Mi rincón Preferido
La casualidad que llevó a Bosco Guerrero a cumplir un sueño en las Bodegas Cepa 21
Fue en una comida en casa de Bertín Osborne, donde conoció a José Moro, fundador de este proyecto tan ilusionante al que decidió sumarse
Bosco Guerrero Ruiz-Mateos es un personaje icónico de la provincia de Cádiz, por su inquietud, por sus ganas de vivir, por su inagotable energía, por su carácter, por su omnipresencia y por su capacidad de estar en donde hay que estar en el momento correcto. Se define como un enamorado de su tierra, de su trabajo, de su familia, de las mujeres y de Jerez. Amigo de sus amigos, a los que intenta no fallar, pone en valor la lealtad y la honestidad, principios que le inculcaron en su casa. Asegura que con ellos cualquier persona llega al lugar que se proponga.
Profesionalmente, nuestro protagonista es una persona comprometida y entregada a su trabajo, por el que se siente agradecido, al disfrutar tanto de ello y llevando su labor más allá de la obligación. Sin horarios, puedes verle un día con un amigo a las 14:00 tomándose algo o puede estar viajando de madrugada para estar al día siguiente en la otra punta de España para ver a un cliente. «No considero que el horario sea importante, sino el orden y la planificación, siempre cumpliendo con los objetivos que tengas marcados», nos asegura el responsable de ventas en Andalucía, Extremadura, Ciudad Real, Albacete, Murcia y Alicante de Bodegas Cepa 21.
Antes de llegar a las reconocidas Bodegas propiedad de José Moro, Bosco desarrolló sus habilidades en el sector vinícola del Marco de Jerez. Cuenta que tras formarse en Comercio y Marketing enseguida se puso a trabajar, «tenía ganas de empezar joven al mercado laboral, muchas veces pensaba si me había equivocado o no por la decisión que tomé, si había defraudado a mis padres… esos días de dudas intentaba trabajar el doble para no irme con remordimiento de conciencia a la cama», nos ha contado. Continúa explicando que cuando quiso labrarse un futuro, su padre le llevó a ver a su tío José María Ruiz-Mateos a su despacho. «Él me ofreció trabajo en el sector que yo quisiera, de cualquiera de las empresas de Rumasa, hoteles, bodegas, Trapa, Dhul… Sin pensarlo dos veces dije que quería trabajar en Garvey y así fue durante seis años entre Jerez y Madrid. En el primer ERE de la compañía salí el primero de la lista y ese verano conocí a una excelente persona, Joaquín Rivero (en paz descanse) y me ofreció trabajar un año con él en Bodegas Tradición, hasta que buscase un mejor trabajo. Durante ese tiempo estuve en Colombia y Panamá buscando distribuidores, pasado el año me marché tal y como estaba acordado y entré en Bodegas Osborne donde estuve ocho años, pasando por Madrid, el Puerto de Santa María, volví a Madrid y mis últimos años en Sevilla. Al estar soltero uno es una pieza fácil para que te vayan moviendo, allí aprendí mucho y estaré siempre muy agradecidos a muchas personas, entre ellas a Fernando Martínez Robles, un director del que tuve la suerte de aprender y que nunca podré pagarle por todo lo que me enseñó. En noviembre de 2021 cambié de denominación de origen y ahora estoy en un proyecto personal de José Moro, en Bodegas Cepa 21, un sueño para mí que nunca había imaginado». Cuenta que no son una bodega con mucha producción, pero lo que embotellan es de una calidad exquisita debido a su situación, en el corazón de la Ribera de Duero, con una orientación norte y unas altitudes que hacen que con el microclima tengan un vino meloso, suave y que invita a pedir una copa tras otra.
La oportunidad le surge cuando en un almuerzo en casa de Bertín Osborne conoce a José Moro. «En esa época seguía trabajando en Osborne y al cabo de los meses salí de la empresa y nos pusimos en contacto, yo no lo dude ni un segundo, José Moro es una eminencia en la Ribera de Duero, el fundó la bodega que lleva el nombre de su abuelo y su padre, Emilio Moro y se ha salido de la gestión de esa bodega dejándola con unos números que ya querrían muchas empresas. Ahora está centrado en su proyecto, en su sueño, en hacer crecer a su bodega boutique Bodegas Cepa 21. Me tendió la mano para navegar juntos en este proyecto y no podía decirle que no, estoy aprendiendo mucho a la vez que divirtiéndome y viajando, contando además con un maravilloso equipo humano en el que somos una piña», reconoce con satisfacción.
Como buen jerezano la pasión por el vino le corría por las venas a nuestro protagonista, quien desvela que la persona que se la inculcó desde muy pequeño fue su abuelo Zoilo Ruiz-Mateos. «Él era mi segundo padre, no hay despertar que no le recuerde. Mi abuelo me llevaba a las bodegas de Rumasa, yo le acompañaba muchas mañanas a catar. Con cinco añitos ya probé Fino San Patricio, Oloroso Ochavico, me mojaba los labios, recuerdo que me llevaba siempre con él a Bodegas Soto, Bodegas Garvey… me metía también en el tren de embotellado y yo no paraba de hacerle preguntas y él siempre se paraba y me explicaba todo, como si estuviese hablando con un adulto, mi abuelo ha sido todo para mí», recuerda con nostalgia.
