Con 'c' de Cádiz
Wito: «El romancero de Cádiz se ha escuchado en Génova o Lisboa gracias a las Carabelas de Colón»
Manuel ponce calvo. autor de romanceros y farmaceútico
Este gaditano de la Plaza España ha recibido esta semana el Cartelón de Oro, un homenaje a más de treinta años de carnaval callejero
Wito, con un libro lleno de fotos suyas actuando que le regaló su hija en las pasadas navidades.
Manuel Ponce Calvo (Cádiz, 1963) estudió Farmacia en Sevilla, donde siendo un chaval se convirtió en el mejor embajador del Carnaval de Cádiz -más tarde lo sería en lo alto de una réplica de una de las Carabelas de Colón-, pero en esta primera ocasión lo fue en la facultad, donde impuso las coplas al teatro y a la tuna, hasta entonces reinas de las fiestas de fin de carrera. Este carnavalero gaditano lleva al pie del cañón desde 1991 que saliera con otro gaditano de renombre como el abogado Fernando Estrella, con el que se llevaron el primer premio de romanceros yendo de 'uno calvo del to y otro con mucho pelo'. Gracias a su trayectoria, este pasado jueves 27, en la final de Romanceros celebrada en el Gran Teatro Falla, recibió el Cartelón de Oro durante el descanso en una ceremonia en la que estuvo acompañado por sus familiares, amigos y compañeros.
Wito hace del arte de rimar un cachondeo para el enriquecimiento de una ciudad que desde hoy hasta el próximo domingo vivirá su semana más especial y reconocida a nivel internacional. Como internacional será el romancero que este año trae de la mano este carnavalero chapado, y con orgullo, a la antigua. Porque si reconoce y alaba el trabajo del resto de sus compañeros, para él la verdadera gracia y el mayor mérito que ha de tener cualquier romancero es su querencia ineludible a la más rabiosa actualidad. De ahí que sus obras las perfile en dos días y las ejecute en un mes. Y este año se va a atrever con el doble mortal carpado: uno en directo y en total interactividad con su público.
Irá de Donald Trump sentado y firmando decretos. Sin duda, un tipo de lo más fresco de alguien que entiende el Carnaval como ese niño que guarda en sus recuerdos aún letras inolvidables de estribillos pegadizos que a los años se sigue escuchando en la calle de boca de los más talluditos. Manolo, Manuel o Wito aparece para la entrevista con 'Los Carnavales de mi vida' un libro de imágenes carnavaleras que las pasadas navidades le regaló su hija y que él lleva como oro en paño. Y así, pasando páginas y ojeando fotos mientras resucita recuerdos se le va la cabeza a todos esos dorados años que ha vivido y disfrutado junto al cartel al que un romancero se sujeta en Carnaval como el nazareno a su madero que ya camina hacia su Cuaresma.
-Ubiquemos la acción, que diría el otro. Nacimiento, estudios, colegios...
-Yo nací en la Plaza España. De hecho, en la casa que hay frente al instituto Celestino Mutis pusieron mis amigos hace 20 años.
La placa que los amigos de Wito le hicieron por su trayectoria en los romanceros.
-¿Y eso?
-Me la pusieron medio en broma, medio en serio por el tema de los romanceros, que ya llevaba varios años y algunos éxitos y por esa afición, pues me pusieron la placa. Ahora la han quitado porque están de reformas. Pues en esa casa me pusieron amigos y aficionados esa placa.
-O sea que llevaba desde...
-Mi primer romancero lo saqué en Carnaval del 91; antes había hecho ya cositas en la Universidad de Sevilla con mis amigos en los años 84, 85, 86.
-¿De romanceros también?
-No, también de chirigotas. Y antes, más de chico y con los amigos del barrio, había hecho ya un par de cositas. Pero bueno, nada, era 'pa' los amigos, no salíamos a la calle. Desde el año 91 he combinado mucho las chirigotas callejeras y los romanceros. Me has preguntado por mis estudios antes; pues mira, yo estudié en Cádiz, en las Carmelitas, en San Felipe. Y después fui a hacer Farmacia en Sevilla.
