Provincia de cádiz
Chiclana, Ubrique, Setenil o Alcalá del Valle, las localidades de Cádiz en riesgo crítico de inundaciones: el dato y la razón
Las crecidas de los ríos Iro, Guadalete y Barbate son las más temidas para los expertos que estudian fenómenos desastrosos como el ocurrido en Valencia
De los 45 municipios de la provincia, 36 tienen ríos en sus núcleos urbanos
«Se nos olvida que las inundaciones de Jerez o Chiclana volverán a ocurrir, por estadística el fenómeno aparecerá y hay que prepararse»
¿Son posibles en la provincia de Cádiz inundaciones como las de Valencia?
El miedo, el terror. La idea de perderlo todo. Hasta la vida. La propia o la de un ser o seres queridos. Son las espantosas posibilidades que se dispersan en el día a día, en el ritmo de la cotidianidad, pero que están ahí. Lo que ocurre es que solo se toca, se siente, cuando se pasa de algo que es imaginable a un hecho real, cuando lo ves y lo lloras por situaciones tan dantescas y dolorosas como las que están sufriendo en la comunidad valenciana tras el azote de la DANA. Y su poder es completamente destructible. Ha pasado una semana y sus calles siguen pareciendo un apocalipsis sin fin.
Y esta situación, como ya ha ocurrido en anteriores ocasiones aunque de forma mucho más leve, hace replantearse el riesgo al que estamos expuestos como un aviso a navegantes que esta vez sí ha cumplido la peor de sus alertas. Pero esos avisos están desde hace tiempo. Se estudian y se advierten de forma repetida. Y se analizan. Sobre todo en lo referido a cauces de ríos urbanos que, en este caso, ha sido tan letal.
En este sentido, la provincia de Cádiz se encuentra bastante expuesta si ese control o cuidado no se vigila. En cifras: En Cádiz existen 128 cursos de agua. 36 de sus 45 municipios tienen ríos, rías o arroyos en sus núcleos urbanos. Y de estos, 167 kilómetros son, precisamente, cauces urbanos. Es decir, este caudal pasa por sus ciudades, pueblos o pedanías.
Así lo determina un estudio pionero muy específico que elaboró la Diputación Provincial de Cádiz hace un año y que forma parte del Plan de Restauración Fluvial que tiene como principal objetivo prever este tipo de riesgos para todas estas zonas. En él se hace referencia directa a localidades de menos de 20.000 habitantes que son sobre los que tiene competencia la Diputación pero, en definitiva, las actuaciones y sus planteamientos afectan a cuencas hidrográficas de mayor extensión como la Guadalete-Barbate. Solo esta Demarcación alcanza una superficie de 5.960,98 kilómetros cuadrados.
Otro estudio es el que detallan los mapas de peligrosidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) y que establecen estas zonas de riesgo. En el caso de la provincia y en cuanto a curso fluvial marca 30 áreas de «riesgo potencial significativo de inundación» (ARPSIS). Entre ellas: el Guadalete desde Arcos hasta Jerez, el río Ubrique, el río Iro, río Salado, el arroyo Zurraque, o el río Barbate, entre los de mayor extensión.
La explicación: «Existen zonas de riesgo porque están ocupadas»
Antonio Figueroa es uno de los responsables del informe elaborado para el Plan de Restauración Fluvial de la Diputación de Cádiz. Geógrafo con más de 15 años de experiencia profesional es consultor independiente de la empresa Agua y Territorio y está especializado en planificación y evaluación de políticas ambientales. Y, sobre todo, conoce a la perfección, al margen de mapas y estadísticas, todo el curso fluvial de Cádiz. Sus bondades y sus peligros. Y su explicación.
«En la provincia tenemos importantes ríos y por tanto zonas inundables, lo que conlleva que existan esas zonas de riesgo porque están ocupadas», explica. Por ello señala algunos puntos claves, siempre referido a cursos fluviales (no litoral). Y entre estos puntos, digamos críticos, el experto destaca ante todo uno: el río Iro y la cuenca del Carrajolilla a su paso por Chiclana. Pero además, Ubrique, Setenil, Alcalá del Valle, la estación de San José por el Guadarranque, o Los Barrios, por el río Palmones. En otro nivel está el paso del río Barbate por Alcalá de los Gazules y el Guadalete en su travesía por Villarmartín y por toda la campiña jerezana.
En cuanto a este último, al Guadalete, su mayor extensión transcurre por campo. Por tanto, en este caso el riesgo de sus zonas inundables no es tanto por lo que afecta a entornos urbanos (de importantes núcleos de viviendas) pero sí a las consecuencias que tiene este peligro de inundación para infraestructuras y conexión cruciales. Como, y ya ha ocurrido, en carreteras de enlace como la del Portal (donde habitables se encuentran el Poblado de Doña Blanca y El Portal), algunos tramos de la antigua autopista o la autovía Jerez Los Barrios como el entorno de la Cartuja, Lomopardo o Las Pachecas, entre otros puntos habitados. «En cuestión de curso fluvial esta es la extensión más grande de la provincia».
