Cádiz

El comercio gaditano, ante un invierno difícil por la subida de precios

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Las pequeñas y medias empresas asumen generalmente la mayor parte de este incremento para que no repercuta en exceso en el consumidor

José Antonio Luna, propietario de la churrería La Guapa. L.V.

Álvaro Mogollo

Cádiz

El alza generalizada de los precios hace mella también en los negocios gaditanos. La subida de los suministros de consumos y las materias primas están recortando los márgenes de beneficio y en algunos casos están repercutiendo ya en el precio final que debe pagar el comprador.

El carburante, la electricidad, el gas o incluso bloqueos derivados de la invasión rusa de Ucrania hacen que producir se esté haciendo más caro que nunca y eso lleva a una situación de tensión a la pequeña y media empresa, puesto que la demanda no crece a igual nivel para mantener el equilibrio. Más bien al contrario, desciende debido a que muchos consumidores gastan ahora con menos frecuencia ante la situación actual.

La dinámica general de los comerciantes gaditanos es no trasladar el grueso del aumento de sus costes de producción directamente al consumidor, ya que por un lado esperan que los costes vayan descendiendo y por otro porque que creen que una subida de precios puede hacer bajar sus ventas y por ende agravar aún más la problemática.

La cuestión no es nueva, porque el pronunciado aumento del precio de la electricidad comenzó en 2021 y tuvo su pico en el mes de marzo del presente año, poco después de que comenzara el conflicto en Ucrania. Sin embargo, pese a que la luz parece moverse en unos rangos estables tras la aprobación de la 'excepción ibérica' que limita el precio del gas a la hora de establecer el coste diario del megavatio, la inflación ha generado que tengan que pagar los materiales y productos a unos precios que hacen muy difícil cuadrar las cuentas.

No todos los sectores lo viven de igual manera, pero sí que se percibe una cierta empatía dentro del entorno de los pequeños empresarios hacia el consumidor por la sencilla razón de que ellos también lo son y notan cómo se ha encarecido la vida a la hora de hacer cosas tan básicas como la compra.

Un paseo por el casco antiguo de Cádiz, bastante animado en los primeros días de una tardía bajada de temperaturas en pleno noviembre, permite conocer la opinión de los propietarios de algunos negocios que prestan servicio en la ciudad desde hace muchos años.

José Antonio Luna, propietario de la famosísima churrería La Guapa, pone cara de circunstancias cuando es cuestionado acerca de cómo vive esta situación: «¿Cómo quieres que la vivamos?», dice retóricamente con una sonrisa que no se borra en toda la conversación. «No ganando el dinero que tendríamos de ganar», explica.

Para la churrería, el consumo eléctrico no es uno de sus quebraderos, aunque también le ha subido la factura. El principal es el propano, que ha subido considerablemente «pero no es algo de ahora, viene haciéndolo desde hace muchos meses».

El aceite y la harina son dos de elementos básicos para hacer churros y ambos han doblado su precio, por lo que José Antonio se vio obligado en diciembre a subir un 20% el precio de su apreciado producto para paliar un poco el golpe, pero precisa que su intención es que no suban más: «El kilo pasó de 8 a 10 euros y no quiero tocarlo porque los churros son una cosa que con esos 10 euros pueden comer 10 personas».

El resto de las subidas las asume de su margen de beneficios, por lo que está ganando menos que antes. «Teniendo en cuenta eso y que la compra está más cara, ahora lo que hay que hacer es ajustarse. Igual el que comía antes fuera de cada dos veces en semana, lo hace ahora una vez nada más. O el que se iba 15 días de vacaciones, pues ahora se va una semana», comenta.

Copistería San Rafael Francis Jiménez

Al pasar por la puerta de la Copistería San Rafael, negocio clásico en la calle Benjumeda al que habitualmente acuden muchos estudiantes de las cercanas facultades de Medicina, Filosofía y Letras o Ciencias del Trabajo, lo primero que se puede imaginar es cuánto deben consumir esas enormes fotocopiadoras.

Pero no es lo que más preocupa a su gerente, Carmelo García, puesto que la mayor subida la ha experimentado el gas, clave en el negocio de lavandería Wasandrai que tienen en la calle San Rafael. «Nos ha subido más del 300% y hemos pasado de pagar una factura de 200 a más de 700 euros».