-Y es en Sevilla donde ya se aficiona por derecho al Carnaval.
-No, no. Yo ya era aficionado, pero es verdad que allí con dos amigos más, uno de Sevilla y uno de Algeciras, fundamos una chirigota que todavía desde entonces sigue la tradición. Cada fin de carrera hacen una fiesta de fin de curso; antiguamente lo gordo era un teatro y la tuna y desde que llegamos nosotros ahora lo gordo, lo más importante de la fiesta es la chirigota. De hecho, recientemente se han celebrado los 40 años de la fundación de la Facultad de Farmacia de Sevilla y hemos estado un mes ensayando los amigos antiguos para volver a cantar.
-¿Las letras antiguas?
-Sí, las letras antiguas de la época de los 80. De ahí tengo yo unas anécdotas que contar que no tienen que ver con los romanceros, pero bueno...
-Por favor.
-Eso lo sabemos poca gente, me da casi apuro contarlo, pero allí cuando normalmente jugaba la selección española...
-Cierto, cuando Sevilla era la sede única de los encuentros de España.
-En aquella época la afición de Sevilla era muy buena, la mejor de España, pero realmente no era solo de Sevilla, sino que era de Sevilla y parte de Andalucía Occidental y Extremadura; éramos muchos estudiantes los que íbamos y nos divertíamos mucho en los partidos. Pues el famoso contra Malta íbamos un poquito animados los amigos. Yo tenía 20 años, estaría en tercero de carrera. Y con la alegría del resultado se me ocurrió hacer un grito de ánimo de: '¡Sí, sí, sí España va a París'!.
-Cierto, para la Eurocopa de Francia 84 en la que quedamos subcampeones con aquel gol de Platini tras el error de Arconada.
-Eso es. Entonces, claro, al principio yo animaba a la gente del Gol Sur, que era donde yo estaba, para que lo corearan conmigo. Pero es que de pronto vi a todo el estadio coreándolo.
-¿Y puede que fuese la portada de Marca el día siguiente?
-Al día siguiente, bueno, se me pusieron los pelos de punta porque fue la portada del Marca y del As, los dos principales periódicos nacionales abrieron con ese titular. Y recientemente, cuando la Olimpiada de París, todavía he visto a algún equipo femenino español que se clasificó y que cantaban en el vestuario ese grito de '¡Sí, sí, sí. España va a París!' 40 años después.
-Y sin derechos de autor, jejeje. Finaliza felizmente la carrera en Sevilla y se viene a Cádiz. ¿Ha vivido siempre aquí?
-Sí, yo vivo en Cádiz, aunque ahora, por mi trabajo en la industria farmacéutica, voy por Andalucía y Extremadura. Pero, vamos, que he vivido siempre en Cádiz.
-Volvamos a ese año 91 y su debut en Carnaval. ¿Cómo es que se lanza definitivamente?
-Sí, como dije antes, yo ya había hecho cosas, pero digamos en plan de amigos, con los de la facultad o con los del barrio. Pero en el año 91 mi amigo Fernando Estrella, el 'Pingüi', me dijo que había una modalidad que era el romancero, que a ver si salíamos. Yo no sabía ni lo que era. Entonces le pregunté a mi vecino Marcos Zilbermann de qué iba eso y cómo se hacía y el me explicó un poco. Y bueno, le echamos cara y ganamos el primer premio el primer año.
-¿Dónde se hizo el concurso y en qué más sitios se ha ido celebrando hasta la actualidad?
-Ese año se hizo en la Plaza del Mentidero. Después se estuvo unos años haciendo en la Peña de los Dedócratas, ahí iban unas cincuenta personas como mucho de público. Después se estuvo haciendo en el Colegio La Salle. Ha ido cambiando con el tiempo; lo he hecho también en el Club Marte, en el Baluarte, en San Antonio... Bueno, ha habido sitios más y menos acertados; un sitio muy desafortunado es la Plaza de San Antonio, por ejemplo.
-Ahora la final es en el Falla.
