Los acusados del triple crimen de Dos Hermanas: Conexión Cerro Blanco-Palmete

Jesús Díaz

04/07/2020
Actualizado 05/07/2020 a las 09:12h.

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Catorce días transcurrieron desde que Yilmaz Giraz, un narcotraficante de origen turco, su mujer Sandra Capitán, de 26 años, y la hija de ésta de seis fueron secuestrados y asesinados por un ajuste de cuenta, hasta que la Policía Nacional detuvo a los tres primeros acusados, miembros todos del clan familiar de los «Cabos». Entre medio existieron una llamada anónima y una confesión de una de las personas implicadas, que ayudaron al Grupo de Homicidios a encontrar los cadáveres en una fosa de la casa número 168 de la calle Cerro Blanco de Dos Hermanas y a la detención de las siete personas que desde hace dos semanas se sientan en el banquillo de los acusados en la Audiencia. Pero en la planificación y ejecución de lo que se ha conocido como el triple crimen de Dos Hermanas, una de los sucesos más crueles de la crónica negra de Sevilla, ¿qué rol se le otorga a cada uno?

Por un lado están los cuatro miembros del clan de los «Cabos». Aunque de origen valenciano, residen en el barrio nazareno de Cerro Blanco, donde tienen cuatro viviendas y donde manejan el negocio de la venta de drogas. En el seno de esta familia, según la Fiscalía, nace el «macabro» plan de secuestrar y matar al «Turco» por un ajuste de cuentas o algún turbio asunto de drogas, del que nunca se sabrá.

Ricardo García G., alias el «Cabo», es el jefe del clan al que le da nombre. Con 56 años, cuenta con numerosas detenciones tanto por la Policía Nacional y la Guardia Civil, en su mayor por delitos contra la salud pública. Por supuesto, también le pesan condenas, la última el año pasado junto a todos los miembros del clan.

Se enfrenta a tres penas de prisión permanente revisable por los asesinatos, pero además, está acusado de tenencia ilícita de armas y el secuestro de las tres víctimas, lo que suma casi 20 años más de cárcel. Para la Fiscalía, el «Cabo» es uno de los principales ejecutores del plan, pues junto a su hijo y los dos sicarios contratados secuestraron a Yilmaz, lo redujeron y agredieron. Conocía en todo momento lo que iba a pasar. Estuvo en la casa durante los hechos y cuando vertieron ocho metros cúbicos en la fosa para sepultar los cadáveres, como confirmaron dos de los coimputados y los trabajadores de la cementera. Él lo ha negado todo ene l juicio, alegando que ese día estuvo en Sevilla con su hija.

Es el principal acusado por estos crímenes. Ricardo García H. llegó a admitirlos en una de sus primeras declaraciones, aunque en el juicio aseguró que dijo eso por presiones policiales a cambio de librar a su padre y a su mujer. En el interrogatorio, además, apuntó a David Hurtado P., alias el «Tapita», y a «dos extranjeros».No obstante, la Fiscalía lo ubica en el epicentro de todos los hechos:en los secuestros en Bellavista, en las agresiones y disparos ocurridos en Cerro Blanco y en la ocultación de los cadáveres en la fosa del cuarto de baño. Se enfrenta a los mismos delitos y penas que su padre y su mujer.

Su único argumento defensivo durante su interrogatorio fue que ella llevaba meses separada del «Pollino» y mucho tiempo sin acudir a Cerro Blanco 168. No obstante y a pesar de alegar que ya no eran pareja, vivía en casa de sus suegros con sus hijos. El «Tapita» y José Antonio Mora B., el otro varón contratado para reducir al «Turco», la sitúan en la casa el día de los crímenes y la Fiscalía la coloca siempre al lado de su marido en todo momento. Ella ha permanecido fría durante todo el juicio con jurado, que termina esta semana próxima en la Audiencia.

Madre del «Pollino» y mujer del «Cabo» es la que se enfrenta a menos tiempo de cárcel del clan: siete años y medio por encubrir las supuestas actuaciones criminales del «Tapita», José Antonio y la séptima acusada, Manuela;ya que encubrir a familiares directos no es delito. Para el Ministerio Fiscal, ella ayudó para ocultar los cadáveres y limpiar la casa con el fin de que se descubrieran pruebas. Así fue que sólo se halló ADN de Elisa en una bata y de Ricardo hijo en el lavabo. Joaquina, en la cárcel por una condena por drogas, declaró que el día 16 estuvo trabajando en la venta ambulante. Era sábado.

Éste es el apodo por el que es conocido David Hurtado P. Monitor de boxeo y trabajador en la noche, fue, como así lo admitió en el juicio, quien recibió el encargo del «Pollino» de secuestrar al «Turco» por una deuda. Ylo hizo, pero desapareció de Cerro Blanco, junto a José Antonio, cuando vieron a Sandra y Lucía. La Fiscalía, en el último momento, le ha retirado la petición de tres penas de prisión permanente por 28 años de cárcel por cada asesinato, atendiendo a la confesión que hizo a los investigadores y que fue fundamental para localizar los cadáveres. Si bien, la fiscal y el acusado difieren en su participación, pues para la representante del Ministerio Público su cooperación fue necesaria para los asesinatos.

Una situación similar es la que vive José Antonio Mora B. Amigo de David del barrio de Palmete, aceptó el trabajo porque tenía problemas de dinero, según dijo en el juicio, donde también admitió haber reducido y maniatado a Yilmaz, nada más. Se personó ante la Policía por iniciativa propia y confesó. Esto le ha valido, como a David, la reducción de la petición de condena. Ellos, además, se enfrentan cinco años por la detención de Yilmaz y dos años y medio por tenencia de armas.

Fue dueña de varias salas de fiestas en la capital y cuenta con antecedentes también. Manuela Muñoz O. hizo de intermediaria entre Ricardo hijo y David, con quien mantenía una estrecha relación de amistad. Ella dice que sólo los presentó. David asegura que lo conocía todo. La Fiscalía la acusa de cómplice en el secuestro y muerte del «Turco». Le piden casi 20 años de cárcel.

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