TOROS 86 FOTOS
Oreja para Cartagena y Ventura ante un encastado encierro de Guiomar Cortés de Moura en El Puerto
El alicantino Andy Cartagena, el lisboeta-sevillano Diego Ventura y la francesa Lea Vicens hicieron las delicias de los aficionados al toreo ecuestre
Con sólo dos orejas cortadas se saldó la corrida de rejones programada en la tempora estival de El Puerto, lo que constituye extrema novedad en este tipo de espectáculo ecuestre, donde prolifera la asistencia de un público festivo y jovial y en el que el reguero de trofeos adquiere rango casi consuetudinario. Pero en esta ocasión, el mal uso de los aceros toricidas privó de mayores triunfos a una terna que pobló la noche de buen rejoneo y que dejó momentos de extrema brillantez en su quehacer torero. Y el segundo factor que marcaría todo el devenir del festejo lo constituyó el carácter enrazado y de serio comportamiento del ganado lidiado. Aunque dispares en su presencia, pues la cifra que arrojaron en la báscula osciló entre los 475 kgs del primero a los 600 del tercero, todos derrocharon movilidad, bravura y galoparon con empeño tras las cabalgaduras. Con lo cual, todo cuanto ocurrió esta noche en el ruedo portuense hay que otorgarle su debida importancia, esa que sólo aporta el toro encastado. Prueba de ello es que todos los pupilos portugueses de Guiomar Cortés de Moura recibieron, al menos, dos rejones de castigo durante el primer tercio.
Abrió plaza un bravo ejemplar que persiguió en continuado galope la estela del bello jaco que montaba Andy Cartagena, quien prendió sendos rejones en el mismo centro del anillo. Aprovechó el alicantino la templada y permanente embestida de la res para torear a caballo en cite airoso con la grupa, antes de ejecutar una sucesión de banderillas en lucido y animado tercio rehiletero. Capítulo que tal vez prolongara en demasía, pues cuando asió el rejón de muerte, el toro, completamente agotado, había cerrado ya el extenso apartado de sus acometidas y no concedió facilidad alguna para la suerte suprema. Extremo que lograría Cartagena al segundo intento. El cuarto de la suelta fue a más durante su lidia en cuanto a celo y acometividad, lo que permitió al rejoneador verificar un vistoso y correcto tercio de banderillas, en el que abundaron los alardes de docta doma, piruetas y alta dosis de espectacularidad. Remató su labor con un encendido ramillete de rosas, con las que adornó de rojos galones el lomo azabache de la res. Volvió a extender este segundo tercio y tras acertar con el rejón de muerte a la segunda agresión, le fue concedida una oreja.
A pesar de no salir en triunfo a hombros de capitalistas, Diego Ventura cuajó una gran actuación en esta su segunda comparecencia en el coso portuense. Ortodoxia y espectacularidad se reúnen, cual maravillosos binomio, en el rejoneo del lusitano. Enceló con fácil majestuosidad la suave y monocorde embestida que su primer enemigo presentaba de salida y después, a lomos de «Nómada», toreó acaballo por terrenos inverosímiles, citó de frente, meció el equino y clavó la primera banderilla en los medios. A ésta le siguió una sucesión de ellas en un floreado, dinámico y plástico segundo tercio, en el que destacaría un par a dos manos cabalgando sobre «Bronce». Una sucesión de banderillas cortas constituyeron lucido preámbulo a un pinchazo y un certero rejón de muerte.
El quinto toro de la noche derrochó abundante brío y acometividad en sus serias embestidas, lo que obligó a Ventura a realizar un esfuerzo lidiador de reconocido mérito, en cuyo transcurrir, la amenazante cornamenta del bóvido pasaba muchas veces cerquísima de la esquiva grupa del équido, en prodigioso despliegue del más puro toreo a caballo. A lomos de «Fabuloso» cuajó un gran tercio de banderillas, mientras que sobre «Bronce» ejecutaría su sensacional y ya tradicional par liberado de cabezada. Tras un pinchazo y un rejón de muerte, que necesitó golpe de verduguillo, finalizó su labor.
La amazona Léa Vicens recibió a su poderoso primer oponente de 600 kilos a porta gayola y lo templó en acompasado galope hasta prender dos rejones de castigo. Montada sobre «Bético» mostró la excelsitud de su doma y la corrección de su rejoneo en un variado tercio de banderillas. Fue este tercero un toro con casta y poder, siempre fijo en el caballo retador, que otorgaba veracidad y mérito a cuanto se le hiciera. Seria labor de la francesa que abrochó su labor a lomos de «Greco», con el que ejecutaría una suerte suprema no resuelta hasta el tercer intento y al segundo golpe de descabello. Con tres rejones suavizó Léa Vicens la enrazada movilidad del serio ejemplar que cerraba plaza. Montó a «Diluvio» para iniciar un capítulo rehiletero en el que proliferó el prendimiento de banderillas largas adornadas de grana y azul, realizado con aseo pero sin extremos en el ceñimiento. Y sobre «Bético» abundaría con más luengos rehiletes mientras que a lomo de «Jazmín» remataba ya el tercio con desiguales ejecuciones de banderillas cortas. No tuvo suerte en el manejo de los aceros toricidas y escuchó dos avisos antes de deshacerse por fin del encastado toro de Guiomar.
FICHA: Se lidiaron seis ejemplares de Guiomar Cortés de Moura, bien presentados, encastados, nobles y con motor.
Andy Cartagena, ovación y oreja.
Diego Ventura, oreja y ovación.
Léa Vicens, ovación tras aviso y silencio tras dos avisos.
Plaza de toros de El Puerto. Dos tercios de entrada en noche agradable.