Educación

Docentes y padres gaditanos ven con buenos ojos la prohibición de los móviles en los centros

Cádiz

Las nuevas instrucciones de la Junta detallan que los alumnos tampoco podrán usar sus dispositivos durante los recreos

Un joven hace uso de un dispositivo móvil en el aula. Adrián Quiroga
Álvaro Mogollo

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La Consejería de Desarrollo Educativo y Formación Profesional de la Junta de Andalucía ha emitido esta semana una serie de instrucciones respecto al uso de los teléfonos móviles en los centros educativos a fin de que estos dispositivos no sean utilizados durante el horario escolar salvo en casos justificados.

La limitación del móvil en institutos y colegios ya estaba recogida en la ley de Infancia y Adolescencia de Andalucía, que busca «garantizar el acceso seguro a internet del alumnado», pero ahora el gobierno andaluz pretende unificar criterios para que en los centros establezcan las pautas a seguir de forma estandarizada, algo que reclamaba buena parte del profesorado.

Se trata de una acción de la administración de Juanma Moreno que busca sentar unos mínimos en un sector en el que una parte importante del personal docente cambia asiduamente de centro educativo. De esta forma, pese a que puede generar recelo entre el alumnado, las direcciones de los centros tienen normas claras de cara a tomar medidas cuando los estudiantes hagan uso de los teléfonos.

La primera instrucción indica la prohibición general del uso del móvil durante todo el horario escolar, lo que engloba también el tiempo de recreo y el de las actividades extraescolares, aunque se contempla la utilización de los smartphones con fines didácticos cuando los profesores entiendan que su utilización es pertinente.

«Se les dan herramientas y recursos a los docentes y equipos directivos para que puedan llevar a cabo esa limitación», expresaba al respecto la consejera de Desarrollo Educativo y Formación Profesional Patricia del Pozo.

Esta decisión ha sido recogida con satisfacción en la mayoría de centros escolares de la provincia, que celebran que los jóvenes tengan más complicado distraerse con un elemento que va en detrimento de su capacidad de atención y que en algunos casos puede incluso dificultar el normal desarrollo de las clases.

«Era necesario que se regulara para que todo los centros tengan las mismas instrucciones», comenta una profesora de un centro educativo de El Puerto, que precisa que aunque hasta el momento no ha tenido grandes problemas con el uso de los dispositivos en el aula, sí que ha observado en multitud de ocasiones que algunos alumnos se distraían mirando las pantallas.

En otros casos, la dependencia del móvil sí que es palpable, generando incluso una adicción, especifica otro docente gaditano, que prefiere igualmente mantener su nombre en el anonimato: «Hay parte del alumnado al que le prohíbes el uso del teléfono y desarrolla el síndrome de abstinencia. Hasta el punto de que piden ir al baño y sospechas que realmente es para mirar el móvil, para hacer sus necesidades digitales».

«Habría que hacer un estudio sobre el enganche que se tiene respecto al móvil, no es cosa de los jóvenes. Es de todo el mundo, también de los que somos ya más adultos», expone. Cree además que en muchas ocasiones, la necesidad de acceder al móvil no es para realizar una tarea determinada o para mandarle un mensaje a otra persona, sino para satisfacer lo que ya se ha convertido en una obligación: «Entran en Instagram, hacen scroll (desplazarse verticalmente por la pantalla, controlada con un algoritmo pensado para ofrecer contenidos de forma casi infinita) por adicción, ves la pantalla un rato y ya te quedas tranquilito. Es como una caladita para el fumador».

Para este profesor, que ha estado ya en diferentes institutos de secundaria, cree que el manejo del móvil no es negativo en sí, pero opina que se debe ahondar en el buen uso que se puede hacer de los dispositivos, una cuestión que la Consejería también tiene prevista, tal y como especifica en las instrucciones cuarta y quinta, en las que se describe que a lo largo del segundo y tercer trimestre del presente curso se llevarán a cabo formaciones tanto para docentes como para familiares sobre uso seguro y privacidad digital. Por lo pronto, consideran adecuadas las nuevas instrucciones: «El alumnado no tiene nociones básicas sobre una buena utilización. Si das clases, el móvil no se mira ni para saber la hora».

El detalle de la hora no es menor, puesto que una parte de los alumnos consulta el móvil cada poco  tiempo a modo de reloj, pero el simple hecho de encender la pantalla, genera rápidamente un estímulo y más si cabe cuando el chico o la chica de turno comprueba que tiene una notificación, puesto que de forma casi automática desbloquean los terminales para comprobar de qué se trata. Mitad en broma, mitad en serio, los docentes consultados recomiendan una vuelta al reloj de pulsera para evitar estas situaciones que además ahora no van a estar permitidas.

