La feria aviva más el flamenco: el boom en la juventud

Chiclana ultima la cuenta atrás de su fiesta. La Feria de San Antonio muestra apagada su portada a la espera del ansiado miércoles, cuando a las diez de la noche se ilumine por primera vez para dar paso a cuatro días de buen ambiente, sevillanas y vino fino de la tierra. Los operarios trabajan contrarreloj para tener todo listo. Con la iluminación de las calles ya lista, la faena está en el interior de las casetas. Fuera del recinto ferial, Chiclana también se prepara.

Cristina y Araceli han decorado esta mañana el escaparate. Farolillos y el colorido de los trajes dan la bienvenida a Dulcería 17, una de las tiendas que se dedica especialmente a la moda flamenca. A falta de pocos días para los días grandes de la localidad, la tienda es un vaivén de clientes. «A última hora siempre viene a por un mantón, pendientes o flores; de aquí puedes salir vestida para la feria», explica Cristina Chorat.

Como a todas las grandes citas, la preparación es algo que se hace con tiempo. «Esta última semana antes de la Feria de Chiclana la mayoría de clientes vienen para recoger sus encargos». Desde la Feria de Vejer hasta la de San Fernando, la tienda chiclanera recibe centenares de clientes a diario en busca de sus mejores galas. Este año el boom de ventas han sido los mantones bordados; en los trajes, los lunares no fallan pero los lisos también pisan fuerte. «Está viniendo mucha gente a por vestidos lisos, sobre todo en azul eléctrico, aparte de negro, rojo y blanco», expresa. El fenómeno de la moda flamenca está en auge.

Cada vez se viste más gente de flamenca. «Este año, por apartados hemos vendido 150 trajes más que el pasado; aparte de los que vienen y se llevan directamente«, afirma la dependienta. Una costumbre andaluza que está garantizada para los próximos años: »Este año, han venido más adolescentes que en los anteriores«. Algo que también ha notado Mari Pili Serrano, intérprete y docente de baile flamenco.

Graduada como coreógrafa e intérprete de baile flamenco en el Conservatorio Superior de Danza de Málaga, Mari Pili Serrano ha estado toda su vida vinculada al flamenco. Un mundo que también ha estudiado no solo en la forma, sino también en el fondo. «Me becaron en la UCA para poder hacer un máster de Análisis e Investigación del Flamenco». Ahora, compagina los bailes en espectáculos y tablaos con las clases.

Un traje de flamenca brilla cuando baila una sevillana. Por eso, el auge de las ventas en adolescentes va de la mano con el de las clases de este palo flamenco, donde también se han llenado de jóvenes con ganas de saber desenvolverse en las casetas cuando suene cualquiera de las cuatro. «Cada vez hay más jóvenes interesadas en bailar sevillanas. Me he encontrado este año con muchos grupos de niñas de 13 a 16 años que han venido a aprender a mis clases», explica Mari Pili Serrano, quien imparte los cursos intensivos cuando se acercan las ferias, durante los meses de abril mayo y junio, además de las clases anuales de todos los palos del flamenco.

Nadie se queda fuera de poder aprender un arte tan nuestro. «A los cursos vienen tanto niños, personas con necesidades especiales, adultos y personas mayores, incluso de más de ochenta años. Eso sí, este año he notado un boom en cuanto al baile masculino«, afirma. La inquietud por aprender, vestirse de flamenca y mantener nuestras raíces vivas es una alegría para todos, pero, sobre todo, para los «enamorados del flamenco». «Me alegra mucho que la gente valore un arte que es tan nuestro, tan de Andalucía y de Cádiz», concluye Mari Pili Serrano.

De esta forma, Chiclana se prepara dentro y fuera del albero para su fiesta, la Feria de San Antonio, cinco días de colorido, buen ambiente y mucho flamenco.