Aunque el coste del papel también se duplicado, no han aumentado los precios y lo está asumiendo la empresa, aunque afirma que las perspectivas de cara al futuro no son halagüeñas y espera que bajen los precios para que la tesitura sea más positiva. Mientras tanto, planea acogerse al Plan Comercio Vivo impulsado por el Ayuntamiento de Cádiz: «Dan 4.000 euros por negocio que van a ayudar al que lo coja, porque piden muchísimos papeles y requisitos».

En el caso particular de las copisterías, se enfrentan a una realidad que va más allá de los mercados y es la digitalización de la enseñanza. El crecimiento del uso de las tablets como método de estudio y la utilización de los campus virtuales está menguando un negocio que se nutría de las fotocopias y las encuadernaciones.

«Con el covid ya hubo un bajón grande y desde ahí casi todo se hace ya de forma digital», dice García. Es el adjudicatario de un contrato de prestación de servicios para la Universidad de Cádiz, que ya ha expirado pero que se encuentra en situación de prórroga en estos momentos: «No se va a renovar porque hay que pagar unos cánones muy altos y no hay muchos alumnos y además los que no van a clase ya no tienen que hacer la fotocopia de un compañero porque se meten en el campus virtual y lo tienen ahí».

No todos los negocios viven el momento con la misma perspectiva. Es el caso de la Barbería San José, a pocos metros de la calle Ancha. Desde el establecimiento exponen que les ha subido algo la factura de la luz pero no de forma desorbitada ni tampoco los productos profesionales que emplean en el corte y lavado del cabello y la barba. De forma que no han tenido que subir el precio de sus servicios.

Juan García, del bar Los Platillos Volantes Francis jiménez

La hostelería tampoco es ajena y hacen frente a un encarecimiento de los productos. «Han subido todos y además en demasía», expone Juan García, del bar Los Platillos Volantes, en la calle San Francisco. «Es más caro el café, que ha subido más de cuatro euros el kilo, la leche, la mantequilla o todos los untables para los desayunos, que están casi al doble».

La factura de la luz, por la que pagaban normalmente entre 350 y 380 euros, ha sido en el último mes de 1.010. También les ha subido el alquiler. «Nos afecta mucho porque estamos teniendo pérdidas. Básicamente estamos trabajando para pagar».

De momento están aguantando porque asegura que hay mucha competencia: «Y nos podemos dar con un canto en los dientes porque tenemos una clientela de muchos años». Cuenta además que de momento no han subido el precio de cara al público: «No podemos decirle al cliente que hoy el café vale un euro, mañana 1,40 y pasado 1,60».

«Esperemos que el Gobierno ponga freno a esta debacle de los precios del mercado porque esto es insostenible. El pequeño y medio empresa morirá si no», precisa. Y añade que también ha subido muchísimo la cesta de la compra para su casa: «Cada producto ha subido unos 50 céntimos».

«Hace ya meses que me fui de Eléctrica de Cádiz»

Hace algunas semanas se conocía que la empresa pública de electricidad había perdido más de 700 clientes desde el pasado mes de marzo debido a la subida en los recibos, que hasta el momento a los clientes con tarifa fija se hacía de forma periódica y acotada.

Eléctrica de Cádiz se había comprometido a hacer frente al encarecimiento de las grandes compañías pero el aumento en los recibos ha acabado por empujar a distintos usuarios a otras opciones que actualmente ofrecen un precio más ajustado.

La Copistería San Rafael es una de las empresas que han optado por cambiar de compañía «Nos cambiamos hace unos meses a Endesa y hemos estado pagando más o menos lo mismo casi todos los meses».

En el Horno Artesanal Santa María, en la calle Hospital de Mujeres, el gerente José asegura que están pagando el doble de luz en sus facturas, algo que se une al encarecimiento de otros consumos como la harina, al 200%, o el combustible, disparado desde hace meses e imprescindible para los hornos del obrador.

El aumento del coste de los suministros ha hecho que tengan que subir el precio de venta al público entre un 7% y 8%. En cualquier caso, está decidido a cambiar de empresa de energía: «Mi asesor ha estado estudiando los consumos y las facturas al detalle y me ha aconsejado cambiarme. Porque, por ejemplo, tenemos disparado el consumo en el tramo que normalmente corresponde a la noche y aquí no trabajamos durante ese horario. Hay algo raro en las lecturas».

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