con 'c' de cádiz

Pedro López Raya: «Trabajo con personas muy limitadas intelectualmente pero que tienen un corazón enorme»

pedro antonio lópez raya. profesor jubilado

Va por Cádiz con su telón rojo empapando de alegría la vida de unos jóvenes con problemas mentales que se agarran al teatro para mantener viva una ilusión

Pedro quiso hacerse la foto junto a la estatua de Macarty por su admiración al mítico hincha cadista. antonio vázquez

Esta entrevista era una deuda pendiente que fue acumulando intereses por el paso de los años en los que muchos mensajes se quedaban sin respuesta. La palabra dada caducaba y la deuda contraída y ahora 'saldada' con un loco del teatro viene a restablecer una relación que comenzó en plena pandemia, donde rodeado por sus artistas y alrededor de un café, presentaba un proyecto que acababa de echar andar, su grupo inclusivo de teatro. Servidor dijo a todo que sí, pero a la larga si te he visto no me acuerdo.

A pesar de todo, Pedro Antonio López Raya (Almería, 1953) sólo tuvo buenas palabras con este juntaletras en sus cientos de mensajes informativos durante dos años. Pero no paró a pesar del silencio de un receptor al que muy de vez en cuando le venían a ver los remordimientos. A pesar de que Pedro solo chocaba con el silencio, nunca perdió ni un ápice de elegancia, respeto y educación por inmiscuirse en el tiempo (perdido) del que escribe. Y ojo, Pedro no quiere exhibirse él, sino dar a conocer el maravilloso trabajo que hacen los chicos de su asociación sin ánimo de lucro que él lleva por bandera.

Ha pasado la pandemia y el encuentro ha cogido forma esta semana para conocer en profundidad un proyecto del que un servidor tenía muchas referencias pero ninguna paciencia. Y eso es precisamente lo que más tiene y lo que le hace grande a Pedro, su paciencia y su amor por querer a personas desenganchadas de la sociedad a la que él les ha echado una cuerda para no dejarlas desamparadas y al amparo de una vida donde cada uno va a lo suyo.

-Antes de meternos con el teatro, vayamos a sus inicios. Usted es de Cádiz, de qué parte.

-No, yo no soy de Cádiz, lo soy de adopción, o como yo digo, de 'querimiento'. Nací en Almería pero pude hacerlo en cualquier otra parte.

-¿Y eso por qué? ¿De dónde eran sus padres?

-Los dos de Jaén, de un pueblo que se llama Huelma, cerca de Sierra Nevada. Mi padre era huérfano de la posguerra al quedarse sin padre con 13 años durante la guerra. Mi abuelo Pedro murió con 49 años en el 38; de él tomé yo el nombre. Después de la guerra en Jaén hubo muchísima hambre.

-¿Conoció esa posguerra del hambre?

-No, no porque yo vine al mundo en el 53. Lo que pasa que en aquella época no iba el tiempo tan rápido como va ahora.

-¿Es lo que tienen las penurias, que todo avanza más lento con ellas a la espalda?

-No lo sé; habría que ver muy bien qué es el término penuria. Bueno, no me enrollo. Nazco en Almería capital porque mi padre estaba destinado en Monsul, un sitio de playa que es donde está La Peineta, en el mismo Cabo de Gata; allí había un cuartelito. Entonces mi madre fue a la capital a parir en Maternidades, unos hospitales donde solo se iba a parir. Soy el primero de seis hermanos. Mis padres eran muy jóvenes cuando me tienen; 25 mi padre y 22 mi madre. Mi padre tuvo sucesivos destinos porque era guardia civil, que para mí no es lo mismo que ser militar, aunque es verdad que tiene un cariz parecido en cuanto a rangos y jerarquías.

-Por eso dijo antes que pudo haber nacido en cualquier otra parte, ¿no?

-Así es. Es más, cada hermano somos de un sitio diferente.

-Buenos derbis en casa, sí señor. ¿Y cómo llegó a Cádiz?

-Mi padre asciende a sargento en 1969 y lo destinan a Cádiz. Yo estaba terminando 6º de bachiller y vine con la matrícula viva del instituto Virgen del Carmen de Jaén al instituto Columela.

-¿Y vivieron en la casa cuartel?

