chiclana
Pedalear hacia un futuro mejor
El centro de acogida de campano alberga a jóvenes inmigrantes mayores de edad de manera temporal dentro del Programa de Ayuda Humanitaria
Según CEAR, el número de plazas sube o baja en función de las llegadas, «dado que el programa se adapta continuamente a una situación cambiante»
Hace un calor abrasador. La Venta Campano se ha convertido también en el lugar ideal para hacer una parada, refrescarse y refugiarse del sol. Por la N-340 pasan coches y bicicletas, muchas bicicletas. A veces en grupo de tres o cuatro, otras veces a cuenta gotas. La mayoría de ellas se desvían diez metros después de pasar la venta. Tras una larga recta con vistas a un campo de golf inmaculado, llegan al final de la calle y cruzan la enorme puerta del centro de acogida del complejo de Campano.
D. ha dejado su medio de transporte en un sitio donde no molesta al resto de clientes. Entra en la venta, saluda amablemente y pide una Coca-Cola en la barra. Sale y se sienta bajo la sombra de la terraza. El calor es asfixiante pero allí se hace más llevadera la espera de un amigo. Pasan diez minutos y llega L., aparca su bicicleta y se seca el sudor de su frente como puede.
L. hace seis meses que llegó a Chiclana desde Tenerife, donde el flujo migratorio se ha multiplicado en todo el archipiélago. Según el informe quincenal del Ministerio de Interior, durante los cuatro primeros meses del año llegaron a España 20.898 inmigrantes, 13.616 más que en 2023 durante ese mismo periodo. La gran mayoría de esas llegadas se produjeron en las Islas Canarias y desde puntos muy lejanos como Senegal, a 1.400 kilómetros, donde el éxodo de su población aumentó a partir de junio del pasado año provocado por la inestabilidad política y social del país. En el archipiélago canario desembarcaron 16.586 inmigrantes, un 374,6% más que en 2023, obligados a abandonar su país de origen por conflictos armados, presiones políticas o sociales, violaciones de los derechos humanos... Pero son muchas las personas que no logran pisar tierra. La ruta Canaria está considerada una de las vías migratorias más mortíferas del mundo. Según Caminando Fronteras, 6.003 personas perdieron la vida en el mar mientras intentaban llegar a las Islas Canarias en cayucos.
Campano está un poco lejos de todo y sin un coche, la movilidad se hace complicada. «Mi amigo me presta la bicicleta para ir a Chiclana, a comprar al mercado o a hacer deporte», explica L, quien espera obtener el empadronamiento en Chiclana durante la semana que viene. Una ansiada espera por la que protestaron medio centenar de inmigrantes acogidos en Campano. En dos ocasiones, una a principios de marzo y otra a mediados de mayo, realizaron una marcha desde el centro hasta el ayuntamiento para manifestar la falta de atención en sus peticiones de asilo y empadronamiento. Meses más tarde, L. asegura que la administración «va más rápido» con estos trámites.
La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) es la encargada de gestionar el Programa de Atención Humanitaria, que contempla la cobertura de necesidades básicas, en el centro de acogida chiclanero. «El dispositivo de acogida de Campano está abierto para atender la actual situación de emergencia humanitaria en España y los perfiles atendidos son solicitantes de protección internacional o personas vulnerables«, explican fuentes de la entidad, que afirman que «el número de plazas suben o bajan en función de las llegadas, dado que el programa de acogida humanitaria se adapta continuamente a una situación cambiante». Los menores de edad son derivados a los Centros de Protección de Menores. «En CEAR, no atendemos a menores de edad sin referentes familiares», afirman.
L. se defiende con el español y cada vez sabe más. De cuatro a seis tienen clases en Campano impartidas por miembros de CEAR. «Dentro de unos años hablaré español mucho más rápido. El andaluz es más difícil, se habla más rápido«, sostiene L. Además, de las clases para aprender el idioma, »junto con el equipo de profesionales de CEAR trabajan en actividades y acciones que favorezcan la inclusión de las mismas en la sociedad de acogida, prestando servicios jurídicos, psicológicos, socio-laborales y aprendizaje del idioma, entre otros«.
«España me ha ayudado mucho: ACCEM, Cruz Roja... España me gusta mucho, es un buen país. En África hay muchos problemas», afirma agradecido. Su objetivo es poder trabajar en Chiclana para poder ayudar a su familia de Senegal. Aunque para otros, Chiclana solo es una ciudad de paso. «Mi amigo D. viaja esta tarde a Francia». En el centro, la convivencia es «buena» y hay buena relación con los trabajadores sociales, aunque «hay personas con las que mejor y otras peor», como todo en la vida.
Se acerca la una del mediodía, y con ella, la hora de comer. L. coge la bicicleta de su amigo y parte hacia el centro de acogida con el deseo de que se materialice su sueño de tener un futuro mejor a kilómetros y kilómetros de su casa.