Montequinto

Huertos de la esperanza para quienes lo perdieron todo

Un proyecto de inserción de Cáritas, basado en el cultivo ecológico, permite dar trabajo a un grupo de personas en exclusión social

Benjamín García y Rafael Casado, trabajadores de Bioalverde L. M.

LAURA MONTES

Justo donde acaba la Línea 1 del Metro de Sevilla, en la parada de Olivar de Quintos, existen unos huertos donde nace la esperanza. Se cultivan tomates, lechugas, patatas, brócolis o pimientos que han devuelto la alegría a quienes trabajan estas tierras, ubicadas en el barrio de Montequinto, en Dos Hermanas. Estos terrenos permanecían baldíos hasta que hace apenas un año un proyecto de inserción laboral , puesto en marcha por Cáritas Diocesana de Sevilla, ha permitido labrarlos y, lo que es más importante, ofrecer una segunda oportunidad a un grupo de personas en exclusión social o en riesgo de estarlo que han conseguido un trabajo después de muchos años apartados del mercado laboral.

Bioalverde es el nombre de esta empresa de inserción sociolaboral para personas sin recursos, cuya actividad principal es la gestión y explotación agrícola de una huerta ecológica. En ella trabaja Benjamín García, un sevillano de 41 años, al que la crisis del ladrillo le pilló de lleno, dejándolo al borde de la miseria . Estaba estudiando para sacarse la titulación de mecánico de automoción pero tras el fallecimiento repentino de su padre, decidió dejar sus estudios, asumió el rol de cabeza de familia y se puso a trabajar para llevar algo de dinero a casa, en la que vivía junto a su madre y sus cinco hermanos. «Empecé a trabajar en el sector inmobiliario como asesor comercial, se me daba bien y poco a poco fui ascendiendo. En esos años llegaba a ganar 3.000 euros mensuales , imagínate, con 25 o 26 años y con ese sueldo. Vivía como un marajá», recuerda.

Sin embargo, a partir de 2007 empezaron a atisbarse los primeros síntomas de la crisis económica, la venta de viviendas cayó en picado y Benjamín se quedó sin trabajo. Después vendrían algunos empleos temporales, aunque desde 2011 hasta ahora ha estado completamente parado. « Con 35 años me veía viejo porque en todos lados me cerraban las puertas», asegura este sevillano que reconoce que en este tiempo ha sido fundamental para él su vinculación a la parroquia de su barrio, la de San Pío X. «Allí hay un gran sentido comunitario. La ropa que llevo es donada y he estado, de hecho, casi cuatro años sin comprar nada porque si ganaba 50 euros era para dárselos a mi madre y que comprara lo que hiciera falta en la casa».

Como la de Benjamín, este huerto ecológico está cargado de otras tantas historias personales. En total, son seis los trabajadores, de entre 23 y 50 años , que han empezado a cultivar a diario esta tierra para sacar adelante unas hortalizas del tiempo que luego comercializan de forma directa , mediante una suscripción o de forma online distribuyendo los pedidos en los puntos de entrega o a domicilio.

Una oportunidad

Para estas personas, el trabajo en estos huertos ha supuesto un balón de oxígeno en sus vidas. «Están contentísimos, ha sido una oportunidad para ellos que no esperaban. Todos llevan una mochila de carga muy grande a sus espaldas , hay personas que, quizás, no habrían podido promocionar en su vida de otra forma», añade Santiago Cózar, responsable de relaciones externas. Es el caso de Rafael Casado, de 48 años, padre de dos hijos pequeños y sin trabajo desde hacía más de cuatro. «De joven llevaba mal camino, aunque luego asenté la cabeza, conocí a mi pareja y busqué un empleo. Trabajaba en lo que me salía; de guarda en una fábrica, en el derribo de unas naves o de pintor», explica este hombre para quien su trabajo en Bioalverde ha supuesto todo un cambio en su vida y la de su familia. « Me siento que valgo y soy útil , que puedo ser productivo todavía. Hay gente que se pone triste cuando ven que acaba el fin de semana pero yo soy todo lo contrario, estoy deseando que llegue el lunes para venir a mi trabajo».

El proyecto Bioalverde está estructurado en dos partes fundamentales, de forma que, antes de llegar al propio huerto, se ha impartido un curso de formación en agricultura ecológica durante cinco meses, en el que han participado 16 personas . «Todos han perdido el contacto con la vida laboral, así que ahora la formación continúa. Tienen clases de informática u orientación laboral porque el objetivo de todo esto es que, en un plazo de dos años, encuentren un empleo convencional », explica David Pedro Hidalgo, director de Bioalverde. 

Impulso de Cáritas

El proyecto Bioalverde está basado en tres pilares fundamentales; la acción social para la inserción de personas en exclusión, el cuidado del medio ambiente y la promoción de los hábitos saludables con la comercialización de los productos ecológicos. Cáritas Diocesana de Sevilla es quien hace posible esta empresa de inserción sociolaboral, sin ánimo de lucro, asumiendo el «acompañamiento económico y logístico», si bien el objetivo es hacerla sostenible para poder ampliar el número de trabajadores. Por este motivo, se han marcado el reto de conseguir hasta finales de año unos 600 suscriptores , esto es, consumidores finales que permitan, así, cerrar este círculo de solidaridad con el que se ha conseguido ayudar a que este grupo de personas mejoren sus vidas.

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