El Vaporcito de El Puerto, casi tres lustros pudriéndose al sol

El 30 de agosto de 2011 se hundía junto al muelle Reina Sofía en el Puerto de Cádiz algo más que un trozo de madera y metal. Como si del mismísimo 'Titanic' se tratase, Cádiz y El Puerto de Santa María decían adiós a unos de sus barcos más representativos, el 'Adriano III', más amigablemente conocido como Vaporcito.

Ese barquito tan pintoresco que comenzó a surcar la Bahía a mediados del siglo pasado ahora yace en un dique dentro del nuevo paseo fluvial que se está construyendo en la ciudad. Imágenes que se contrarrestan, lo nuevo y lo viejo. Una emblemática embarcación que es Bien de Interés Cultural (BIC) y que ahora está dejada a su suerte, resistiendo como puede las embestidas del viento, la lluvia y la marea.

La embarcación que está hoy varada, destrozada e irreconocible en este nuevo paseo fluvial que lo hace aún más visible, en su día era una atracción turística y un método de transporte por la Bahía de Cádiz. Un barco de color blanco, con toques verdes oscuros y rodeado de neumáticos que hacían de bollas comenzó a desaparecer cuando una colisión abrió una brecha en el casco que lo dejó herido de muerte. Pero no quedó ahí, ya que una vez rescatado ha seguido muriendo hasta llegar a lo que es hoy día, un trozo de chatarra que ni los jóvenes ni mayores reconocen.

Los mayores lo recuerdan con nostalgia, los jóvenes ni siquiera lo conocen. Ahí es cuando se preguntan cómo es posible que algo que ha conectado dos ciudades y era un icono de la bahía gaditana ahora desaparece sin que nadie quiera atenderle. Sumidos en una gran crisis económica, los ayuntamientos se desentendieron de la embarcación. La Asociación Portuense de El Vaporcito tenía como objetivo rescatar el barco. Después de surcar obstáculos y trabas consiguieron su propiedad en 2020 y, aunque el dinero volvía a ser un problema, aún se confiaba en su restauración. La última en pronunciarse fue la Junta de Andalucía, quién ante la petición de descatalogación como BIC para su restauración aclararon el pasado septiembre que no es un tema de su incumbencia. Todos se limpian las manos, pero nadie se preocupa por él.

Ante tal dejadez ahí sigue, varado en un dique y siendo objeto de vandalismo. Uno de los grafitis que hay en los restos del barco define su propia situación, y no es otro que una cara de tristeza asentada en uno de los cristales delanteros.

No solo vandalismo encontramos en él, también peligro. El nuevo y moderno paseo fluvial deja de ser seguro en las inmediaciones de El Vaporcito. Lo que antes era un lugar de distracción para los pequeños ahora lo sigue siendo, pero con peligro. No son pocos los jóvenes que se acercan al barco a investigarlo ante la inexistencia de un vallado. Tampoco son pocas las maderas que hay a su alrededor con las que cualquier chaval o animal podría dañarse.

No todo queda ahí. Muchos se preguntan que necesidad hay de que El Vaporcito continúe pudriéndose frente a la orilla del Guadalete donde día a día los vecinos de El Puerto lo ven desaparecer a cada subida de la marea. «Si lo van a restaurar que se lo lleven a un lugar seguro hasta que puedan hacer la obra». «Tanto vivido alrededor del barco para que ahora acabe en manos de grafiteros y que lo terminen de destruir». «Lo que queda del barco no van a quitarlo hasta que no se haga daño alguien y denuncia al Ayuntamiento por tenerlo ahí tirado». «El Vaporcito no se murió cuando se chocó, está muriendo ahora, que solo verlo da vergüenza de las administraciones», cuentan los que lo ven.

No vale la intención de recuperar o cuidar los restos que aún quedan del 'Adriano III', valen las acciones, y por desgracia el tiempo pasa y el que fuera un emblema para toda la Bahía continúa día tras día su triste decadencia.