CÁDIZ

Una visita al Cuauhtémoc

El Buque Escuela Cuauhtémoc es uno de los veleros llegados a Cádiz para la Gran Regata y uno de los favoritos del público

La comprobación de las velas acaparó todas las miradas M.G.

Macarena García

Cádiz

Los barcos han sido, como no podía ser de otra manera, los grandes protagonistas de esta primera jornada completa de actividades. Las colas para acceder a ellos y conocer algunos de sus entresijos han sido buena muestra del interés que ha despertado en los gaditanos la Gran Regata.

Entre ellos, el buque escuela mejicano Cuauhtémoc. Con 90,5 metros de eslora, es el buque escuela de la Armada de México en el cual los cadetes de la Heroica Escuela Naval Militar realizan parte de su formación. Este velero realizó su llegada al muelle el miércoles, una vez que el Parque Regata ya estaba abierto, por lo que los asistentes de la primera noche pudieron vivir en directo su entrada y atraque. En la jornada de este jueves, los visitantes no han querido perder la oportunidad de visitar el interior de la embarcación fácilmente identificable por la gran bandera mejicana que preside el barco.

Desde el momento en el que uno se aproxima al buque, destaca la gran atención por parte de la tripulación, dispuestos a resolver todas las dudas, responder preguntas y a tender una mano en subidas o bajadas complicadas a todo aquel que lo requiera. La música mejicana de fondo completa una acogedora bienvenida.

Entrando por estribor, el camino establecido te dirige hacia la proa. Desde este primer tramo del recorrido, se oyen muchos «ten cuidado», «agárrate bien», «no toques eso», de padres y madres preocupados por evitar accidentes de los más pequeños de la familia, porque las oportunidades de tropezar no son pocas. Y fotos. También muchas fotos para registrar en la memoria del teléfono móvil cada rincón del barco en lo que se convertirán en grandes recuerdos de una tarde en familia. Y es que los niños y niñas son los que más disfrutan de estas visitas, que viven como algo extraordinario y como una oportunidad de despertar su curiosidad sobre la navegación y la vida en el mar.

Y sin esperarlo, a las 18:00 horas en punto, el sonido del chifle, como un silbido, sorprende a los presentes. Por megafonía se llama a la tripulación de guardia a cubierta en medio de la expectación de los visitantes embarcados en ese momento, esperando lo que iba a suceder a continuación. Una vez reunidos, los tripulantes ascienden de forma ordenada por las escaleras de mano para comprobar el correcto estado de las velas y los cables. La vida no se para en el barco, mientras que las visitas dirigen sus miradas y sus móviles hacia arriba para no perder detalle de un ritual que se realiza cada día a la misma hora mientras está en puerto, añadiendo una segunda revista diaria a las 8:00 horas mientras está navegando.

Una vez comprobado que todo está en orden, los visitantes retoman el paseo de proa a popa, donde agarrar el timón es, sin ninguna duda, uno de los momentos favoritos para grandes y pequeños. Pacientes esperas para inmortalizar el momento. Sentirse capitán por unos segundos es un privilegio que se vuelve accesible en Cádiz durante estos días. Y la gran ventaja es que, si el Cuauhtémoc no te convence, siempre queda la posibilidad imaginarte navegando sobre alguno de los otros veleros que permiten visitas y que se encuentran atracados en el muelle.

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