-No, aquí al ladito. (La entrevista se desarrolla en el Bar Gol). Porque mi padre vino destinado como comandante de puesto de la Guardia Civil de la Zona Franca. Yo me he criado en esta zona, en estos bares, en este estadio. Los conozco desde que soy un chaval; la vía del tren no estaba ni vallada y el estadio no tenía aún ni la grada de fondo norte. De hecho, yo venía al estadio a hacer toreo de salón con los hermanos Aibar, de ellos, Manolo llegó a ser torero tomando la alternativa con Paquirri.

-¿No estaba la plaza de toros en ese momento?

-Diría que ya no. O al menos ya no se hacían festejos y enseguida la derribó el alcalde Beltrami, que decían los rumores que era republicano. Me extraña, pero era lo que se decía en los mentideros jeje. El caso es que soy gaditano de 'querimiento'.

-Y sus padres ya se quedan en Cádiz y usted con ellos o qué.

-No, no, mi padre se marcha de Cádiz y lo mandan a Sevilla.

-Y se queda solo en Cádiz.

-Sí. Yo ya era un pelín mayor, empecé a estudiar magisterio y engañé un poco a mis padres para quedarme diciendo que tenía posibilidades de quedarme como profesor con un acceso directo. Tenía algo de cierto porque en esa época había algo de eso, pero yo ahí lo que quería era quedarme en Cádiz. También tenía una novieta, gaditana,,,

-Pues no me diga más, ni Cádiz, ni Cádiz..., fue por aquello de lo de que dos hermanas tiran más que dos carretas.

-Te diré y te contaré jejeje. Pero en honor a la verdad, diré que a mi esto me encantaba. Soy cadista desde aquella época. Cuidado que yo he visto como debutó Andrés, Migueli, aquel que se comía la hierba que era de Chiclana, Manolito, Paco Baena... Estoy hablando del primer gran Cádiz de la época,

-Mire Pedro, aquí llega mi compañero el gran Antonio Vázquez, fotógrafo. Usted dirá donde quiere que le inmortalice.

-A mí me gustaría hacérmela, ya que estamos, junto al estadio. Y puestos a pedir, me gustaría hacérmela junto a unas de las pocas estatuas que hay en Cádiz que merece la pena porque no es ni un corrupto ni un genocida como Simón Bolivar, la de Macarty, al que admiro. Ya he dicho que yo era socio del Cádiz desde joven; bueno al principio no porque entraba por la cara. Luego ya me hice socio, seré el número 300 y pico. Y Macarty me encantaba como cadista y como persona.

-Retomemos. Se queda en Cádiz ya independizado. ¿Qué hace entonces?

-Primero estudié tres años de Magisterio y después Enfermería, entonces se llamaba ATS. Soy de la última promoción de ATS. Mi padre, que no tuvo estudios, quería que todos sus hijos los tuviéramos. Lo que pasa es que cuando le dije lo que quería estudiar me dijo, con toda su razón, 'hijo mío, medicina es muy larga. ¿No podrías hacer una carrerita más cortita?'. El pobre me lo decía preocupado de no poder costear a mis otros hermanos las otras que ellos decidieran hacer. Tenía que distribuir sus ganancias entre todos. De todas maneras a mí me gustaba Magisterio.

-¿Dónde vivía?

-Esto es importante. Si no me llego a quedar en el cuartel de la Guardia Civil yo no podría haber seguido en Cádiz. Allí estuve del 71 al 77. Era una residencia para estudiantes donde teníamos un cuartillo con unas taquillas y unas literas. Ahí estuve mientras estudiaba y trabajaba. Vamos, yo salí para casarme del cuartel de la Guardia Civil.

-¿Qué recuerda de ese Cádiz metido en el tardofranquismo?

-Era un Cádiz muy diferente al de ahora. Había una alegría y una ilusión muy grande en la juventud. Se habla después de lo que era la 'dictablanda'. Y en parte, mis recuerdos eran que todos pensábamos en el futuro. La gente universitaria éramos, en su mayoría, gente de izquierdas. Ya en aquella época pertenecía a un grupo de Teatro que se llamó 'Cámara teatro', del que después salió 'Carrusel, pequeño teatro', que fue muy importante dentro del panorama nacional. Allí estaban gente como Jesús Morillo o Lolo el del 'Pay pay'.

