chiclana

Las manos que inmortalizaron a Rancapino

José Antonio Barberá ha realizado veinte monumentos públicos, entre los que se encuentra: La Perla de Cádiz, Blas Infante o Chano Lobato

José Antonio Barberá, delante de su obra a Rancapino pepe ortega

Pepe Ortega

Chiclana

Parece que le cante al mar. Al suyo. Al de su tierra. En el paseo marítimo de La Barrosa, Alonso Núñez 'Rancapino', por fin, puede ver su monumento. Ese que tantos años ha perseguido y gracias a las manos que él quería: las de José Antonio Barberá, escultor chiclanero. «Cada vez que me veía, me decía: «¿Cuándo me vas a hacer mi monumento?» Se lo preguntó durante 15 años. Cada vez que le veía por la calle o coincidían en un evento, se le acercaba y le insistía. Pero nunca era el momento, hasta que lo fue. Él lo quería en vida y lo tuvo.

En 2020, Rancapino había sufrido un problema grave de salud y José Antonio Barberá, que por aquel entonces le daba los últimos retoques al monumento flamenco de la cantaora Mariana Cornejo, pensó que era su deber empezar su obra para cumplir con su deseo de ver su monumento. A pesar de todo el riesgo que supuso, no se lo pensó. «Cuando salió del hospital, le llamé y me preguntó que quién lo pagaba y le dije que de momento yo». Posteriormente, redactó el proyecto y se lo presentó al Ayuntamiento de Chiclana. Con el sí de todas las partes, quedaba ponerse manos a la obra.

Imagen principal - Los utensilios con los que modela y el soldador delata que es lugar de trabajo de José Antonio Barberá, pero podría confundirse con un museo. En su interior conserva reproducciones de muchas de sus obras.
Imagen secundaria 1 - Los utensilios con los que modela y el soldador delata que es lugar de trabajo de José Antonio Barberá, pero podría confundirse con un museo. En su interior conserva reproducciones de muchas de sus obras.
Imagen secundaria 2 - Los utensilios con los que modela y el soldador delata que es lugar de trabajo de José Antonio Barberá, pero podría confundirse con un museo. En su interior conserva reproducciones de muchas de sus obras.
El taller del escultor Los utensilios con los que modela y el soldador delata que es lugar de trabajo de José Antonio Barberá, pero podría confundirse con un museo. En su interior conserva reproducciones de muchas de sus obras. Pepe Ortega

El escultor y el cantaor se reunieron para hacer la pose, las fotos y tomar las medidas en su taller. Pero cuando José Antonio Barberá recogió a Rancapino vio que no venía con el traje de chaqueta. «Me dijo que no tenía. Cogimos el coche y fuimos rápido al Bahía Sur a por uno. Vino con los alfileres de los pantalones en el coche y todo», recuerda entre risas. En pocos metros cuadrados, dos artistas de una talla descomunal. Y cuando los mejores en lo suyo se juntan, el resultado siempre es inmejorable. Además de que el arte puede florecer en cualquier momento.

Por cada monumento, el escultor tiene derecho a una reproducción, que guarda con cariño en su taller. Al fondo, estaba la obra en recuerdo a Curro Jaramago, sentado en el respaldo de una silla e inolvidable para cualquiera que haya andado por la Alameda del Río, y Rancapino decidió regalar un momento inolvidable para el escultor. «Se puso a cantarle a Curro Jaramago. Él decía que era el mejor cantaor que había en Chiclana. Yo flipé», rememora. Después de todo el trabajo y la enorme satisfacción de José Antonio Barberá, el 1 de marzo Rancapino pudo ver inaugurado su 'yo' de bronce en el Paseo Marítimo, a escasos metros de Paco de Lucía.

En su taller hay un libro de anatomía facial del cuerpo humano, muchos utensilios de madera con los que modela la pasta, bustos, soldadores... Entre esas cuatro paredes ha pasado una vida. «He estado más horas aquí que en mi casa. Cuando empiezo una escultura, no salgo. Recuerdo darle el biberón a mi hija mientras modelaba». Y también ha dado vida. «El momento más mágico es cuando le estás dando los últimos toques a las caras y a los ojos y te mira. Te asusta, da miedo. Un día con mi hermano, le avisé para que viniera a ver cómo lo hacía. Cuando lo hice, salió corriendo asustado. Te asusta porque ves que cobra vida«. Eso es lo más difícil del realismo: transmitir mediante la expresión de la cara y de las manos una personalidad o una actitud. «Cada golpecillo de palillo tiene que comunicar algo», explica el escultor.

Una vida entregada al trabajo

Ya son 20 monumentos públicos los que lleva José Antonio Barberá. Pero nadie le ha regalado nada. Trabajo, trabajo y trabajo. Desde los 17 años hasta ahora. Desde que un día con su tía, a la que también le apasionaba la cerámica, probó aquello de esculpir el barro y no hubo vuelta atrás: decidió apuntarse a clases y allí conoció al que fue su maestro: José Luis Aragón, ceramista internacional. El taller de los sábados pasó a ser diario. «Yo empecé con 17 años a estar 24 horas con él, a ayudarle. Fueron mis padres y les pareció bien las condiciones. Les decía: »En 3 o 4 años lo mando para la escuela de París«», recuerda. Su estancia allí fue el «Dar cera, pulir cera» de Karate Kid extrapolado a la cerámica.

«En verano, venían artistas del mundo entero a recibir las clases de mi maestro. Tenía mucho prestigio», recuerda del que hizo piezas para Miró y logró ganarse un nombre en París, donde estuvo 15 años. La Ciudad de la Luz fue el siguiente destino para un joven chiclanero que quería dejar la cerámica, «porque económicamente no merecía la pena», para hacer monumentos grandes. Para ello, ingresó en la 'Ecole Nationale Supérieure des Arts Apliques et des Métiers d´Arts' (ENSAAMA), una de las escuelas más prestigiosas. Y no desaprovechó la oportunidad. «Allí teníamos ocho horas de clase y después me iba a clase nocturna. Con 21 años, solo me dedicaba a aprender», concluye.

Una vida enfocada a la escultura que le ha permitido ser capaz de llevar a la máxima expresión la palabra inmortalizar.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación