesitan los jóvenes de hoy en día. Un presidente para su familia que busca la excelencia y la mejora cada día.

Feliz 250 cumpleaños a esta empresa que lleva el nombre de Cádiz por el mundo entero y con su Toro crea recuerdos en los viajes de carreteras.

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