-¿Y dónde surgen esos grupos de teatro?

-Surge de la OJE, la Organización Juventud Española. O sea, la rama juvenil de Falange, que tenía su sitio en la Casa de la Juventud, donde había un teatrito que ya han tirado que era muy bonito. Allí me tiré tres años ensayando como universitario con gente como Miguel Fernández-Llebrez, Juan Bellido, Jesús Morillo. Preparamos una obra ('El príncipe constante') con la que fuimos al teatro de Cuenca, donde obtuvimos al primer premio nacional de teatro juvenil. Se pensaban que los gaditanos se iban a colar hablando en plan 'quillo, qué pasa pisha' o haciendo un teatro poco menos como el de los hermanos Álvarez Quintero y se encontraron con una representación de Calderón de la Barca dirigido por Ángel Dueñas bastante bien hecha. De ahí me viene mi amor por el teatro.

-Luego acabaremos con el teatro, pero antes profundicemos en su carrera profesional. ¿Sería capaz de hacerme un resumen?

-Gracias a Dios, ha sido bastante diversa y extensa.

-Miedo me da. Venga, dele. Soy todo oídos.

-Mi primer trabajo fue en el 70 en la FOISA (Factoría Oleícola Industrial Sociedad Anónima), que era una refinería de aceite de colza. Estaba en la Zona Franca. Trabajé junto a Pepe Conde, que entró de pinche conmigo. Allí aprendí más que en la universidad aunque no llegué ni al año. Lo dejé para empezar Magisterio. El dinero que sacaba se lo daba a mi madre, que ya lo guardaba para repartírmelo convenientemente. Entonces vivía con mis padres, en la calle Juan Sebastián Elcano.

-¿Cómo entra ahí?

-Cuando acabo 6º de bachiller le digo a mi padre que quiero ser guardia civil y me dice indignado: '¿¡pero cómo que un bachiller superior quiere ser guardia civil!?'. Por aquel entonces entraban en la Guardia Civil los que no valían para nada, por decirlo de algún modo. Eso sí, el único requisito para entrar era demostrar que eran gente honrada. Eso, y que supieran atizar; gente buena, fuertota, pero ante todo que fueran honestos y honrados. Alguno que otro se colaba, pero bueno. Hoy no, hoy hay que hacer lo suyo para entrar. Mi padre no quería que fuera guardia civil porque prefería que sus hijos tuvieran carrera; la tenemos todos menos uno, que fue guardia civil; el que va detrás mía (risas). Todos los demás tenemos carrera, alguno dos. Pero esto de la carrera te lo digo por decir porque conozco a mucha gente universitaria que no vale 'ná'. Bueno, a lo que iba. En la FOISA entro porque mi padre me dice que si quiero ser guardia civil no iba a estar a la sopa boba y va y habla con don José, un militar retirado que estaba al frente de la FOISA, y le dice que su 'zagal no quiere estudiar'. Y le dice el director de la FOISA. 'Hombre, precisamente ahora estamos haciendo una ampliación y necesitamos un pinche'.

-¿De cocina?

-No, hombre, no. Pinche de tubero, de soldador, de lo que fuera. Yo allí hice de todo. Coincidí, lo conocerás seguramente, con Eduardo, que estaba de operario...

-¿¡Eduardo Zarzuela, que fue utillero del Cádiz!? No se lo va a creer, pero lo llamé antes que a usted y no contacté con él para entrevistarlo precisamente esta semana.

-Lo chico que es el mundo. Pues bien, Eduardo Zarzuela creo que entró en el Cádiz cuando FOISA cierra y se queda sin trabajo. Lo recuerdo por la fábrica cantando 'miedo, tengo miedo' (jajajajajaja). Tengo en la mente un Eduardo de veinte y pocos años. Era y es graciosísimo.

-Ya lo hablaré con él. Nosotros, a lo nuestro. Pasa ese año en FOISA y...