-Sí. actualmente la final se está haciendo en el Teatro Falla. Hay alguna gente que le gusta mucho y lo hace muy bien, pero yo realmente sufro ahí porque a mí lo que me gusta es el contacto con las personas, la calle, la empatía, el contacto directo, pero muchas veces los teatros... Hombre, si es chiquitito como el de la Tía Norica y eso, está bien.
-Para mí es el sitio perfecto, aunque se puede entender el salto a la final al Falla para darle mayor brillantez.
-Es que muchas veces en el Falla te pones tú delante del público oscuro y un foco en la cara que parece que te están interrogando. Entonces, lo que pasas es un mal más rato en el escenario.
-Y mucho más frío el Falla que la Tía Norica, ¿no?
-Hay gente que eso no le importa y que dice 'yo prefiero no ver a nadie' y lo hacen para el ente, para el aire, pero yo necesito el contacto directo con el público para sentirme a gusto. De hecho, muchas veces, bueno...
Todos los años que he salido he estado siete veces entre los tres primeros, pero también he tenido muchos cajonazos y muchos romanceros que he hecho y han estado muy bien, a lo mejor, no me han 'dao' premio porque yo en los concursos suele ser la peor actuación que hago siempre por los nervios o porque no es mi medio; hay gente que al revés, que lo hacen para el concurso magnífico. Yo me acuerdo de un amigo una vez que quedó segundo y que lo hizo muy bien en el teatro; una manera de decirlo magnífica, el movimiento en el escenario, tremendo. Pero después en la calle se le iba la gente; alguna vez se fue cabreado porque ni acabó el romancero porque se le iba la gente jejeje. Y ese quedó segundo.
En mi caso, me acuerdo de que un año se me acercó un miembro del jurado cuando me vio en una actuación en un patio y me pidió perdón por no haberme dado ningún premio porque en esa fiesta había visto lo bueno que era. Me acuerdo que hasta la mujer le daba cates en la cabeza diciéndole lo torpe que había sido. Pero la realidad es que a mí se me ha dado siempre mejor la calle que los concursos. Y muchas veces en la calle me ha pasado lo típico de mucha gente diciéndome 'quillo, ¿cómo que no has ganado este año? ¡Eso ha sido un tongo!' Y les contesto. 'Hombre, la mitad de culpa es mía porque no lo hago tan bien en los concursos. Y la otra mitad es porque muchas veces el jurado es un poco 'indocumentao'. Pero bueno...' Jajajaja.
-Cuénteme esa experiencia del 91. Llegar y besar el santo. Ha dicho que fue con Fernando Estrella, ¿no?
-Sí. Se llamó 'De la plaza de Mayo a la plaza de abastos'. De ese año hay una anécdota muy curiosa porque, claro, con la euforia de haber ganado el concurso nos colamos en el Estadio Carranza; cuando llegamos (disfrazados de Dertycia e Indio Vázquez) iba perdiendo el Cádiz 2-0 y cuando llegamos 'to' el mundo con nosotros flipando; gran pajarraca y, para colmo, empató el Cádiz. Después nos fuimos al vestuario del Cádiz y allí interpretamos el repertorio. Como no sería aquello que el programa Estudio Estadio de Televisión Española abrió el programa con nuestra actuación del romancero. También de esos primeros años me acuerdo cuando salía con Fernando Estrella que inventamos el grito de '¡¡¡¡iiiiiiiinh, cabrón!' al darle la vuelta al cartelón; hoy lo dicen casi todos los romanceros.
-Jejeje. De eso ya han pasado más de treinta años. ¿En qué ha evolucionado el autor?
-Al principio me gustaba... Bueno, primero es que antes los versos no eran obligatorios hacerlos octosílabos; con que fueran rimados la segunda con la cuarta eran suficientes. Yo lo he estado viendo y tengo versos de doce, etc. Y ahora sí intento más hacerlos octosílabos.
-¿Es más costoso ahora?
-Más o menos ya tengo habilidad. Pero los primeros inicios sí. Muchas veces había gente que los escribía octosílabos, nosotros de otra manera. Y bueno, al final se impuso los octosílabos y ya lo hacemos todos así. Pero lo que sí ha evolucionado es que antes muchas veces eran chistes más sueltos, unas cosas más deshilachadas. Y ahora intento más hacer una historia de principio a fin. Incluso a veces he 'salio' solo y a veces con otro.
-¿Qué tiene de bueno y de malo salir solo o acompañado?
-Hombre, lo bueno o de solo es que no tienes que quedar para ensayar. Tú te lo guisas, tú te lo comes. Ensayas mentalmente y algunas veces en voz alta, pero normalmente es más cómodo. Y lo bueno de tener un compañero es que te diviertes con él, te ríes. Y la calle te la hace también más llevadera. Y en los ensayos a veces se divierte uno más. Pero bueno, después yo he tenido artistas que son muy informales y he sufrido mucho ensayando con ellos porque no venían jejeje. Yo había hecho un trabajo muy grande y me costaba...
-¿Sirve de buen baremo el concurso para medir si el romancero gustará o no en la calle?
-Hombre, digamos que a la gente que escucha bien el romancero sí sirve el concurso. Pero hay gente en la calle que después te encuentras que tú has hecho una cosa muy fina y la gente del concurso te escucha bien y tienes un gran éxito pero fuera no. Y es que en el concurso lo has hecho tipo teatro, como se están haciendo hoy muchas cosas bonitas. Pero después en la calle la gente está con las copas y quiere la fiesta. Yo he visto romanceros, amigos míos, que al final en la calle lo que han hecho son los cuplés porque nadie le aguanta el repertorio; lo que en el teatro sí se lo han aguantado y lo han aplaudido y eso, en la calle no lo aguantan más que los cuplés jaja.
-Dígame su palmarés.
-Dos primeros, dos segundos y tres terceros. Y muchos cajonazos [dice con la voz bajita, como sintiéndolo decir pero no que lo han sentido] Jejeje.
-¿Es el Cartelón de Oro lo que el Antifaz al Falla?
-Sí, el Cartelón de Oro es un poco de homenaje a la trayectoria. Se puso hace unos años este premio y este año me lo dan mí.
-¿Y qué supone para un gaditano?
-Es un honor, un orgullo. A ver, yo sé que mis amigos, mi público, mis fans, me quieren mucho y me siguen todos los años. Y saben mi historia y me consideran. Pero todavía sé que hay muchísima más gente que ni me conoce.
-¿Y cómo lleva eso?
-Hombre, eso es malo. A mí me gustaría que me conociera a 'to Cádi' Jajajajaja. Pero yo sé que hay muchísima gente que no sabe nada de mí ni me han escuchado.
-Jajaja. A ver, esto de los romanceros han crecido como setas en los últimos años. Es im-po-si-ble ver todo. Se puede entender, Wito.
-Ya, ya.
-¿Cómo ve esa masificación no ya solo con los romanceros, sino con la calle en general?
-Hombre, yo la veo mal. A mí no me gusta. Cada año me gusta menos la calle. Yo todos los año digo 'ya no salgo más', pero después salgo porque me gusta escribir.
-¿Este año sale solo?
-Sí.
-¿Cómo podría mejorar la calle?
-La gente se queja de que viene mucha gente de afuera, pero yo de lo que me quejo es que hay demasiadas agrupaciones. Porque antiguamente el gaditano sabía que había 10 o 15 romanceros y 10 o 15 callejeras y el gaditano salía a escucharlo todo. ¡Y entonces todo el mundo se sentía escuchado! Hoy en día hay tantísimas que la gente no va a escuchar todo. La gente va a escuchar las cuatro cosas que le han dicho que es bueno o que otros años han sido buenos y escucha esas cuatro cosas y no escucha nada más.
-Y si se cruzan con otros, la gente pasa porque no tiene referencias.
-Te ven y dicen 'este no es el que me han dicho. Y ni me paro'. Y muchas veces la prensa o las redes sociales hacen que antes del carnaval ya la gente sepa que es lo que tiene que escuchar; y sin haber pasado una criba de haberlo escuchado una primera vez siquiera. Solo porque te han dicho que tiene que ser eso lo que tienes que escuchar o porque se mueven mejor por las redes. Entonces, claro, pues no me gusta. Hay gente que para combatir eso, ¿qué hace? Sobre todo, las chirigotas. Se ponen en una esquina y se llevan todo el carnaval en una esquina cantando. 'A el que pase le canto'. Pero normalmente el que pasa es de Zaragoza o de Sevilla, pero no el gaditano.
Un año hizo de un matrimonio en uno.
-¿Por qué calles suele cantar? ¿Y cuántos pases al día da?
-Antes hacía siete o por ahí. Ahora hago cuatro. Yo me muevo más por San Francisco, Rosario, El Palillero, Candelaria, esa zona del centro. Y después a lo mejor más tarde, más por la noche, pues más por Sagasta. Antiguamente, cuando se podía ir a La Viña, pues me encantaba ir al Manteca. ¡Hoy eso es una utopía!
-¿Y cuántos días sale, más o menos?
-Hombre, mis predilectos son los tres domingos, contando con el chiquito; y el lunes. Y alguna tarde, noche, pues también. Pero a mí me gusta más de día.
-Este año no ha concursado. ¿Qué le da el romancero para sacarlo fuera de concurso?
-La característica mía, sobre todo, es que yo, digamos, esto más bien siempre lo he hecho por gusto. Y aunque, hombre, siempre te pueden gustar los reconocimientos, pero llevo muchos años que he pasado de ir hasta a concursos. De hecho, he hecho muchos romanceros que han sido 'pa' un solo día.
-Tipo celebraciones, cumpleaños, bodas...
-Por ejemplo, el año pasado, que muchos amigos míos cumplían 60 años, a cuatro les hice un romancero sobre su vida. También he hecho romanceros dentro de mi empresa, sobre el lanzamiento de algún producto. O para la jubilación de algún amigo. Hace poco, la organización de la SailGP me encargó que le hiciera un romancero sorpresa para los tripulantes del barco español al final de una cena; claro, cuando salí no se lo esperaban y se quedaron flipados. Años después, me dicen 'no vea lo que echamos de menos tu romancero'. Después, cuando el Hospital Puerta del Mar de Cádiz cumplió los 40 años, me llamó el gerente para encargarme que hiciera un romancero un poco sobre el hospital. Otra vez, en una regata, la de las Ciudades Constitucionales del Bicentenario, que se iba de Cádiz a San Fernando, en la ida hice un romancero que lo interpretaba allí en una fiesta que hubo, y a la vuelta, improvisé la otra segunda parte en la entrega de trofeos y vieron la rapidez con la que lo hice. Con la soltura que uno va cogiendo con los años de ser romancero, ya cada vez uno lo hace más rápido.
-¿Y cómo se coge esa soltura?
-Hombre, a base de hacerlo más veces. Yo ahora mismo, un romancero, normalmente, lo hago en dos días, aunque me lleve después un mes corrigiéndolo. Pero yo, como tenga base..., me guste el tema..., esté inspirado... y tenga la idea me sale rápido si estoy con inspiración. También lo comento con un amigo, con otro, '¿qué te parese?' A lo 'mejó', decimos varios disparates, un día, otra una noche; las voy apuntando y ahí se queda. Y de pronto, un día me pongo y en dos días lo hago. Eso sí, cada vez que lo miro lo corrijo; me llevo un mes corrigiéndolo.
Otra cosa que no te dije antes es que yo cuando salí por primera vez con el romancero en el año 91, ese mismo año me embarqué como tripulante en las Carabelas del Quinto Centenario, las de las tres carabelas de Colón. Entonces, mis amigos me hicieron hacer un romancero sobre la vida de las carabelas, que iban por toda la costa española, Italia, Francia y Portugal. Cuando estuvimos en Lisboa y en Génova, Italia, me hicieron interpretar en una fiesta con las autoridades españolas y extranjeras, el romancero que yo había hecho sobre las carabelas para los amigos, ¡pero me lo hicieron interpretar en un acto con autoridades! Lo que quiero decir es que el romancero de Cádiz ha sonado en Lisboa y en Génova, Italia.
-Pero esos treinta años de romanceros también se han alternado con participación en no pocas chirigotas.