A Bosco le gusta vivir actualizado de lo que pasa a su alrededor, y a la vez le gusta dar a conocer las últimas noticias sobre los vinos con los que trabaja, por eso se ha convertido en un perfil muy activo en las redes sociales, a las que define como un arma de doble filo. «Me parece un gran avance para tener información instantánea, algo que hace veinte años era impensable, hoy muchas empresas se benefician de ello y trabajan con ellas, es más, hay personas que viven de las redes sociales. Pero también tienen su lado malo, y es que es como una droga por lo adictivo que es. Desgraciadamente ha servido para que personas no identificadas lancen insultos y bulos como si no hubiese un mañana. He de decir que yo las utilizo sobre todo para poner noticias de mi trabajo, de Bodegas Cepa 21», ha querido explicar.
El experto en vinos ha aprovechado la charla de esta entrevista para romper el tópico de que un buen maridaje sea utilizar vino blanco para pescado y tinto para la carne, ante esta afirmación se siente desligado. «Cualquier vino del marco de Jerez se puede maridar con el mejor producto, ya sea carne, pasta, pescado… Jerez tiene un vino que es único en el mundo en cuanto a su elaboración y crianza, pero sin embargo nunca se le ha dado el valor que se le debe dar, bueno yo intento dárselo siempre porque es de justicia. Muchos me dicen que la culpa de eso la tuvo mi tío José María Ruiz-Mateos, a los que le doy la razón en parte… me hablan de los años 70, pero ¡señores, estamos en el 2023!».
A pesar de haber nacido en Jerez y haber pasado allí gran parte de su vida, Bosco siempre ha pasado sus veranos «desde que estaba en la barriga de su madre» en El Puerto de Santa María. «Ha sido el lugar donde mis padres han querido ir y allí se hicieron su casa, volver allí es volver a ser niño. El Puerto es nostalgia y recuerdos a mi niñez, paseos en bici, rodeado siempre de mis primos y de mis amigos del colegio, las primeras novias, fiestas en casas de uno y de otros, el cine de verano en la Casa Grande, la pista de patinaje del centro comercial, ya nada de eso existe… Ahora todo ha cambiado mucho, Vista Hermosa que es donde yo veraneo, tenía la mitad de las casas que tiene ahora y, era una urbanización diferente diría yo. Hoy día se ha masificado todo y para mi gusto se ha construido más de la cuenta. Un sitio es exclusivo y bueno cuando hay las personas justas y necesarias, cuando viene tanta gente, a los que somos de aquí nos entran los agobios y queremos huir, pero realmente no podemos ir a un sitio mejor que este, un pueblo con mucha solera, donde hay rincones gastronómicos exquisitos y donde todo el mundo quiere vivir o al menos veranear. La provincia de Cádiz es el sitio para residir, un rincón con una luz única, una forma de vida diferente y una gente estupenda». Además, ha querido destacar la cantidad de sitios gastronómicos nuevos que hay. «Antes había diez restaurantes a los que ir en verano y ahora te faltan días de vacaciones para conocer todos los sitios», comenta entre risas.
Nuestro protagonista también es conocido como «el Niño de Jerez», mote que le acompaña en una de sus grandes aficiones, los toros. Bosco ha participado en varios festivales benéficos, siendo parte de la cuadrilla de sus amigos, como el banderillero «más cotizado» y es que el solo llevaba a parte del público para verle banderillear. Además de esta, también le encanta el campo en general, los caballos, la cacería y dentro de esta, práctica mucho el tiro pichón, hoy en día llamado tiro a vuelo.
De la provincia de Cádiz además de la gastronomía y los vinos, Bosco destaca su zona rural. «Cada vez le doy más importancia. Si lo piensas, en parte vivimos de ello, todo lo que nos ponen encima de una mesa viene del campo y hoy más que nunca se está haciendo fuerte, se le está dando el sitio que debe tener y por ello se ha creado Alianza Rural, una asociación para defender los valores del campo que preside mi buen y querido amigo Fermín Bohórquez. Me consta que le está dedicando horas, ya que los españoles urbanitos necesitan conocer nuestra España rural para poner muchos valores en pie».
Bosco, crítico con la sociedad actual sobre la que detesta la mala afición que hay de hablar de otros si conocerle, nos cuenta como es su plan perfecto en la provincia de Cádiz: «Es tomar una copa con Pelayo que al final acaban siendo más de una. Es ir a Fuente Rey y pasar el día con Fermín, siempre aprendo de él. Es llevar a mis sobrinos Ramón, Gabriela, Carlota y Gonzalo a tomas unas pizzas. Es hablar con Iván Picardo y ver cuál será nuestro próximo viaje cinegético. Es tirar al pichón con mis amigos de la Sherry Poule y acabar en el Bichero. Es pasar un día con mis padres. Es pasar un día de feria de Jerez con Carlos Herrera», concluye el responsable de ventas de Cepa 21.