-Y le digo a mi padre que quiero estudiar y estudio Magisterio en el Josefina Pascual, frente al Atlántico. Fueron tres años maravillosos y ahí empiezo a hacer teatro. Cuando termino Magisterio me llama el guarda de la puerta para decirme que ha recibido una llamada de la directora Marisol Pascual, hermana de Pascual el de las clínicas, para decirme que quiere hablar conmigo. Habían hecho la escuela aneja, que era donde iban a hacer las prácticas los alumnos de Magisterio. Entonces nos llama a Eslaba, a Manuel Brenes, que después ha sido delegado de Educación, a Manolo Guerra... A ocho o nueve para trabajar de maestros en esa escuela aneja que es Varcárcel. Y allí estoy un año, de los más felices de mi vida, dando clases teniendo yo 20 años. Yo daba a los alumnos de lo que sería 4º de EGB.

-¿Por qué solo un año?

-Porque me voy a la mili. Serví a la patria (jejeje) en el RACA 4 (Regimiento de Artillería), aquí en Cádiz, donde ahora está La Bomba. Me llaman a filas y ese año también trabajo dando clases a adultos en el colegio Arbolí por las tardes. Daba clases a adultos que se sacaban el graduado escolar. Eso sería el 75.

-Qué puntería, el año del fallecimiento de Franco. ¿Qué recuerda de esa mili?

-No sólo pasó eso, también lo del Sahara. Aquello fue maravilloso. Ese año tengo una anécdota con un capitán, del que no diré el nombre. Recuerdo que con esos acontecimientos, con Franco enfermo y tal, pues nos acuartelan. Yo qué sé cuántos días nos pegamos acuartelados. Nos tiraron los galones a todos aunque yo siempre fui cabo. Ahí ya tenía a mi novia, que ahora es mi mujer Maribel, y junto a mi suegro Manuel Fernández, que era una maravillosa persona y hoy tiene que estar en el cielo, me llevaron al cuartel un bocadillo de jamón. Yo recuerdo que aquello era una bacanal constante. Entonces en los cuárteles había alcohol, se podía beber y no hubo restricciones de ningún tipo. Todos borrachos. Allí no nos faltó de nada, gloria bendita. Entonces estaba de moda una serie de televisión de dibujos animados que tenía una canción muy infantil y pegadiza y hacíamos el cambio de guardia con esa canción en vez de marcar el paso militar. Fue un cachondeo.

-Como para dar un golpe de estado... A la anécdota, Pedro. Haga el favor.

-Es verdad, es verdad. Este capitán era soltero y tenía fama de liberal. Llega un día y me dice '¡Maestro -porque a mí no me decía cabo-, forme el retén!'. A sus órdenes mi capitán. Yo hacía guardia de noche y me dijo de dar una vuelta al recinto militar. Y recuerdo una frase que me dijo que me quedó impactado. Estaba Franco muriéndose y me dice antes como para romper el hielo. '¿Qué, cómo van las clases y los chavales, maestro?' Bien, bien, le contestaba sobre esos alumnos que estudiaban para sacarse el certificado de estudios primarios porque entonces había mucho analfabeto. Y me suelta de golpe, 'a ver si se muere el cabrón este de una vez que es el que tiene la culpa de todo'. Yo me quedé muerto porque en aquella época aquí todo el mundo era franquista y que un ca-pi-tán de artillería me dijera eso era la leche. Yo no le respondí ni le dije nada, pero esa anécdota se me ha quedado. Hay que tener en cuenta que en ese momento para mí y para la mayoría de la gente Franco era Dios; claro que nos cuestionábamos que había que dar un cambio, que se tenía que evolucionar pero después de tantos y tantos años que nos vendieron que fue el salvador del España y el encargado de hacer todo el progreso... Eso era una cosa que con el paso de los años te lo tienes que ir quitando, pero en ese momento el impacto fue tremendo por lo que me decía y quién me lo decía.

-¿Cómo era esa mili?

-Duraba 15 meses, Termino Magisterio en el 74 y me voy tres meses a Cerro Muriano (Córdoba) a hacer el campamento. Tres meses muy duros porque en aquella época la mili, para formarnos, se hacía con bombas de verdad, se tiraba con balas de verdad... Vamos, que eso no era ningún cachondeo. Juro bandera allí en diciembre del 74, que mi padre vino y se quedó impactado porque allí habríamos cerca de 10.000 hombres. Total, que los maestros teníamos la licencia de poder ir destinados a distintos sitios donde hubiese plaza para dar clases y cumplir allí el servicio militar de un año y yo, cómo no, escojo mi Cádiz. Y pido 'franco ría',

-¿Franco ría?

