Dos Hermanas

Así fue el asalto a la vivienda del expolicía que se enfrenta a 20 años de prisión por defender a su familia

Casimiro Villegas explica a ABC de Sevilla cómo fue la pesadilla que vivieron en su casa el pasado 29 de marzo de 2011

Casimiro Villegas frente a la puerta de su dormitorio, con una mirilla y un cerrojo ROCÍO RUZ

Álvaro García / Antonio Periáñez

Casimiro Villegas y Estefanía Gallardo ya no son los mismos después del asalto que sufrieron en 2011 a su vivienda en Dos Hermanas (Sevilla) por unos delincuentes. Las secuelas que arrastran este expolicía Local de Sevilla y su mujer son para toda la vida. «Tenemos candados en todas las entradas y en la puerta de nuestra habitación tenemos una mirilla», confiesan. A él un tribunal médico le diagnosticó un Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT), una hernia discal a causa de los politraumatismos que le produjeron los asaltantes, además de haberse tenido que realizar tres pruebas médicas por un posible contagio de VIH y hepatitis. Por su parte, Estefanía debe convivir también con el TEPT y una enfermedad de la glándula tiroidea, causada, según le han especificado sus médicos por el estrés que vivió durante el violento asalto aquella terrible madrugada del 29 de marzo del año mencionado. Pero la pena que peor llevan es la condena a la que se enfrenta Casimiro por defender a su familia de un asalto a su vivienda: 20 años de prisión y a una responsabilidad civil de 300.000 euros .

Las secuelas que sufren Casimiro y Estefanía marcan su día a día. Viven con miedo después de sufrir un episodio violento dentro de su vivienda en la que entraron cinco delincuentes (uno de ellos no fue identificado) para robar. Cada vez que entran en su casa revisan rejas, ventanas y habitaciones, encendiendo todas las luces comprobando que no han vuelto a asaltarla. No duermen tranquilos por las noches porque malviven con la pesadilla de aquel fatídico día. «Hemos tenido que poner un cerrojo y una mirilla en la puerta del dormitorio. Además duermo con un cuchillo debajo de la almohada», explica este expolicía.

Casimiro perdió su trabajo por las secuelas que le quedaron tras el asalto a su vivienda. Un tribunal médico le diagnosticó un Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT), una hernia discal a causa de los politraumatismos que le produjeron los asaltantes, además de haberse tenido que realizar tres pruebas médicas por un posible contagio de VIH y hepatitis a causa de la mordedura que recibió durante la pelea que tuvo dentro de su casa con los ladrones. En lo que concierne a Estefanía, debe convivir también con el TEPT y una enfermedad de la glándula tiroidea, causada, según le han especificado sus médicos por el estrés que vivió durante el violento asalto aquella terrible madrugada.

Casimiro enseña las bolsas de medicamentos que han tomado desde el asalto a su casa Rocío Ruz

Resumen de los hechos

Eran las 03.00 horas de la madrugada del 29 de marzo de 2011, Casimiro residía en una vivienda de campo en el extrarradio de Dos Hermanas, donde, junto a su mujer, estaba terminando de construir la casa que habían soñado toda la vida. Se fueron a la cama temprano, como era habitual, porque Casimiro entraba a trabajar a las 06.30 horas en su puesto de transmisiones de la Jefatura de la Policía Local de Sevilla, pero a mitad de la noche un ruido les levantó de la cama.

Desde el dormitorio Casimiro llegó al salón tras escuchar los ruidos y, entonces, le atacaron dos personas que comenzaron a agredirlo y a forcejear con él para tirarlo al suelo. «No me lo esperaba. Me agarré a uno de ellos y comenzó una pelea feroz en la que entró en juego la supervivencia», explica a ABC de Sevilla este expolicía. Se pudo escapar, pero antes ubo mordiscos, puñetazos y amenazas. «Mientras me tenía cogido uno de ellos le decía al otro que fuera a por la escopeta y que me disparase». «Dispara y mátalo...» , gritaban.

Casimiro huyó de su propio salón hasta su cuarto donde encontró a su mujer en estado de shock. Estefanía lo observó lleno de sangre y no pudo moverse, estaba paralizada de «los golpes y gritos tan aterradores» que estaba escuchando. Entonces este expolicía cogió su arma reglamentaria y fue hasta la puerta principal de su vivienda pero, a la altura del lavadero con el pasillo, de nuevo se produjo un encontronazo violento con uno de los asaltantes que lo perseguía hasta el dormitorio, al cual se lo quitó de encima golpeándolo con el arma que empuñaba.

Al salir por la puerta principal de la casa vio una furgoneta industrial dentro de su patio, identificándose el morador como agente de la autoridad al grito de «¡alto, soy policía!» . No sabía cuántos delincuentes había ni dónde estaban. De repente comenzaron los gritos otra vez: «¡Dispara, dispara... mátalo!». En ese momento Casimiro vio cómo pasaba uno de los asaltantes por delante suya. Lo encañonó con el arma pero no le disparó al no sentirse amenazado por él; sin embargo, milésimas después escuchó cómo desde fuera de la parcela le disparaban. «Oí un estruendo muy fuerte, un disparo, y entonces comencé a abrir fuego contra la furgoneta para inutilizarla, pero no conseguí alcanzar a las ruedas. Las balas, por lo que se ve, impactaron en la carrocería», afirma. Acto seguido el agente fue a asegurar la zona por donde penetraron en la vivienda. Entonces, de repente, el vehículo efectuó un trompo, haciendo una maniobra brusca se estrelló contra la valla del exterior. Los asaltantes consiguieron su objetivo de recuperar un instrumento vital para perpetrar el delito.

En la espiral de «violencia extrema» este expolicía siguió a los delincuentes y al salir de su propiedad se encontró de frente con uno de los asaltantes que sostenía una escopeta corta, que le encaraba y que le disparó. Aquí comenzó otro enfrentamiento, pero esta vez a tiros en el que varias personas se vieron involucradas. Los «tiros defensivos» de Casimiro alcanzaron al que empuñaba la escopeta ocasionándole una herida de bala, sin embargo los asaltantes consiguieron escapar.

Por suerte, el operativo policial consiguió detener a tres de los asaltantes a los 45 minutos de la llamada de auxilio del expolicía. El cuarto fue detenido unos días después, pero las pruebas recogidas en la vivienda de Casimiro por la Policía Científica desvelaron que hubo un quinto asaltante. «Sacaron una huella del televisor que no coincidía con la de los cuatro detenidos ni de nadie de mi familia», aclara. En total hubo cinco heridos. Tres por arma de fuego, otro por un mordisco en la nariz y Casimiro, que sufrió politraumatismos y también una mordedura humana.

Así fue el asalto a la vivienda del expolicía que se enfrenta a 20 años de prisión por defender a su familia

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