reportaje
Los ciberdelincuentes ninis de San Fernando que «se hicieron pro»
Los isleños detenidos por estafar miles de euros a cientos de personas por internet y dirigidos por un menor sofisticaron al extremo sus métodos
El menor, cabecilla de esta última red, vivía por todo lo alto en Marbella y estaba fugado de un centro
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Le llaman a su teléfono. Es uno de esos números que no conoce y antes de descolgar se imagina que será una llamada comercial. Lo coge y de repente una persona muy educada le asegura que es un empleado de su banco. Tras la presentación, comienza el engaño. «¿No ha tramitado ningún operativo en el día de hoy por valor de 500 euros?», le pregunta. «No, no he hecho ninguna operación en el día de hoy», contesta. «Bueno, pues para cancelarlo le tenemos que enviar un mensaje de texto a su móvil»... «no, no, no me enviéis nada»... «Perfecto, pues le voy a quitar los 94.946 euros. Le voy a dejar 14 céntimos, ¿vale?, ¿se entera?».
Es una llamada completamente real. Quien habla e intenta asustar es un estafador, un profesional de la mentira. Su objetivo es obtener el código de una doble verificación y así entrar y poder manipular la cuenta de su 'presa'. El resto de datos que necesita ya los tiene pero sin ese código que se envían por sms no le es posible tomar el mando y rematar el robo. Este es un nuevo paso de estos ciberladrones ante las barreras de seguridad que han implantado las entidades bancarias. Una nueva forma de desplumar a sus víctimas que, incautas, caen en estos engaños.
Pero en esta ocasión, estos en concreto, han sido pillados. La Policía Nacional ha asestado un importante golpe contra estos estafadores y detenido a 24 personas que formarían parte de una red de expertos en ejecutar estos fraudes. La mayoría de ellos, vecinos de San Fernando, desde donde estaban estafando a media España.
Además, esta investigación ha destapado que el cabecilla era un menor de edad quien, según los investigadores, había ido avanzando en sus conocimientos y ya era capaz hasta de vender sus 'paquetes' de datos y programas a otras organizaciones- un 'crime a service'-.
Esta operación, bautizada como 'Libélula', ha sido especialmente meritoria debido a la complejidad de descubrir el modo de los propios investigados a los que durante meses se les ha vigilado de cerca para poder delimitar exactamente cuál era su función como parte de una organización criminal. Pero antes, para dar con ellos, mientras estaban resguardados y amparados por el anonimato que dan las redes e internet, los agentes también tuvieron que intensificar todas las gestiones que iniciaron una vez que se denunció en San Fernando cómo estaban falseando la web de un banco. Entonces, comenzó el trabajo y la colaboración entre el grupo de Delitos Tecnológicos de la comisaría isleña y la central de Madrid logró su objetivo: dar con esos delincuentes que en dos meses y medio llegaron a estafar a 200 personas más de 350.000 euros.
Y como decíamos, al mando de esta banda figuraba un menor. Un chico de 17 años, vecino de La Isla, que a pesar de su juventud, ya es un conocido de la Policía. El mismo grupo de agentes ya lo detuvo en 2015 en el marco de una investigación, conocida como 'Galos', que perseguía a otra red que se encargaba de estafar por el método del bizum inverso.
«Empezaron con los básicos de Wallapop, luego el bizum invertido y ahora esto... van perfeccionando»
Pero en ese momento, este chico, no era el 'jefe'. El cabecilla era su hermano, mayor que él. Éste último acabó en prisión y el chaval fue internado en un centro de menores del que permanecía fugado. Y, desde entonces, en este tiempo sí había aprendido y sofisticado sus modos. «Empezaron con el nivel básico de engañar por Wallapop, luego pasaron a un intermedio con los bizum y ya son se puede decir que son avanzados, 'pro'», cuenta el inspector jefe que ha comandado esta investigación.
Es decir, que a pesar de ser ninis, sin empleo ni estudios conocidos, procedentes de familias desestructurada en su mayoría, de haberse movido en ambientes de trapicheo, robos, peleas... sí saben cómo estafar utilizando programas trampa, moverse entre hackers y plataformas ocultas de intercambio de datos y obtener todo aquello que les sirva para hacer caja a costa de otros. «Han nacido en eso y no les ha dado ni tiempo de iniciarse en otro delito». Son millenials, nativos de un idioma tecnológico, «maleantes finos» que en vez de entrar a robar en una tienda lo hacen a través de webs y whatsapp. «Se han curtido en eso y aprendido solos».
10.000 euros en un día
Pero, ¿cómo lo han hecho?, ¿cómo han podido llegar a ganar al día unos 5.000 ó 10.000 euros si la trampa salía bien? Pues, en primer lugar, beneficiándose de los fallos de seguridad que ya aprovechan los piratas informáticos para hacerse con cientos de miles de datos de los usuarios y que se comercializan.