-Eso era que podía dormir fuera durante el servicio militar, así que me alojo en el cuartel de la Guardia Civil otra vez. Por la mañana me levantaba, a las siete de la mañana estaba en el cuartel para el izado de bandera, a mediodía me venía a mi casa y por la tarde a trabajar a Arbolí. Yo estuve simultaneando las veces que he podido porque he tenido mucha suerte,

-La suerte se trabaja, Pedro.

-Sí, cierto, pero hay que tenerla.

-Acaba la mili y que le depara el futuro.

-Como he dicho antes yo vivía en el cuartel de la Guardia Civil y allí me dice uno de los cocineros que se había enterado que en la escuela de suboficiales están buscando un profesor de Lengua. Como yo trabajaba solo por la tarde en el Arbolí pues me acerqué a preguntar. Estoy hablando del marzo del 76 ya, que es cuando llego a la escuela de suboficiales de la Armada, allí en el Panteón de Marinos Ilustres, junto al hospital San Carlos, donde me he pegado 43 años hasta que me jubilé con 65.

Carnet de ingreso en la escuela de suboficiales
Pedro y el sello de la Escuela.

-¿Y se quedó indefinido?

-Cuando se muere Franco, la Armada hace un plan de estudio para los escribientes. Y en ese plan de estudio había una asignatura que era Lengua Española y Literatura donde se daba análisis sintáctico y estructural que nadie lo daba y yo sabía hacerlo. El jefe de estudios, Bentancur y Carvajal, me contrató a dedo aunque luego mi plaza la sacaron a concurso y la gané aunque el puesto era mío prácticamente. Para qué engañarnos. Fui el primer profesor civil que ha entrado en la Marina a dar clases. He sido trabajador laboral al servicio de la Armada.

-¿Y cuándo retoma el teatro?

-Lo retomo cuando mi hijo Pedro debuta con un brote psicótico.

-¿Debuta?

-Se llama así. Quiere decir que tiene su primer brote psicótico y le diagnostican esquizofrenia hebefrénica. Y por eso creo que estoy yo aquí, con Telón Cádiz Inclusión.

-¿Con qué edad lo sufrió el chaval?

-Mi hijo tenía 17 años y ahora 41. Eso fue un antes y un después en mi vida.

-¿Le coge jubilado ya?

-Nooooo. Por eso le estoy yo tan agradecido a la Armada. Porque ha sido más que comprensiva con mi situación familiar. He tenido toda la libertad del mundo para trabajar con cierta flexibilidad dada la sensibilidad que siempre tuvieron conmigo. Estoy enormemente agradecido a la institución de la Armada. ¡Qué voy a contar yo que he tenido hasta de jefe a un hermano de Sáenz de Ynestrillas! Me acuerdo de ir con él por el patio de la escuela de suboficiales y ver una moneda en el suelo con la cara del Rey y que le pegase una patada maldiciendo (jejeje). Pero también te digo que las mayores amistades las hice allí. Aquello era una familia. El último gran amigo mío del alma, que ahora está destinado en Tarragona, se llama Benito Menéndez Jiménez de Ventrosa, que fue mi último jefe, capitán de corbeta. Este señor, con una inteligencia y un arte enorme para escribir, nos ha hecho un cuento para nosotros que se llama 'Un lugar llamado esperanza' y que yo he llevado al teatro con mi gente, con mis niños.

-¿Cómo se enfrenta a la vida desde que a su hijo le diagnostican la enfermedad? ¿Cómo se vive con un familiar con esquizofrenia?

-Mi vida da un giro. Como dije antes, estudié enfermería y apenas leería tres o cuatro líneas sobre la enfermedad mental, que es la más desconocida. ¿Qué cómo se vive? Es muy complicado, muy complicado. Estamos muy abandonados. Dentro de la sanidad, la enfermedad mental es la cenicienta, la que menos recursos tiene. Es agotador. Tremendamente agotador. La casa y la familia en la que entra una enfermedad mental enferma también. Porque es muy complicado andar todos los días por el borde del lebrillo para mantenerte en pie y no caerte.

