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Crece la población de chorlitejo patinegro en Chiclana

En las Salinas de Santa Teresa han nacido este año casi sesenta charrancitos, dieciocho chorlitejos patinegros, seis cigüeñuelas y cuatro espátulas

Francis Silva, ornitólogo pepe ortega
Pepe Ortega

Pepe Ortega

Chiclana

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Chiclana es el único municipio de la provincia donde el chorlitejo patinegro no cría en sus playas. La invasión del ser humano en las dunas de las playas chiclaneras ha provocado el desplazamiento de este ave, incluida en el Libro Rojo de las Aves de España y catalogada como vulnerable, a otras zonas de nidificación. Concretamente, a las Salinas de Santa Teresa, donde la población del chorlitejo patinegro, y de otros pájaros amenazados como el charrancito común, ha aumentado considerablemente.

«El turismo ha invadido las zonas donde ellos criaban. Las aves se han desplazado y se han encontrado este pequeño paraíso donde hay una salina privada, que puede entrar quien quiera, pero de noche se cierra la puerta y se restringe el acceso a las zonas donde cría«, explica Francis Silva, ornitólogo que colabora con Resbiomar, un proyecto de la Universidad de Cádiz enfocado en la »restauración y manejo de la Biodiversidad en marismas«. Una de las salinas que gestiona son las de Santa Teresa.

La actividad de la salina ha favorecido la biodiversidad. El espacio ha pasado de estar abandonado a sufrir una transformación por completo. «En el momento de restaurar la salina, se crean muros más limpios donde el animal puede criar y los pollos pueden acceder rápido a los filos del agua para alimentarse; la gestión del agua por medio de las compuertas para controlar la comida que entra y sale; y controlar la zona de perros y bicicletas», afirma el ornitólogo. Todo ello ha contribuido a que este año hayan nacido casi sesenta charrancitos, dieciocho chorlitejos patinegros, seis cigüeñuelas y cuatro espátulas.

El propio Libro Rojo de las Aves de España advierte que una amenaza para el chorlitejo patinegro es el abandono de las explotaciones salineras. Algo que sucede al otro lado del caño, en las Salinas de Carboneros. A menos de cuarenta metros, tan solo se han contabilizado tres nidos de chorlitejo patinegro. «En Carboneros, no se gestiona el paso del agua, las personas sueltan a los perros y también van en bicicleta», lamenta. En cambio, en las salinas de Santa Teresa tienen una «zona para alimentarse, sobrevivir con tranquilidad y reproducirse», según Francis Silva.

Para hacer frente a las gaviotas y garzas, las principales depredadoras, tienen en mente colocar tejas para que «los pollos se metan debajo y así también aislarse del calor». Además, para evitar que la arena de la marisma se apelmace demasiado y el huevo se entierre, van a nutrirla de ostiones machacados.

Después de dos años de actividad, el trabajo empieza a dar sus frutos; pero aún hay un largo camino. «El margen de mejora es amplio. Y lo es porque la propiedad está interesada en que sea así», afirma.

En España, el chorlitejo patinegro ha sufrido un descenso de su población de más del 70% en los últimos diez años. Tras los buenos datos recogidos este año en las Salinas de Santa Teresa, Francis Silva asegura que «puede ser un inicio para actuar en las salinas abandonadas que hay en la provincia y así aumentar la biodiversidad». «Lo que ha sucedido aquí es un ejemplo de que debemos hacer algo», concluye.

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