En este sentido, Figueroa insiste en algo principal. Y otra vez avisado: «Hay zonas urbanas que preocupan». Volvemos así de nuevo a Chiclana, tanto el paso del río por la ciudad, como por el Sotillo, o El Marquesado. «Esta vez el río Iro subió bastante pero no llegó a desbordar... pero claro que lo puede hacer», reitera. Así ocurrió en la histórica riada de octubre de 1965 que afectó gravemente a calles, casas y negocios..., además de otras inundaciones más recientes como en 2010 cuando toda la localidad estuvo en máxima alerta con decenas de vías anegadas, desalojos y rescates.
Pero en esta última DANA otro de los municipios que vio realmente su casco urbano más afectado fue Jerez, con la calle Porvera como punto más crítico o El Puerto, en la que el agua llegó al metro de altura en zonas como la Ribera del Río y entorno de las Galeras. También otras zonas de San Fernando como Buen Pastor o La Casería, entre otras. En estos casos la caída de un torrencial de muchísima agua en poco tiempo se sumó a la saturación de su sistema de drenaje. Además, en las incidencias registradas en El Puerto por ejemplo tuvo mucho que ver también la pleamar del río Guadalete que coincidió en ese momento de subida y abundante precipitación.
Antes
Después
Cuando los embalses tienen que desagüar: «Es irremediable»
Por otro lado, por la campiña jerezana el peligro se encuentra principalmente en que estos episodios de lluvias torrenciales provoquen que los embalses de estas áreas tengan que desagüar como ocurrió en las últimas y graves inundaciones que se recuerdan de 2017.
Sin embargo, en esta última DANA la sequía mantenía los pantanos menos llenos y no se dio tal peligro ya que no se desbordó su capacidad a tal exceso. ¿Y por qué tienen que desembalsar? «No hay otra, reventarían y eso es mucho peor y no se puede permitir».
En este área existen cinco embalses: Zahara, Bornos, Hurones, Arcos y Guadalcacín. Este último es el segundo más grande de Andalucía y además se abastece en gran parte de la Sierra de Grazalema que recoge grandes cantidades de agua pluvial -de los máximos índices de España- pero que además es capaz de acoger mucha de esta agua en sus acuíferos. Si todo ello se llena, ese agua 'corre' hacia abajo y, de nuevo, la naturaleza tiene que seguir su curso.
Antes
Después
El riesgo también se traslada a Ubrique o Alcalá del Valle, donde los problemas son más de «tipo estructural». Ríos que están «encajonados». «El río Ubrique es un cajón de hormigón». De esta forma el geógrafo y analista aboga por «devolver a los ríos sus espacios». «Los ríos urbanos están muy abandonados y tienen un gran potencial para poder intervenir en ellos, tanto para que la ciudadanía los pueda disfrutar como espacios de ocio, como para mejorar la situación de posibles inundaciones». Así pone de ejemplo la Ría de Bilbao, reconvertida en los últimos años y que ha supuesto con el tiempo en un ejemplo de integración y reactivación para la vida de su ciudad. «Aquí no tenemos una vida sana con nuestros ríos», lamenta.
Pero además hay otra cuestión que preocupa y es el mantenimiento de estos cauces. La limpieza, la protección de las cuencas -muy deforestadas u ocupadas- o, su propia restauración. A este respecto se puede poner de ejemplo lo ocurrido en Valencia con el arrastre de las cañas «que hacen un efecto tapón». Y es que este tipo de cañas son una especie invasora muy difícil de erradicar y que también existe en gran densidad en los arroyos gaditanos.
Viviendas ilegales: el riesgo y el peligro
En otro punto de este análisis y según como afecta a diferentes zonas que están habitadas hay que hacer también una parada en las viviendas ilegales, construcciones al margen de los planeamientos urbanos ordenados y que, en muchos casos, han proliferado en zonas donde se suponía que no se podía edificar por el riesgo de inundabilidad que en ellas existe. Un claro ejemplo de ello son esas pedanías de Jerez o, también, los diseminados que se suelen anegar en Chiclana y que se convierten en auténticos barrizales con no tanta lluvia, donde, además, no hay las mismas canalizaciones o servicios, o ni existen.
«Ya sí empieza a calar que eso no se puede permitir por las consecuencias que tiene pero durante treinta o cuarenta años ha sido impulsado y permitido», opina el geógrafo. «Ahora en muchos puntos lo poco que se puede hacer por cuestiones económicas y sociales es instaurar una figura que existe y que deja en pie esa construcción pero no se puede modificar, ni hacer cambios, ni obras, ni perpetuarla...». Es decir, no se heredaría sino que quedaría sin uso para así restablecer poco a poco el espacio anterior.
Porque además, hace treinta o cuarenta años no existía otro detonante que puede resultar mortal: el cambio climático. «La probabilidad de inundaciones ahora es mucho mayor... ya lo estamos viendo con la sequía», sigue advirtiendo Figueroa. «Se nos olvida que lo que ocurrió en Jerez o Chiclana volverá a ocurrir, simplemente por estadística, el fenómeno aparecerá y solo existe una opción: hay que prepararse».