-¿Cómo lo lleva su mujer?

-Maribel lo lleva demasiado bien porque he tenido la gran suerte de tener una compañera maravillosa en todos los sentidos y una madre increíble. Como lo es también de excepcional mi hija Mabel. Ambas tienen una generosidad enorme. Mi hija es filóloga.

-¿Y su hijo cómo lo lleva?

-Ufff... Es que verás. El tema es complicado porque no lo llevan bien, no lo pueden llevar bien. Los enfermos mentales no lo llevan bien ninguno, lo que pasa es que ellos intentan siempre agarrarse a algo. Por eso mi lucha es que tengan una ilusión. ¿Qué es la vida sin una ilusión? Nada. Yo he centrado toda mi actividad en el grupo de teatro.

-Eso es, Pedro. Vamos a lo bonito. ¿Cómo nace y cómo es ese grupo de teatro?

-Vamos a lo bonito, eso. Cuando mi hijo debuta con el brote no sabemos a dónde acudir, pero había una asociación de familiares que es Afemen. Me acerco a ellos, voy a conferencias que nos daban en los Caballeros Hospitalarios (calle Benjumea) y de allí, por una serie de desencuentros con otros padres, surge Faem (Familiares allegados a personas con enfermedades mentales), otra asociación que tiene su sede en la calle Conil de la Frontera, junto al estadio,. Yo fui uno de los fundadores, pero aparecía por las tardes, después de mi trabajo, para llevar el grupo de teatro. El caso es que no comulgo con las directrices de la directiva y me echan de la dirección de Telón (jeje).

-A ver, a ver. Funda el grupo Telón Cádiz Inclusión en Faem y ¿qué ha pasado ahora?

-Es que soy el director y fui el que creé una asociación sin ánimo de lucro que se llama Telón Cádiz Inclusión dentro de Faem. A mí lo que me gustaba únicamente era el teatro, el teatro, el teatro y nada más que el teatro. Soy así. Apenas tenía relación con la dirección. Entonces me dije: ¿yo qué hago aquí? Y en el 2019, el año de la pandemia, lo llevo a otro lado bajo el nombre de Asociación Cultural sin ánimo de lucro Telón Rojo.

-¿Y quiénes son sus alumnos y dónde ensayan?

-Los mismos prácticamente de antes. Ensayamos en Equa, frente al colegio Carmen Jiménez que está al lado del Mercadona de San Severiano. Allí estamos encantados de la vida.

-¿Todos sus alumnos tienen enfermedades mentales?

-A mi me gustan llamarlos artistas porque hacen teatro. Ahora estoy en la cuadratura del círculo porque tengo artistas como mi hijo, que son enfermos mentales, y tengo otros que pertenecen a Equa y que son chicos que tienen, no me gusta, pero dicen que tienen discapacidad intelectual. Son personas muy limitadas intelectualmente pero que tienen un corazón enorme que no les cabe en el pecho. Equa lo fundó el concejal Carlos Paradas, que es vecino mío y lo conozco de hace mucho.

-¿Qué es Telón Cádiz Inclusión?

-Tenemos una página en Facebook donde se nos puede conocer, pero te cuento rápido. Telón es un espacio de encuentro, convivencia y amor. Y lo digo de verdad. Y el eje de todo ello es el teatro. Tenemos la enorme suerte de que el gran José Luis Alonso de Santos, premio de honor Max 2022 a toda una vida, nos conoce y nos escribe. Yo ya trabajaba sus obras a través de Juan Bellido, que fue director del grupo mientras yo era coordinador anteriormente. Yo le daba lo que podía por cada sesión, que eran dos a la semana, una miseria para un profesional del teatro como él.

-Ya que hablamos de dinero. ¿Cómo va el tema de las subvenciones?

-Aquí han estado recibiendo subvenciones para el teatro del orden de 11000 euros al año y a mi grupo no le daban ni un duro. Todo salía de nosotros. Eso sí, a finales del 2018 Telón ha montado un espectáculo que hemos llevado a más de veinte sitios gracias a los 1500 euros que nos donó Kichi.

-¿Cuántos días ensaya Telón y cada cuánto tiempo sacan una obra?