Aunque cree que las disposiciones llegan tarde, el docente estima que la mayoría de profesores está de acuerdo: «Se dejaba demasiado a la interpretación del profesorado». «Había que quitar esa responsabilidad a los centros porque generaba un agravio comparativo».

Los padres también están en la línea de los maestros, puesto que, por lo general, ya contemplan cómo las pantallas han ido ganando protagonismo en la vida diaria, por lo que apoyan cualquier medida que vaya en la línea de que sus hijos se centren en atender en clase y aprovechar las lecciones de las diferentes asignaturas.

«Me parece bien, el móvil ya lo tienen toda la tarde y la noche, que muchas veces no paran, ni siquiera escuchan. Así que al menos, mientras estén en el instituto, que lo guarden y estén concentrados en estudiar», afirma Luis, padre de una estudiante de 15 años de Jerez.

Ni siquiera en el recreo

Las instrucciones autonómicas precisan que tampoco se podrá hacer uso de los teléfonos móviles durante la media hora de descanso que dura el recreo. Esta directriz está encaminada a que los jóvenes verdaderamente empleen ese tiempo en tomarse un respiro y recargar pilas tanto física como mentalmente, evitando así los estímulos de una pantalla.

Pero además tiene un componente social, defiende una maestra: «El recreo también cumple una función de socialización, para que el alumnado hable entre sí y desarrolle de esa manera una parte esencial que es la comunicativa, que tendrá un peso importante en sus futuras vidas fuera de los colegios y los institutos», expone una profesora.

Medidas en caso de incumplimiento

El tercer punto del documento deja muy claras las consecuencias de seguir utilizando el móvil en horario lectivo: «Entre las medidas correctoras podrá contemplarse retirar al alumnado los dispositivos móviles. La retirada del dispositivo se deberá efectuar en las dependencias administrativas del centro o en alguna otra de cualquier miembro del equipo directivo en presencia de, al menos, dos miembros del mismo y solicitando al alumnado que proceda a apagar el teléfono móvil».

Dicho dispositivo permanecerá en el despacho de la dirección hasta que los padres o tutores legales del alumno en cuestión acudan al centro para retirarlo. Este es probablemente el aspecto que ofrece más inquietud entre el profesorado: «Personalmente, me inquieta la solución de retirar el móvil. Primero porque dudo que el alumno te lo dé si se lo pides y segundo porque no me gusta tener que hacerme responsable de un teléfono ajeno por si le sucede algo».

Será necesario que transcurran algunas semanas para conocer el funcionamiento y la implantación de unas disposiciones que pocos días más tarde ha replicado la Xunta de Galicia para intentar dar solución a una problemática creciente.

Distracciones en matemáticas

El Informe PISA 2022, presentado esta semana, estima que los estudiantes de los países de la OCDE reportan menos distracciones en el aula cuando los móviles están prohibidos. Por ejemplo, un tercio de los estudiantes españoles participantes asegura que se distrae en clase de matemáticas por utilizar dispositivos digitales.

Considera probado este estudio, referencia en multitud de países, que la limitación del tiempo de uso hace que la desconcentración de los alumnos sea mucho menor entre una generación que ya es mayoritariamente nacida en un entorno digital, es decir, criada desde su infancia en presencia de pantallas.

Pese a ello, los especialistas de PISA abogan por acotar de forma muy precisa los dispositivos más que por prohibirlos categóricamente, puesto que consideran que una utilización racional, de poca duración y enfocado a la enseñanza, puede tener un efecto positivo a la hora de aprender nuevos conceptos.

Debate a nivel nacional

Este asunto ha saltado ya a escala nacional y esta misma semana el secretario de Estado de Educación, José Manuel Bar Cendón, afirmaba que «debe haber un gran acuerdo social antes de que las cosas se nos vayan de las manos, pero la idea no es detenernos en el pasado sino administrar bien el futuro».

Sobre la opción de establecer una prohibición general a nivel estatal, dijo que se trataba de un debate «muy complejo» pero que hay que abordar puesto que «un uso descontrolado, no educativo, sería negativo» y que ya está generando consecuencias negativas en los entornos estudiantiles en los que se sigue utilizando el teléfono sin ninguna limitación.

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