Dos Hermanas
El año de la Virgen de Valme
Dos Hermanas vive desde ayer domingo un año jubilar concedido por el aniversario de la coronación canónica de la imagen fernandina
Saiz Meneses: «Válenos Señora, válenos para encontrar la fortaleza y ser fieles a nuestras raíces cristianas»

Dos Hermanas estrena año jubilar. No es sólo que ayer domingo se abriera la puerta correspondiente en la parroquia de Santa María Magdalena por la que habrán de entrar los peregrinos para ganar el jubileo, sino que se trata de la primera ocasión en que la ciudad nazarena dispone de este tiempo de gracia en su término municipal.
El año jubilar de Valme abarca desde ayer 9 de octubre de 2022 hasta el 8 de octubre de 2023, fechas en las que la hermandad que mantiene la devoción a Nuestra Señora de Valme celebra sus funciones principales de instituto, justo una semana antes de la fecha de la romería, el tercer domingo de octubre.
La coronación canónica de la imagen de la Virgen sedente en 1972 se ha tomado como motivo para la concesión de este año en el que la Iglesia prepara a los fieles para recibir gracias espirituales ligadas a la peregrinación al templo jubilar. Pero la Virgen de Valme no va a estar los doce meses en su parroquia del centro de Dos Hermanas donde se la venera como protectora de la ciudad.
En noviembre, la talla del siglo XIII visitará la parroquia más pobre de Dos Hermanas, la del Divino Salvador en la calle Real de Utrera, inmediatamente antes de la barriada del Cerro Blanco, probablemente el núcleo poblacional de menor renta entre todos los barrios del área metropolitana de Sevilla. Marginalidad, exclusión social, abandono temprano de los estudios y tráfico de drogas son algunas de las manifestaciones de una realidad lacerante a las que la Cáritas de la parroquia trata de dar respuesta.
En el Divino Salvador
La Virgen de Valme estará en el Divino Salvador -un humilde templo de periferia extrema- entre el 17 y el 21 de noviembre con visita a la capilla de la hermandad de la Amargura, uno de los hitos devocionales de las barriadas de Ibarburu, El Chaparral y otros núcleos dispersos en los confines del término municipal nazareno. La imagen pernoctará también en la capilla del Gran Poder y en la de Veracruz y San Sebastián donde recibió culto durante la Guerra Civil.
De uno a otro extremo de la realidad socioeconómica, del 5 al 12 de febrero, la Virgen de Valme visitará la parroquia más nueva de Dos Hermanas, la de San Juan Pablo II, erigida canónicamente en 2011 y que consagró el nuevo templo parroquial en septiembre de 2020 una de cuyas paredes la preside un cuadro de la Virgen de Valme.
Se trata de una pujante comunidad parroquial que ha implantado del Sistema Integral de Nueva Evangelización para convertirse en una parroquia en misión permanente. De hecho, está planteando la visita de la imagen fernandina como una oportunidad de evangelización en su inmenso territorio, que abarca Entrenúcleos, principal zona de expansión urbanística de la ciudad.
En estas visitas a ambas feligresías se quiere subrayar el carácter misionero a la manera en que, por ejemplo, la estancia del Gran Poder en los Tres Barrios de Sevilla ha actualizado las antiguas misiones populares que periódicamente actualizaban la vida sacramental en pueblos y barrios que vivían su experiencia de fe de una manera muy laxa.
El acto central del año jubilar se reserva para el 24 de junio del año próximo, conmemorando el cincuentenario de la coronación canónica. La Virgen de Valme presidirá un solemne pontifical presidido por el arzobispo de Sevilla en la plaza del Arenal de Dos Hermanas, el mismo sitio donde se coronó la talla. Allí tiene previsto estrenar el paso procesional con templete neogótico en el que recorrerá en procesión extraordinaria las calles de la población.
Antes de eso, claro está, la romería del tercer domingo de octubre. Se trata de una antiquísima tradición recuperada a partir de 1869 cuando la Virgen de Valme volvió definitivamente a Dos Hermanas. Para ello, los duques de Montpensier, instalados en la corte chica de San Telmo, habían costeado la reconstrucción de la ermita de Cuarto, salvándola de la ruina en que se encontraba hasta mediados del siglo XIX.
La Virgen de Valme compone un friso devocional con las otras imágenes fernandinas (en honor del Rey San Fernando) a las que se rinde veneración en Sevilla: la Virgen de la Sede, presidiendo el altar mayor de la Catedral; la Virgen de las Batallas, una delicada talla en marfil que el monarca llevaba en el arzón de su cabalgadura; la Virgen de las Aguas en un retablo de la colegiata del Salvador en Sevilla; y finalmente la Virgen de los Reyes, patrona de Sevilla ciudad y de su archidiócesis.
El nombre
El nombre de Valme tiene que ver, según la tradición que nos ha llegado a través del cronista Ortiz de Zúñiga y la novelista Fernán Caballero, con la invocación desasosegada del Santo Rey en el cerro de Cuartos cuando las tropas castellanas sitiaban la ciudad de Sevilla en 1248. «Váleme, Señora, que si te dignas hacerlo, en este lugar te labraré una capilla, en la que a tus pies depositaré como ofrenda, el pendón que a los enemigos de España y de nuestra Santa Fe conquiste!».
A renglón seguido, el maestre de la orden militar de Santiago, Pelay Correa en el nomenclátor trianero, clavó la espada en el suelo y brotó agua que calmara la necesidad de las sedientes huestes castellanas en la laguna que todavía hoy se conoce como Fuente del Rey.
Tras la capitulación de Sevilla el día de San Clemente (23 de noviembre) de 1248 y la posterior entrada de las tropas cristianas el 22 de diciembre, Fernando III cumplió su promesa y erigió una ermita en la que rendir culto a la imagen de la Virgen que mandó hacer para recordar el auxilio de los cielos en aquel momento crucial del asedio militar.
La primera noticia de una hermandad establecida en la ermita de Cuartos para venerar la talla fernandina de la Virgen de Valme es de 1628, cuya devoción fue extendiéndose por la ciudad hasta el punto de que se organizaban procesiones y rogativas cuando Dos Hermanas era golpeada por alguna calamidad.
La tradición de la romería al cortijo de Cuarto (hoy nombrado sin la ese final) arranca en 1894 y se mantiene ininterrumpida hasta 1899 para retomarse a partir de 1916 ya de forma continua salvo el primer bienio de la Segunda República y el trienio de la Guerra Civil. Desde 1995, además de Protectora de Dos Hermanas y patrona de su consistorio civil luce la primera medalla de oro de la ciudad, concedida por el Ayuntamiento presidido por Francisco Toscano e impuesta a la imagen en la víspera de su multitudinaria romería, declarada fiesta de interés turístico nacional en 1976.