-Sí, yo salí mucho en chirigotas callejeras, unos ocho o diez años con el grupo Manolo Granado, la chirigota de los médicos y que este año van de 'Las brujas marujas'. Ahí lo que sí hice fue un poco una innovación de que alternaba romanceros con chirigotas, de tal manera que yo, cada vez que íbamos a cantar una copla, la presentaba antes. Antiguamente no se presentaban prácticamente las coplas, la gente las cantaba. Hoy día es más o menos así en todas las agrupaciones, donde suele haber un componente que presenta. Solamente los 'Guatifó' con los fantasmas lo hacían un poco. Y, mira, le dimos una vuelta de tuerca y ya no solo presentaba, sino que lo que hacía era hacer dos cuartetas de romanceros sobre lo que íbamos a cantar y ya la gente se estaba riendo antes de empezar. Lo que hacía desde mi papel era un híbrido con la chirigota. Este año pasado vi que una chirigota callejera de El Puerto lo estaba haciendo y la verdad la hacía muy bien. Me contaba una historia de romancero y por dentro metían las coplas.
-¿Cómo ve la cantera del carnaval callejero?
-Hombre, ahora precisamente hay romanceros de hasta niños y niñas. Y hasta tenemos un encuentro de la asociación de romanceros en el que hacemos una merienda para ellos y ahí que van ahí todos los juveniles, todos todos los chicos infantiles allí a tocar. Sí, hay futuro.
-¿Se puede decir de qué toca este año?
-Sí, hombre. Vamos a ver, como llevaba ya muchos años en la chirigota, me resultó bonito volver al romancero hace ya unos tres o cuatro años. Aunque ahora que recuerdo también salí un año con Quico Zamora en un coro callejero; un año salí cantando, pero al segundo año le dije: 'Mira, Quico. Yo prefiero ir con ustedes porque con el grupo me lo paso muy bien, pero el nivel de cantar..., ustedes, aunque vais pa la calle, vais de profesional del Falla y yo no llego a tanto. Así que yo prefiero hacer un romancero'. Y entonces, como a él no le gustaba el popurrí, en vez de hacer el popurrí yo hacía un romancero en medio. Y lo pasamos muy bien.
-Y ya vuelve al romancero para quedarse.
-Claro, cuando volví al romancero no podía hacer cualquier cosa, entonces lo que hice fue el 'Refranero Carnavalero', que era una historia muy buena y muy trabajada; fue el romancero que más he trabajado y fue espectacular porque fue un éxito tremendo en la calle; era una historia construida a base de refranes. Y, encima, cada refrán tenía un chiste. Y había una parte que hacía interactiva con el público porque intentaba que ellos me acabaran el refrán y evidentemente no era como ellos decían, sino de otra manera. Siempre me ha gustado meterle unos estribillitos para que interaccionara el público, el público los correa y fue tremendo. Aquí tengo que decir que este que hice que es al que más tiempo le dediqué y que obviamente es más completo lo hice porque lo usé como terapia en el Covid; cada tarde hacía teleconferencia con mi compañero e íbamos escribiendo o intercambiando ideas. Por eso nos llevamos un año entero cuando lo normal es que lo haga en dos días.
Al año siguiente salí con 'Te voy a dar un buen viaje', que hacía yo el papel de hombre y el de mujer, mitad de hombre mitad de mujer; de la típica pareja que después de los 50 años casados se van a un crucero. Tenía dos tipos por la mitad; me ponía de un lado y era uno y me ponía del otro, y era la otra. Y yo mismo me reñía y me decía mis cositas y eso. Había un estribillito muy gracioso y pegadizo.
-¿Qué es a lo que le pone más cariño del repertorio?
-A mí me gustan los estribillitos porque yo vivía el carnaval de chico, donde antiguamente los estribillos se quedaban 'pa to' el año como un chiste. Hoy día muchas veces al revés, la gente coge los chistes de todo el año y hace una parodia de cuartetas. Entonces, a mí me gustan siempre cositas que se quedan. Y ese año de 'Te voy a dar un buen viaje' había un estribillito que decía: 'Manué, te lo voy a deci solo una vez. Vas a cobrar y no es fin de mes'. Pues eso, al tiempo, yo he visto a mucha gente por ahí que se la ha quedado.
