Dos Hermanas

Pasión culinaria y buen gusto en la feria de Dos Hermanas

Conocida por su «buen comer», la caseta Salmedina es una de las más premiadas por su exorno, a imagen del bar El Garlochí

Socios de la caseta Salmedina en la caseta de Dos Hermanas L.M.

LAURA MONTES

«Cuántas puntaitas tiene el montar una caseta, que te matas trabajando pa cuatro días de feria». Así rezan los primeros versos de unas sevillanas, escritas por la nazarena Joaquina Sánchez Castro para resumir la historia de la caseta Salmedina , integrada por los miembros de la asociación cultural gastronómica del mismo nombre, que ha cumplido, en esta edición, 15 años en la Feria de Dos Hermanas. A lo largo de todo este tiempo, los socios de esta caseta del número 14 de la calle Castañuelas han logrado convertirla en todo un referente en la feria nazarena, no solo por que el buen comer está más que asegurado , sino también por la cuidada decoración de sus paredes.

Buena parte de ello lo atesoran los seis primeros premios y tres menciones que ostentan en el concurso de exorno de casetas, que organiza cada año la delegación de Fiestas del Ayuntamiento nazareno. Las condecoraciones y reconocimientos al buen estilo no son para menos, si se tiene en cuenta que la caseta lleva el sello personal de Miguel Fragoso, propietario del bar de copas «El Garlochí» de Sevilla, cuyo local es conocido por su barroca decoración, con numerosas imágenes religiosas e iconos cofrades.

El porche, por tanto, de esta caseta de Salmedina es un entramado de colgaduras, borlones, flores, mantones, abanicos enmarcados, cornucopias y, especialmente, mucho encaje blanco. Un diseño que el propio Miguel se afanó en perfilar desde los inicios de la caseta, allá por el 2001, cuando venía a Dos Hermanas cada noche a preparar la ornamentación. «En la actualidad, la caseta sigue el concepto que nos dio Miguel, aunque sus manos son insustituibles », reconoce Juan Domínguez, actual presidente de la asociación Salmedina, al asegurar que el sello que les proporcionó el dueño de El Garlochí supuso un valor añadido para la caseta.

Pero si hay algo que, a lo largo de estos últimos años, los ha hecho especialmente populares en esta Feria de Dos Hermanas es la calidad en su carta de platos. « A Salmedina viene la gente a comer », apostilla, en este sentido, Antonio Murube, secretario de la asociación. «La calidad de los platos es nuestro sello», añade Juan. El buen yantar y su pasión por la gastronomía más tradicional son, por tanto, el principal baluarte de esta caseta, en la que las artes culinarias toman un protagonismo absoluto.

Premio a las tabernas

Para empezar, el domingo de preferia se organiza siempre un almuerzo especial de tarbinas de bacalao , la tapa más característica de Dos Hermanas, que cocinan estos propios socios, muchos de ellos «auténticos cocinillas», tal y como reconocen.

Desde hace unos años, además, la caseta concede unos premios, que van ya por su tercera edición, para reconocer el buen hacer de los bares y tabernas más tradicionales del municipio. « Queremos darle a Dos Hermanas su sitio gastronómico y qué mejor que hacerlo en la feria», apunta Murube. Este año, el bar La Cantina de Renfe, por el que han pasado ya varias generaciones, y el propio Antonio Murube, autor del libro «De tapas por Dos Hermanas», han sido los homenajeados.

La caseta, integrada por 28 socios pero abierta al público, cuida al extremo todos los detalles. Detrás de la barra de madera, un gran mural resume la esencia de Salmedina: tradición, historia y gastronomía. «El mural representa lo que es Dos Hermanas; tonelería, yute y la cocina rústica », indica Domínguez, mientras señala los detalles desde el otro lado de una barra, flanqueada a ambos lados por fuentes repletas de aceitunas gordales aliñadas, otro de los eslabones cruciales en la idiosincrasia de este municipio. El mural original, un óleo sobre azulejo vidriado, se encuentra, eso sí, en la sede de esta asociación para evitar su deterioro.

«Cuántas manos de pintura, cuántos fregaos de suelo, cuántas flores, cuánta cola, cuánto encaje en el albero», prosigue la letra de estas sevillanas con las que se perpetúa la historia de la caseta de Salmedina. Un espacio al que estos socios, amantes de la gastronomía local, han logrado dar un sabor especial, con olor a cocina tradicional y diseño costumbrista.

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