-Todos los días quitando los miércoles. La última vez que hemos actuado ha sido en Gerasa, Chiclana. Nos llevó allí Antonio Vergara, el médico, que es amigo nuestro. Ahora estamos emplazados para ir a finales de diciembre para montar otro espectáculo.

-¿Sobre qué obras actúa Telón?

-La mayoría son de Alonso de Santos. ¿Por qué? Pues porque son breves y Alonso de Santos me da plena libertad. Yo quito, pongo, añado, invento... Hago lo que me sale de las narices y él no se enfada.

-Este hombre de dónde es, Pedro.

-Él es vallisoletano, pero vive en Madrid, donde ha hecho toda su carrera. ¿Me estoy enrollando mucho, Alfonso?

-No se preocupe, Pedro, si después yo hago lo mismo que usted con el Alonso Santos este. Corto, pego, añado, omito... (jajaja) Me estaba hablando del autor que os escribe.

-Yo cojo sus obras que están publicadas y las adapto al grupo. Ahora estamos preparando una lectura dramatizada, que es la última obra de Alonso de Santos, y que se llama 'Los jamones de Stalin'.

-¿Y se conocen?

-Sí, sí. Algunas veces hablamos por teléfono y me pregunta por el grupo y tal. Yo lo conozco gracias a un programa de Onda Cádiz en el que me entrevistó Enrique Miranda y hablando con él y tal me dice 'hombre, mi maestro'. Resulta que son vecinos en El Puerto porque por lo visto Alonso de Santos tiene un chalet allí, donde se pega todo el verano. Él ama Cádiz. ¿No va a amarlo, joe? Entonces, Miranda habla con él y Alonso de Santos se pone en contacto conmigo y se muestra encantado de que interpretemos sus textos. Es una persona increíble. Y a Quique le tengo un cariño enorme.

-¿Cómo se trabaja con el grupo? ¿Cómo se portan y cómo se lleva? ¿Tan bonito como complicado?

-Es muy complicado pero es fácil a la vez si no se hacen distinciones. He aprendido que todos somos iguales; ninguna persona vale más de lo que supone ser persona. A partir de ahí hay que tratarlos con respeto. Y punto pelota, aceptando las diferencias, efectivamente.

-¿Qué meta se pone con Telón rojo?

-Mi meta es el día a día. Por ejemplo, mi meta es que esta tarde me pregunten 'Pedro, a qué hora'. Y que nos veamos allí. Evidentemente, pretendo hacer obras para llevarlas a algún lado. Sin ir más lejos, ahora llevamos un año con un director italo-venezolano que se llama John Petrizzelli con el que hemos hecho dos cortometrajes. Uno es 'El pozo', con el que aspiramos a llevarlo a un festival, y 'El patochá', que es otro que estrenamos el día 16, Dios mediante, en el espacio Amigo de Quiñones.

Imagen principal - Pedro López Raya: «Trabajo con personas muy limitadas intelectualmente pero que tienen un corazón enorme»
Imagen secundaria 1 - Pedro López Raya: «Trabajo con personas muy limitadas intelectualmente pero que tienen un corazón enorme»
Imagen secundaria 2 - Pedro López Raya: «Trabajo con personas muy limitadas intelectualmente pero que tienen un corazón enorme»
1. Pedro, junto a su grupo de teatro inclusivo. 2. El logo, con los colores cadistas. 3. El último cortometraje donde ha participado Telón Rojo.

-¿Y cómo se portan sus artistas en las actuaciones con público?

-No te lo puedes ni imaginar. El teatro es terapéutico no, lo siguiente. Es maravilloso, una medicina para la memoria, para la convivencia, para todo. Yo procuro aplicar lo que he aprendido porque si tengo algo eso son años y los años te dan experiencia. Yo ya tengo una vida, un recorrido, y además siempre tratando con la gente. El teatro me ha gustado de siempre. Soy muy amigo de Pepe Bablé de la época de Cámara Teatro y he sido colaborador del FIT desde el primer año que se hizo. Yo lo que hacía era poner mi furgoneta al servicio del festival e iba a recoger a gente importante a Sevilla o a donde me mandasen. Estoy hablando del FIT del Tiempo Libre, cuando eso era más auténtico.

-Auténtico es usted. Muchas gracias, Pedro y a ver si me paso por Equo algún día, hombre.

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