Escribano y Morilla triunfan en la interesante corrida torista de El Puerto

Uno de los mayores alicientes de este ciclo taurino en El Puerto consistía en esta apuesta torista mediante este formato de festejo a la usanza de desafío. Justa ganadera que habrían de dirimir la sangre Albaserrada de los toros de Adolfo y ese singular producto de múltiples cruces y esmero ganadero que son los toros de Cuadri. Finos de hechuras unos, hondos y badanudos los otros, ambos poseen en común un amplio historial de encendida casta, bravura y poder. Frente a ellos, un experto en tas lides como Manuel Escribano, la siempre bien acogida presencia del diestro local, Alejandro Morilla, y el debut en este coso del espada manchego, Rubén Pinar.

Silleto, engallado, encampanado, barbeando tablas y rematando burladeros saltó al ruedo el primer Cuadri, para luego repetir con codicia y corto viaje al capote de Escribano. Cinqueño ejemplar que realizó brava pelea en varas bajo un puyazo en todo lo alto, para después esperar orientado en banderillas. Tercio éste protagonizado por el peonaje al convalecer aún el matador de una reciente lesión en el gemelo. En el último episodio de la lidia, el animal siguió con cierta codicia y por bajo la franela del sevillano, quien sorteó sus embestidas con ligazón y solvencia por ambos pitones, aunque por el izquierdo sufrió dos derrotes secos y escalofriantes. Algunos derechazos poseyeron verdadera enjundia, pitón por donde el toro regaló sus mejores y más francas acometidas. Una estocada baja y trasera fue suficiente para despachar al ejemplar. Unas verónicas con cadencia y donaire y una bella media constituyeron el buen recibo capotero que el diestro sevillano propinó al cuarto de la tarde, un cárdeno de Adolfo Martín que tomó con nobleza el engaño y que peleó con bravura bajo el caballo en las dos varas que cobró. Llegó al tercio de muerte con embestida humillada pero ofrecida con lastimosa intermitencia, pues se pensaba en demasía sus arrancadas. A pesar de ello, Escribano advirtió el buen pitón izquierdo del animal para dibujar series de naturales con palpable majeza y sumo estilo. Remates airosos con pulcros pases de pecho o desmayados pases por bajo abrochaban de torería las jaleadas tandas de muletazos. Una faena compacta, florida y delicada que rubricó felizmente con una gran estocada aunque algo trasera.

De hinojos, a porta gayola, saludó Alejandro Morilla al veleto cornipaso de Adolfo, para recetar luego un ramillete de ajustadas verónicas en los terrenos comprometidos de chiqueros. Un puyazo prolongado y trasero y un segundo de mejor colocación configuraron un completo y espectacular tercio de varas. Y un par con mucha exposición de Antonio Ocaña abrochó un también interesante tercio rehiletero. Después, un ajustado pase cambiado por la espalda del portuense dio inicio a una faena arrebatada, en la que pasó a su boyante enemigo por ambos pitones en series sucesivas que destacaron por su limpieza y adolecieron en algunos momentos de falta de reunión. Una estocada caída y tendida dio muerte a este toro bravo y noble de Adolfo Martín. 620 kilos de negro toro de Cuadri fueron parados y sometidos por la despaciosidad plástica de la dulce verónica de Alejandro Morilla, quien se gustó en el recibo y asumió el mando en la lidia de este bravo ejemplar. Tras una vara en todo lo alto hubo de demonterarse Ramos al parear en la misma cara de la res. Burel éste que transmitía viveza en la embestida y alta dosis de nobleza, pero cuyo recorrido no resultaba en exceso profundo. Mostró decisión y lo intentó tanto en redondo como al natural Morilla en un trasteo al que le faltó la continuidad y claridad de las que el toro carecía. Unas manoletinas finales dieron paso a una perfecta ejecución del volapié, con la que despachó a este segundo oponente.

Voluminoso, hondo, con enorme badana y anchos pechos, el tercero de Cuadri empujó con fuerza al capote de Rubén Pinar y apretó aún con más violencia en los cabezazos que propinó en el peto del caballo durante los dos encuentros protagonizados.. No peleó como bravo y su actitud renuente en las acometidas ya marcaban una lidia laboriosa y espesa, circunstancia confirmada con creces en banderillas. Y a la muleta de Pinar arribó con una embestida escueta, con la cara alta y sin entrega alguna, por la que la labor del albaceteño se limitó a sortear parones, aviesas miradas y mostrar sincero denuedo y disposición. Con un pinchazo y una gran estocadase deshizo de tan ingrato oponente.

Repitió con humillación y celo el sexto de Adolfo en la capa que le presentó Rubén Pinar, quien se lució en un variado recibo con verónicas y chicuelinas. Apretó el cárdeno ejemplar en el caballo y el diestro lo volvió a colocar de largo para que el toro repitiese su buena pelea. En banderillas se lució Miguel Ángel Otero y correspondió a la ovación desmonterándose. No concedía facilidades el toro en el último tercio, capítulo postrero al que llegó con la cara alta y sin entrega en persecución de la pañosa. Lo volvió a intentar Pinar, quien expuso mucho en su continuado cite al natural ante un animal que no dio facilidad alguna, que se revolvía presto y que cada acometer constituía una incógnita su desenlace. Una estocada y un golpe de descabello pusieron fin al festejo.

FICHA:

Se lidiaron tres toros de Herederos de Celestino Cuadri, primero, tercero y quinto., muy bien presentados y encastados.Y otros tres de Adolfo Martín, segundo, cuarto y sexto, bien presentados, bravos y nobles, salvo el último, con más dificultades. Al cuarto se le dio la vuelta al ruedo.

-Manuel Escribano, de grana y oro. Oreja y dos orejas.

-Alejandro Morilla, de blanco y plata. Oreja y oreja.

-Rubén Pinar, de azul y oro. Palmas y palmas

Plaza de toros de El Puerto. Un tercio de plaza en tarde noche agradable.