Wito, con sus hijas, durante un descanso.
-¿Y para este año?
-Este año, como ya vuelta de tuerca máxima, no pensaba salir, pero ahora en febrero viendo lo que estaba formando Donald Trump, pues digo... Vamos a hacerlo y lo he hecho en un mes. Te digo más. El origen de todo un poco y el por qué de hacer las cosas a última hora es que para mi amigo Fernando (Estrella) y yo, cuando empezamos, para nosotros era una deshonra hacer los romanceros con mucho tiempo, Nosotros no podíamos empezarlo antes de Navidad; después separamos nuestros caminos y cada uno lo hacía por su lado y cuando nos veíamos: '¡qué? No habrás empesao el romancero todavía, ¿no?'. Y antes era así, hasta que descubrí un año que en noviembre le pregunté a un compañero de romancero que si quería salir conmigo y me dijo: 'ya lo tengo escrito y me lo sé'. Y es que hoy día 'to' el mundo se lleva 'to' el año escribiéndolo y se nota porque las cuartetas y cada cuarteta está trabajada con lo cual hoy la gente le echa un año al romancero caso como las chirigotas del Falla, o por lo menos, del verano 'pacá'. Y en ese sentido, para mí es verdad que le he cogido facilidad de hacerlo rápido y a última hora. De ahí lo de la vuelta de tuerca este año y hacerlo en febrero. Pero, como te decía, nuestros orígenes eran los que eran porque en las bases se decía que «se premiara gracia, originalidad y actualidad de la noticia». Y para nosotros era un mérito llevar una cuarteta de lo que había salido ese mismo día en la prensa o de camino de casa a cantar. Ese es el origen por lo que nosotros le damos mucho valor a la actualidad de la noticia y a llevarla fresca. Hay muchos romanceros que son muy buenos, pero igual te lo podrían haber escrito hace cinco o diez años porque son intemporales. Evidentemente, son buenos y tiene a gente que le gusta y tiene su mérito, pero yo me he criado sabiendo que el romancero ha de hacerse basándose en noticias actuales. Y por eso este año he querido sacar lo de Donald Trump volviendo a mis orígenes y rizando el rizo sacándole algo sobre la marcha de lo que me pregunten.
-¿Y cómo se va a llamar?
-'Super Trump. Breakfast in America y la cervecita en Cádiz'. El título es lo de menos. El tema es que voy a ir sentado firmando órdenes ejecutivas. Y lo que quiero hacer es que la gente cuando acabe, para que se vea la dificultad del romancero y que lo he hecho última hora, ya no es que sea a última hora, es que lo voy a hacer en directo. Entonces cuando acabe el romancero lo que hago es que la gente venga a la mesa, me pida una orden ejecutiva y yo tengo que improvisar una rima y un chiste. O sea, que totalmente a pecho descubierto. Bueno, se ha hecho un ensayo general el otro día y me salió bien.
-¿Y actuará sentado?
-Sí.
-Menuda logística.
-Mi idea es cantar en bares donde se quiera escuchar. Habrá que localizar los sitios.
-¿Cómo ha visto la evolución del carnaval de la calle desde sus inicios a la actualidad?
-Hombre, ahora por ejemplo se ha puesto muy de moda el romancero. Y eso que tradicionalmente había un público que le gustaba, pero era minoritario. Ahora es mayoritario. Después, con los años, creo que la calle ha ido gustando más al gran público casi que el Falla.
-De hecho al Falla se han llevado muchas innovaciones de la calle.
-Exacto, como las cupletinas. Antiguamente, me acuerdo que lo más divertido durante el mes de Falla que se podía hacer en Cádiz era ir a la barra del Falla porque te encontrabas a los personajes gaditanos; todo el mundo 'clao' o de reventa y entonces era muy divertido. Hoy en día se ha abierto a los jóvenes de toda Andalucía y para los políticos será muy bonito, pero para el gaditano es más aburrido. Yo alguna vez he ido al Falla hace poco y he dicho 'esto está aburridísimo, yo ya no vengo más'.
-Y tanto. No queda otra que la calle. Feliz Carnaval.
-A disfrutarlo.
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