CARNAVAL DE CÁDIZ
Diario de una jartible: Egos extremos
En la trasera del Falla se viven muchos momentos similares cada concurso, no solo conmigo, sino también con el resto de medios y compañeros
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«Fitetú» cómo no sería la cosa que hasta Juan Carlos Aragón le dedicó una agrupación a esto de lo que quiero hablaros hoy y es que sí, en nuestro carnaval, «Los comparsistas se la dan de artistas» y no solo ellos, sino que esto también ocurre con el resto de modalidades.
Desde que conozco el concurso por dentro, he dejado de idolatrar a muchos de esos personajes con los que te has criado, admirabas por su obra y por lo que te habían hecho sentir y es que detrás de cada tipo, hay gente normal, como tu y como yo, con sus virtudes y sus defectos.
He estado pensando sobre esto en los últimos días, tras un nuevo desencuentro, en la trasera del Falla, donde trabajo cada concurso, recogiendo reacciones de las agrupaciones participantes, justo cuando acaba su actuación. La zona más viva del teatro, con el trasiego de prensa, tramoya, seguridad y todos los integrantes de las agrupaciones. Un espacio que siento el corazón del teatro, donde hay risas, nervios, lágrimas y mucho ruido.
La otra noche, justo al finalizar su actuación, hice una entrevista a uno de los componentes de un coro y tras esto, como siempre solemos hacer, junto al compañero que gestiona las redes sociales, pedí a otro de los participantes que nos cantara uno de los tangos presentados, cuando tuve la mala suerte de equivocarme y entre el barullo, la presión y la tensión del momento, le pedí que me cantara un pasodoble en lugar de un tango, a lo que esta persona, de muy malas maneras, con un tono chulesco, despectivo y haciendo aspavientos, empezó a increparme de muy malas maneras. Yo sonreí, respiré y le contesté con un: «Sí, hijo, perdona. Me refería al tango. Soy humana, me he equivocado», mientras él se daba la vuelta y soltaba toda clase de improperios y me dejaba con la palabra en la boca y por supuesto, sin el tango.
Cuando vivo esta clase de situaciones, me pregunto que se creen este tipo de personas, que lo único que hacen, ni más ni menos, es cantar coplas de carnaval en un concurso, quiero decir, que aunque fueran los científicos descubridores de la vacuna contra el cáncer, no tienen derecho a creerse más que nadie ni a tratar mal a nadie. Evidentemente, esto solo es cuestión de clase y de educación, por supuesto.
En la trasera del Falla se viven muchos momentos similares cada concurso, no solo conmigo, sino también con el resto de medios y compañeros. A veces nos encontramos con agrupaciones a las que los autores no les dejan, directamente, que se paren a hablar, otros muchos que lo hacen con desgana y pasotismo. Y una minoría, que en verdad no es tan pequeña, donde prima el alardeo y el yoísmo con frases míticas como «¿tu no sabes quien soy yo?», mientras que por mi mente pasa un «Pues no, la verdad. Vas vestido de arlequín aquijotado, con dos toneladas de purpurina en la barba, estás sudando como un pollo tras la actuación y tienes todo el maquillaje corrido y para más inri llevas lentillas transparentes y una peluca que te llega a la cintura». Pues no, la verdad no tengo ni pajolera idea de quien eres. Otra de las respuestas más comunes es la de «yo que me he llevado treinta años saliendo en carnaval» y te enumera cada una de sus hazañas, para que te quede claro quien llegó primero al carnaval. También tenemos otra especie de componentes, incluso autores, que intenta dejarte en ridículo, en pleno directo, con actitudes chulescas, cortantes y en muchos casos desafiante. Obvio está el que te bordea, haciéndote sentir muy incomoda, hasta que por fin tus compañeros te dan paso. Y por supuesto, ¡que no cunda el pánico!, que también hay muy buena gente, de las que le brillan los ojos de la emoción, de las que sonríen con la mirada, con energía bonita y que en muchas ocasiones, año tras año, te buscan, cómplices para saber tu opinión recién finalizado su repertorio.
Qué importante es el respeto, la educación y la empatía, muchas veces, tan carente en nuestro carnaval.