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Droga en prisión, en más de la mitad de los casos la 'cuela' el preso al volver de permiso

El cannabis es la sustancia que más intentan introducir en las cárceles gaditanas pero también la cocaína y, cada vez más, todo tipo de tranquilizantes y metadona sin receta

Dos presos muertos por sobredosis y más de 200 intervenciones en Botafuegos, la droga sigue entrando en prisión

Pillado tras tragarse la droga que su madre le había llevado escondida a la cárcel de Botafuegos

Droga que un interno intentó colar metida en su propio cuerpo. Cinco bellotas de hachís. la voz

M. Almagro

Cádiz

Informes realizados por Instituciones Penitenciarias, es decir, informes oficiales, constatan que casi un 80 por ciento de las personas que están privadas de libertad son consumidores de drogas ilegales. Además, en uno de los últimos estudios del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones también se aporta esta misma cifra. De todos estos reclusos-continúan- sólo el 49 por ciento que estaba en tratamiento por adicciones lo continuó al ingresar en la cárcel, y de ellos, un 46 por ciento lo abandonó antes de recibir el alta.

La introducción de drogas en las prisiones españolas es uno de los mayores y peores problemas de seguridad con los que se enfrenta esta vida penitenciaria. Su consumo tiene un importante impacto en el día a día de los reclusos ya que da lugar a conflictos, peleas y situaciones de riesgo. Además, también lastra cualquier programa de inclusión o capacitación laboral o de rehabilitación que son vitales para que esos internos puedan reinsertarse en la sociedad. Sin embargo, este consumo y tráfico interno persiste y así se refleja también en las cárceles gaditanas.

Esta semana el sindicato de funcionarios de prisiones ACAIP llamaba la atención sobre este asunto, destacando además el fallecimiento de dos internos en Botafuegos por sobredosis. Según han detallado sólo en este centro algecireño se produjeron durante el pasado año 237 incautaciones. A las que habría que sumarle otros cientos de ellas en las prisiones de Puerto III (de mayor capacidad), Puerto II y Puerto I. La mayoría de estas intervenciones eran de hachís, algunas de cocaína, algo menos de heroína y un buen número de pastillas y fármacos no recetados.

Según indican desde el sindicato, más de la mitad de dichas aprehensiones se dan cuando el mismo recluso vuelve de un permiso de salida e intenta colar el estupefaciente escondido de diversas formas. Pero también una gran parte de estos decomisos se producen cuando los internos reciben la visita de familiares. En muchas ocasiones son sus propias parejas, madres o amigos quienes intentan 'pasarle' esta droga desde el exterior. Otra parte lo intenta en los paquetes que les envían aunque esto ocurre en menor medida ya que tiene mayor riesgo de ser detectado en los controles.

Así ha ocurrido en varias ocasiones como en el fallecimiento de uno de estos reclusos, un chico de 29 años, que fue encontrado muerto en su celda. Había metido la droga (hachís, cocaína y heroína) ocultándola en su cuerpo. Otras veces se ha pillado a familiares cuando por ejemplo la pareja de uno de estos reclusos aprovechó un vis a vis para intentar colar hachís. Sin embargo, fue interceptada. Situaciones muy similares se repiten en las prisiones portuenses.

«Un alto porcentaje de la población reclusa tienen a la vez problemas de salud mental y de toxicomanías, son las llamadas patologías duales y para poder prestarse una atención sanitaria adecuada se debe contar con el personal suficiente», advierten desde hace años los funcionarios.

Hachís, tranquilizantes o anfetaminas

El estupefaciente que en mayor medida intenta introducirse en las prisiones es el hachís pero además también predomina la cocaína y, en ocasiones, mezclada con heroína ('rebujo').

Pero no son estas las únicas sustancias con las que se trafica ya que también se pretenden colar en numerosísimas ocasiones medicamentos sin receta: tranquilizantes, fentanilo, buprenorfina, metadona. O químicos como la ketamina, LSD, setas mesteroides anabolizantes y GHB. El 58,9% de la población penitenciaria privada de libertad ha consumido alguna droga ilegal en el último año en libertad, el 53,5% en el último mes en libertad y el 16,8% lo ha hecho en los últimos 30 días dentro de prisión.

Entre la población penitenciaria que tiene estos problemas de adicción el perfil es el de un hombre de unos 40 años. En el caso de las mujeres el porcentaje es algo menor y, a diferencia de la población masculina, suelen tener hijos y pareja. Muchas de las veces, ambos progenitores están en prisión. Su situación económica es muy precaria, unido a que tienen una situación laboral y preparación académica casi inexistente.

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