Ellos compraban estos 'paquetes' de datos. Nombres, teléfonos, direcciones... y además un 'sender', es decir, un programa de envío masivo de mensajes. Con él disparaban sus miles de avisos haciéndose pasar por un banco y falseando su web. Y así, esperaban que picara quien fuera y para lograr la verificación llamaban por teléfono. Una vez con todos estos códigos conseguidos el dominio que tenían de estas cuentas ya era absoluto. A las víctimas les podían quitar desde 200, 300, a miles de euros a través de transferencias por ejemplo. Así suplantaron la imagen de 18 entidades bancarias diferentes, habiéndose intervenido listados con los datos privados de más de 100.000 clientes bancarios agrupados por entidades y preparados para su utilización.
Cuando el dinero ingresaba en las cuentas bancarias controladas por la organización, llevaban a cabo diferentes formas de actuación. Una de ellas consistía en extraer directamente el efectivo en cajeros automáticos, o bien contrataban créditos personales instantáneos, ordenaban nuevas transferencias a otras cuentas que tenían bajo su control, o bien adquirían criptovalores en cajeros automáticos al efecto, moviéndolo posteriormente entre diferentes 'wallet', monederos fríos. De esta manera blanqueaban este dinero robado con cierta tranquilidad porque el rastreo así es muy complejo.
Es más, y como suele pasar con este tipo de organizaciones, algunos de los miembros de la banda funcionaban como 'muleros', es decir, los que prestan su identidad a cambio de dinero para dar de alta las cuentas donde transfieren lo robado. Otros se encargaban de hacer las llamadas, otros de localizar y comprar los paquetes de datos, etc.
Y así iban enriqueciéndose para llevar una vida «de lujos». De hecho, el menor fue detenido en Marbella donde se encontraba residiendo y donde al parecer iba a menudo de vacaciones, rodeado de amigos, fiestas, gustos generosos, y una vida sin escatimar a pesar de no tener trabajo conocido ni esperado.
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San Fernando, foco de investigaciones y de resultados
Se da la circunstancia de que en San Fernando se han realizado ya bastantes operaciones relacionadas con diferentes modalidades de delitos tecnológicos. La labor de este grupo de agentes especializado ha acabado en los últimos dos años con la detención de más de un centenar de personas, de los que unos 30 han ido a prisión.
Además el 'mérito' en todas estas investigaciones ha sido llegar a vincular a todos los implicados entre ellos para así acreditar ante la justicia de que forman parte de una organización criminal, que cada uno cumple una función y un papel diferente dentro de una jerarquía. De esta manera, además de procesarles por estafa que podría ser un delito simple, se les puede imputar el ser miembros de una red que hacen mucho más daño con sus múltiples engaños.
Así por ejemplo se han realizado operaciones como la 'Ruder' en la que cayó otra banda de 'ninis' que se dedicaban a estafar por Wallapop. En su camino dejaron 800 víctimas de toda España, personas a las que les ofrecían artículos de tecnología o también cachorros de perros que nunca tuvieron ni por tanto entregaron. La 'Robin Hood', por la que acabaron con el negocio de Antonio G., un supuesto albañil de 30 años, que en realidad se dedicaba a engañar a decenas de personas vendiendo por páginas webs perros y artículos de electrónica que nunca entregaba. Este individuo llegó a presumir en un programa de televisión de que con sus mentiras ganaba 3.000 euros al día.
La cierta 'facilidad' con la que estas personas ganaban dinero ha sido el principal gancho de esta tipología delictiva en San Fernando. Una especie de 'efecto llamada' que los policías de la Unidad de Delitos Tecnológicos de esa comisaría combaten a diario.
Uno de cada cinco delitos
Y es que la incidencia de estos ciberdelitos es cada vez mayor. Y ante este hecho, recientemente, el Ministerio del Interior ha puesto en marcha una campaña para hacer frente al incremento de la cibercriminalidad registrada en nuestros país. Hoy, uno de cada cinco delitos en España se comete en la red. En 2022 se produjeron un total 375.506 ciberdelitos, un 72% más que los registrados en 2019, incremento que se eleva hasta el 352% si la comparación se realiza respecto a 2015.
En el terreno procesal este hecho también se constata en cifras. Según datos de la Fiscalía de Andalucía, Cádiz duplicó en un año el número de procedimientos abiertos sobre estafas por internet. Mientras que en 2020 se registraron 482 de estos casos incoados en toda la provincia, en 2021 fueron 969.
Por tanto, unos delitos que además de estar en las redes, están en la calle y a diario y que pueden arruinar la vida de cualquier persona. No solo por lo que le quite, sino también porque el robo de sus datos pueden señalarles y hacerle culpable de otros delitos futuros siendo completamente inocente.