DOS HERMANAS

¿Quién era el «Pasoslargos», el hombre retenido en un palomar?

Se llamaba Carlos, tenía problemas mentales desde su juventud y caminaba por Dos Hermanas dando grandes zancadas mientras lanzaba proclamas contra la guerra, lo que le convirtió en un personaje entre los nazarenos

Carlos «el Pasoslargos», en el palomar en el que estaba recluido

ALBERTO GARCÍA REYES

Carlos era uno de esos misterios sin aparente importancia que se quedan sin resolver. «¿Qué habrá sido del Pasoslargos?» . La pregunta solía aparecer cada cierto tiempo en las reuniones. Aquel hombre solitario que recorría la Plaza de la Constitución , conocida en Dos Hermanas como «Los Jardines», y la calle Real a grandes zancadas acompasadas con enérgicas caladas a su cigarro , desapareció un buen día y nada más se supo de él. Pero cualquier nazareno mayor de 30 años lo identifica rápidamente en cuanto se pronuncia su apodo. Carlos nunca se dirigía a nadie. Era tan pacífico como insociable . Vivía en un mundo interior desde el que había construido un personaje muy popular en el centro de la ciudad. Sus peculiares andares frenéticos —en un solo tranco avanzaba casi dos metros—, su ansiosa capacidad para consumir celtas, su barba frondosa y sus homilías mesiánicas están en la memoria de cualquier vecino de Dos Hermanas. Por eso su enigma salía a relucir tantas veces. Porque dejó de dar sus largos pasos de repente. Desapareció del atrezzo local súbitamente y sólo con el tiempo la gente comenzó a echarlo de menos. ¿Cómo alguien tan rutinario en las vidas de los ciudadanos de Dos Hermanas había podido desaparecer sin que nadie supiera su destino? A favor de su evanescencia jugaba su extraña personalidad . Sus visibles problemas mentales , que habían dado lugar a muchos rumores durante los años en los que Carlos recorría el centro de la ciudad a su aire, invitaban a pensar que podía haber fallecido o que algún familiar lo había ingresado en un centro especializado. Pero la respuesta a esta incógnita sólo ha podido ofrecerla, más de una década después de su ausencia, una casualidad sumada a la perspicacia de unos policías .

El «Pasoslargos» estaba encerrado en el palomar de su propia casa en una céntrica calle de Dos Hermanas, a sólo unos metros de lugar en el que Luis Miguel Briz asesinó a sus padres y a su hermana el 28 de febrero de 2013 durante un brote psicótico que le acabaría eximiendo de ser condenado. En esa misma zona llevaba encerrado Carlos desde hacía años. Su último informe psiquiátrico era de 1996 . Nunca más volvió a ser revisado. Su hermano mayor lo mantenía en una caseta inmunda, con el conocimiento de su otra hermana, que vivía unas casas más allá, mientras cobraban su pensión. El Pasoslargos había sido quitado del medio por sus propios parientes, una familia acomodada de la localidad a la que muy poca gente asociaba con el personaje callejero que gritaba proclamas contra la Guerra del Golfo o la ETA mientras caminaba a toda prisa hacia ninguna parte y fumaba encolerizadamente. Ese hombre encerrado en condiciones inhumanas, que apenas conservaba sus huesos y que estaba comido de llagas, dio su paso más largo el día que sus propios hermanos echaron el candado de la puerta tras la que malvivía hasta que dos policías se percataron del extraño cerrojo con el que se enjauló el olvido.

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